Ya nadie duda, creo, que la innovación en el campo del control de plagas agrícolas va ligada a la puesta en práctica de sistemas de control integrado en cualquiera de sus nomenclaturas que tanto han proliferado en los últimos años y que con tanto empeño como inutilidad se defienden. El control integrado de plagas tiene varias vocaciones entre las cuales cabe destacar dos: por una parte, tiene una clara vocación de mejorar la eficiencia de la agricultura y, por otra, pretende sustituir productos fitosanitarios. De ésta última vamos a ocuparnos en el siguiente párrafo.

 

Control Integrado de Plagas y Productos Fitosanitarios Insecticidas

El progreso en la aplicación del control integrado debería conllevar, por lo tanto, la disminución en la cantidad o frecuencia de aplicación de insecticidas y acaricidas.

La evolución de ese uso es difícil de seguir habida cuenta de que los fitosanitarios modernos suelen aplicarse a dosis menores de aquéllas propias de los fitosanitarios anteriores y, a la vez, su precio es mucho mayor, muy por encima del índice de precios al consumo. Aun con esas consideraciones de aumento del precio de los insecticidas, el valor de las ventas en España en el último quinquenio ha supuesto un notable descenso de las cifras registradas a finales del siglo pasado según los datos recogidos en las memorias anuales de la Asociación Empresarial para la Protección de las Plantas (AEPLA). Probablemente a ese descenso han contribuido factores diversos y no solamente un uso más eficiente de las técnicas de control de plagas y entre aquéllos se encuentra el creciente número de materias activas insecticidas fuera del registro. Este último fenómeno va a seguir dándose de manera que al final del proceso y en los muy próximos años la disponibilidad de insecticidas va a ser aun menor. A ello deberíamos añadir aun el número de ingredientes que pueden quedar de facto fuera de uso por la aparición de resistencia de varias plagas a esas sustancias, tendencia en peligro de aceleración si se restringe el número de materias activas.

No cabe duda, en definitiva, que el menguante porvenir de los fitosanitarios insecticidas debe acentuar la puesta en práctica de métodos de control no químicos.

 

Los avances en la aplicación del control integrado

Pero el control integrado también pretende mejorar la eficiencia en la producción agrícola; en ese camino bastantes cosas han mejorado en España. La transición de sistemas de control convencionales basados en la aplicación de fitosanitarios a otros más innovadores no se hace de manera uniforme en todos los cultivos, zonas geográficas o en plagas concretas. Probablemente es en aquellos sectores en donde funciona más ágilmente el triángulo de la innovación (constituido por los tres vértices que se indican en la Figura 1) en donde el paso a sistemas de control integrado se ha hecho y se está haciendo con mayor éxito. La investigación en materia de control integrado de plagas agrícolas se lleva a cabo en España en las universidades (y en particular en las escuelas de ingenieros agrónomos), en el INIA e instituciones correspondientes de las comunidades autónomas y en los centros del CSIC. Atendiendo tanto al número de proyectos de I+D financiados por el Plan Nacional en materias directamente relacionadas con el CIPA -que ha crecido notablemente en la última décadacomo en las publicaciones científicas en revistas incluidas en el SCI -que también ha crecido aunque de manera mucho más lenta- la mejora es perceptible aunque probablemente menor que en otros sectores del conocimiento y la tecnología.

La extensión ha cambiado sustancialmente en los últimos decenios en España.

Los antiguos servicios de extensión agraria quedaron en su mayor parte sepultados por la burocracia comunitaria ?y de otro tipo? para ser sustituidos por las ADVs (Agrupaciones de Defensa Vegetal) o ATRIAs (Asociaciones para el Tratamiento Integrado en Agricultura), unas agrupaciones de agricultores que financian a un técnico en control integrado con mayor o menor apoyo económico de las administraciones públicas. Estas asociaciones han sido un pilar fundamental ?aun con su variabilidad de eficiencia- para facilitar la innovación en el campo del control integrado de plagas en España y deberían seguir siéndolo si las administraciones no caen en la tentación de burocratizarlas o de encomendarles tareas que no les son propias, al menos en los objetivos con que fueron creadas con indudable acierto en su momento. Los servicios de sanidad vegetal, como garantes del buen funcionamiento técnico de esas agrupaciones deberían seguir siéndolo aun a pesar de que a ellas también les alcanza a menudo la despreocupación de las administraciones por el control integrado.

 

Cultivos más innovadores

Los cultivos hortícolas, los frutales y los cítricos son aquéllos que más insecticidas aplican en España. Son aquéllos también que han incorporado en mayor medida las innovaciones disponibles.

Los cultivos hortícolas más intensivos -en particular los protegidos- han visto crecer la superficie cubierta con sistemas basados en el control biológico de manera continua. Primero en una superficie limitada en Catalunya en tomate, más tarde en el campo de Cartagena y otras zonas murcianas en pimiento y en los últimos años también en Almería, el uso de depredadores y parasitoides ha permitido mejorar la eficiencia de control, resolver sustancialmente los problemas de residuos y vencer los problemas de resistencia a insecticidas planteados en varias plagas. Ha sido el fruto de años de investigación, de la apuesta decidida por nuestras latitudes de las firmas proveedoras de enemigos naturales al desplazar técnicos y recursos al Mediterráneo además de las empresas propias, de la tenacidad de los técnicos que están en los invernaderos y también de los agricultores que han sabido ver los beneficios de los nuevos métodos.

Ahí el triángulo de la Figura 1 ha dado, por fin, resultados. El reto reside actualmente en si los protagonistas van a poder seguir el ritmo de la demanda de la innovación que crece incesantemente.

En el cultivo frutal -y en especial en manzano y peral- también se han experimentado mejoras notables. Hace poco más de una década la araña roja se llevaba la palma en número de intervenciones químicas en manzano; actualmente la media en las explotaciones bien llevadas no llega ni mucho menos a uno por campaña. También en este punto es necesario recordar la labor de la investigación (la colaboración entre la Universitat de Lleida-IRTA y la Politécnica de Valencia fue decisiva en aquel momento y ¡como no recordar a Josep Costa que durante tantos años fue el nexo de unión entre ambos!). La brillante labor de los técnicos de las ADVs y la sensibilidad de los fruticultores hicieron el resto. Hoy en día quedan retos importantes; el control de la psyla en peral es probablemente el más acuciante ante el final de vida comercial de los productos insecticidas que se han estado usando en los últimos años. Pero ahí cabe decir que ha sido un final anunciado desde hace años; desde entonces no dejo de sorprenderme que los lamentos hayan sido tan estériles cuando algunas soluciones técnicamente factibles han sido apenas adoptadas aun a pesar de haber demostrado su potencial (Figura 2).

Los cítricos, en todas partes del mundo, han estado entre los cultivos más dinámicos e innovadores, también en el ámbito del control de plagas y muy particularmente, en el control biológico. En España han sido pioneros del control biológico en la postguerra civil (antes ya hubo intentos insignes) con el establecimiento del parasitoide Cales noacki para el control de la mosca blanca. El complejo de plagas que habitualmente están presentes en nuestros cítricos ha obligado a poner en funcionamiento los sistemas más selectivos de control químico, a favorecer otros parasitoides o depredadores además del reseñado para mosca blanca, a ensayar con éxitos sólo muy relativos el control autocida, a no desdeñar la fauna autóctona para el control de minadores y otros muchas actividades.

Probablemente es en los cítricos donde el control exige de mayor esfuerzo integrador. Los problemas que en los últimos años está causando la mosca mediterránea de la fruta, agravados por los problemas de exportación a países con disposiciones cuarentenarias, ponen de nuevo de actualidad a esa especie.

A pesar de estar entre las plagas que mayor financiación para investigación han tenido en España, su control no ha mejorado acorde con esa inversión ni muchísimo menos. Sea por tanto ese un ejemplo del camino a evitar. Por lo que empiezo a ver publicado, parece que la iniciativa del IVIA y otras instituciones de centrar su esfuerzo investigador en esa especie empiezan a dar sus frutos y probablemente podamos ver pronto mejorado el control de la mosca en los programas de control integrado en cítricos.

 

Herramientas viejas, remozadas y otras nuevas para el control integrado

La mayor parte de sistemas de control integrado con aplicación comercial se basan hoy en día en el control biológico, las prácticas culturales y los fitosanitarios selectivos, con importancia creciente de las sustancias modificadoras del comportamiento, y todo ello acompañado de herramientas fiables y fáciles de utilizar para la correcta toma de decisiones. A los productos fitosanitarios ya nos hemos referido antes y cabe aquí solamente subrayar, como componente imprescindible del control integrado, la necesidad de seguir ganando selectividad.

El control biológico, que tiene en su haber indudables éxitos en los más de 125 años de aplicación en la era moderna, se ve forzado a renovar sus estrategias a la vista del creciente criticismo hacia las prácticas del control biológico clásico basado en la importación y suelta de enemigos naturales exóticos (Figura 3). Los casos documentados de impactos negativos en la fauna autóctona y otros problemas, parece que Coccinella septempunctata en los EE UU y Harmonia axyridis en Europa están entre ellos, han empujado a legislar sobre esa forma de usar el enorme potencial de los depredadores y parasitoides para el control de plagas y reorientar la innovación en este campo hacia el aprovechamiento de los recursos locales de enemigos naturales, lo que se ha llamado control biológico por conservación. También en España, después de la popularidad de los métodos del control biológico clásico parece interesarse por fomentar la investigación in situ para el manejo de la fauna indígena.

Las prácticas culturales, el componente modesto y silencioso del control integrado, van orientadas a aumentar en lo posible la resistencia del medio al crecimiento de las poblaciones de plagas o hacer aquél más favorable para los enemigos naturales. La detección de aquéllas prácticas que hay que corregir o la introducción de algunas nuevas con el doble objetivo mencionado exigen de estudios minuciosos y pacienzudos acerca de la ecología de nuestros cultivos en relación a las plagas y sus enemigos naturales. La bibliografía española contiene ejemplos insignes de estudios similares, casi ninguno de ellos puestos al día y apenas completados con nuevas especies de plagas. Escasos son los estudios, todavía, de la ecología de enemigos naturales aunque el auge que está experimentando el control biológico de conservación en nuestro país empieza a corregir esa laguna.

Otros métodos, además de los comentados, colaboran a hacer más efectivo el control integrado y singularmente en algunos cultivos y situaciones lo hacen posible. La resistencia vegetal es uno de ellos. El uso de la resistencia de lasplantas cultivadas a las plagas sigue siendo una asignatura pendiente a pesar del gran avance experimentado en los últimos decenios en el conocimiento de las relaciones entre plantas e insectos fitófagos. Su mayor aportación al control integrado ha sido probablemente a través de la resistencia a enfermedades vegetales, particularmente a virosis; ello facilita el control de los vectores. El desarrollo de la ingeniería genética y sus aplicaciones a la sanidad vegetal abre sin duda un enorme potencial para el control de plagas. El caso de los cultivos Bt, en especial el maíz Bt como único cultivo transgénico cuya siembra ha sido autorizada en España, puede resultar paradigmático. Un estudio llevado a cabo por agrónomos y economistas de la UE acerca del impacto social y económico del cultivo del maíz Bt en España y publicado recientemente en Nature Biotechnology ilustra los beneficios que pueden resultar de ese tipo de cultivos al aumentar el rendimiento y evitar tratamientos fitosanitarios. El controlmicrobiano es otro campo en donde cabe esperar un aumento importante de uso ante las posibilidades de la biotecnología de microorganismos. Por otro lado, las formulaciones con que hoy en día se aplican hacen posible su uso en condiciones vetadas hasta hace poco. Las feromonas han visto eclosar su aplicabilidad mediante la técnica de confusión sexual; el éxito en la confusión de plagas como el Chilo del arroz representa un ejemplo cada vez menos aislado; cabe esperar, sin embargo, que los estímulos que tiene en la actualidad la aplicación de esa técnica sean suficientes para aumentar la superficie cubierta.

Las feromonas tienen la gran ventaja de que son fáciles de integrar en programas de control integrado por su alta selectividad; su aplicación y permanencia suficiente en el cultivo precisan, sin embargo, mejorarse para reducir su coste, aumentar la eficiencia y facilitar su empleo. Otras sustancias de comunicación de la propia planta o de otras fuentes podrían ser los próximos protagonistas en el uso del comportamiento de insectos para su control. El control autocida, por fin, puede citarse en esa rápida panorámica del desarrollo del control integrado en España, por la novedad de su resurgimiento para el control de la mosca de la fruta. Cabe esperar del rigor con que se ha abordado en esta etapa el uso de machos estériles ?sea por irradiación sea por quimioesterilización- que contribuya al control de esa plaga que tanto daño está realizando al sector citrícola.

El control integrado se ha beneficiado no solamente del progreso en los métodos de control sino también de las herramientas que mejoran su eficiencia.

Muchos de los métodos actuales basan su eficacia en la oportunidad de aplicación lo que exige de técnicas de seguimiento de poblaciones fiables yfáciles de emplear. El empleo de feromonas para ese objetivo es un ejemplobien conocido y que se ha generalizado sobremanera en los últimos veinte añosgracias a su mejora y a la presencia de técnicos que conocen su uso para la tomade decisiones.

La colaboración creciente entre agricultores que mitigue los problemas derivados del pequeño tamaño de nuestras explotaciones está facilitando las actuaciones a escala de zona. Los sistemas de información geográfica ayudan en esa aproximación al igual que la aplicación de técnicas de geoestadística -que han empezado a aplicarse en el campo de la sanidad vegetal- y otras herramientas para la llamada agricultura de precisión. La modelización también está contribuyendo a facilitar la adopción de métodos de control de manera eficiente; en ese ámbito sigue siendo escaso el uso de modelos fenológicos que basándose en datos fáciles de tomar y procesar, como son la temperatura y la humedad, permitan mejorar la eficiencia del control por su oportunidad.

Por fin refirámonos a la formación universitaria en relación al control integrado. La disponibilidad de investigadores y técnicos de alta cualificación es imprescindible en todos los sectores productivos de la agricultura pero es máxima en actividades como el control de plagas, enfermedades y malas hierbas en donde la mayor innovación es el cambio en las maneras de hacer las cosas (know how) más que en las materias primas. A medida que la universidad española, y las escuelas de ingenieros agrónomos en particular, se han sumado al carro de la I+D ha aumentado la calidad de la enseñanza que imparten y ha permitido a sus titulados ser más sensibles a la innovación y en saber generarla y aplicarla. De cara a la adaptación al espacio europeo de enseñanza superior (Bolonia en pocas palabras) un postgrado en control integrado de plagas, enfermedades y malas hierbas puede aportar un grano más en esa evolución favorable del control integrado en España.

Quede para el final, como colofón, el felicitar a toda la redacción y equipo de PHYTOMA por el acierto en haber puesto en marcha esta revista, en mantenerla durante 20 años con gran profesionalidad, y en organizar todas las actividades paralelas que se han llevado a cabo en este largo periodo. La divulgación es una parte de aquel triángulo innovador al que me he referido; en España, por este lado, la tenemos bien cubierta. Gracias por vuestro esfuerzo.

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