La agricultura, quizá el trabajo más viejo del mundo, tiene diversas maneras de ser ejercido. Como toda actividad, corre el riesgo de equivocarse en la elección de qué producir.

En ello, juega el tiempo que transcurre de hallarse "al dente". De ahí que quepa pensar en el que tarda el fruto o verdura en alcanzar la maduración y puesta a punto de ser consumida.

Parece normal pensar que los frutos de todo tipo, de hueso, de pepita, sin ellas, como los cítricos, por ejemplo, han de mantenerse bastante más tiempo en su base que los productos en "tierra campa".

De ahí que más allá de la mejor preparación de cada uno, así como el gusto de cada emprendedor, cabe pensar también que la dedicación de cada cual es el gusto y la tradición de su casa y su familia.

La cosecha de frutos, en general, es una al año. Ergo, las incidencias son luchas en su curso, para toda la agricultura. Pero en el caso concreto de la producción en árbol, el tiempo de exposición es un año, o sea, la obtención de una cosecha natural.

No sucede por igual en las verduras y hortalizas, que también tienen como enemiga a la climatología, pues viento, frío excesivo, lluvias tempestuosas son iguales para todas las producciones. Pero si la base -el árbol- se perjudica, ese año ya se ha perdido la cosecha. Nadie puede negar este hecho.

Veámoslo de otro modo, en la investigación agrícola, que tanto le deben unos y otros, sucede que el tiempo de estar sin producción en la que probar lo investigado, es también corto. Todas las incidencias lo impiden por igual. Añadamos a ello que los daños sean parejos, pero al no depender de una base -el árbol- la ventaja cae del lado de los productores de verduras y hortalizas, no porque salgan de tener pérdidas, pero pasado el frío, el agua, la dureza de la climatología en cualquier situación, pueden sembrar de nuevo, plantar, etc. (se habrá observado que excluimos aquí el trigo y productos semejantes que también les sucede como a las frutas: un año, una cosecha.

Este trabajo tiene una denominación acorde con el objetivo de la publicación de la revista PHYTOMA, sobre las cosechas. Y he recordado la fecha ya lejana en que inicié mis colaboraciones en prensa y radio sobre los cítricos con un libro publicado por esta editorial, titulado "LA NARANJA ENTRE MILENIOS: 30 años de citricultura con Leopoldo Arribas".

Comprar Revista Phytoma 201 - AGOSTO/SEPTIEMBRE 2008