Cuando en el primer congreso nacional de la Producción Integrada, convocado por la Federación de Cooperativas de la Comunidad Valenciana y celebrado en 1997, pronuncié esta palabra, incluida en el título de la conferencia magistral del congreso, aprecié desde el estrado numerosas caras de asombro, como respuesta al vocablo holístico. No quisiera que ustedes tuviesen esa misma reacción. Holístico puede traducirse al vocabulario cotidiano con esa expresión, tan común, de "ir de lo general a lo particular" cuando se plantea la discusión sobre un tema concreto. Lo hacemos a diario sin ser conscientes de ello. Este vocablo dio lugar a lo que se conoce como teoría de sistemas, que permite, por ejemplo que todos los semáforos de la ciudad de Almería hagan posible una circulación fluida, evitando cualquier caos de movilidad.

 

¿Que tiene la agricultura de sistema, de holística?

¡Todo!. La cotidianeidad nos lo está indicando continuamente. La preocupación de los consumidores, cada vez más insistentes, por la seguridad alimentaria y por la conservación del medio ambiente, están obligando a cambiar la forma de producir en agricultura en todo el planeta. Fenómeno que, de manera muy marcada, se ha instalado en las sociedades más desarrolladas. Ciertamente, las sociedades parece que cambian. Ahí está la historia para demostrarlo. Una breve retrospectiva temporal, aquella que alcanza a mis vivencias como ingeniero agrónomo, pueden servir como breve perspectiva histórica. Allá por los años 70, se consideraba como índice de desarrollo de un país el uso de productos fitosanitarios.

Desde el año 1997, el Protocolo de Montreal, suscrito por más de 180 países, ha acordado la eliminación de un fitosanitario muy utilizado desde hace 50 años para desinfectar los suelos, puesto que destruye la capa de ozono de la estratosfera que nos protege de los rayos ultravioleta contenidos en la radiación solar. Protección que alcanza a nuestra salud, puesto que ocasiona melanomas de piel y cataratas de manera contrastada, al igual que lo hacen los gases utilizados como refrigerantes. Este descubrimiento le valió el reconocimiento internacional al Dr. Molina, mexicano que recibió el Premio Nobel. Un premio menor ha ensalzado a la agricultura almeriense al ser galardonada internacionalmente por no usar el mentado bromuro de metilo a través del premio anual que concede la Agencia Norteamericana de Medio Ambiente (EPA), hecho al que no fue ajena la Universidad de Almería. Cambiar una parte de las que componen el sistema agrícola, ha supuesto tener que encontrar sustitutos en todo el planeta para el fumigante del suelo, lo cual ha generado conocimientos que antes no se tenían en cuenta pero que han mostrado el desequilibrio del sistema agrícola y su consecuente degradación del medio de producción más importante: el suelo.

Que un sistema puede cambiar sus propiedades si se modifica una de sus partes sin evaluar como se comporta el conjunto, no lo pone de manifiesto solamente el ejemplo anterior. Otros podrían traerse a colación, pero me he permitido elegir la denominada segunda revolución verde. La primera ocurrió en el neolítico ?hace unos diez mil años? cuando el hombre abandonó la trashumancia y se convirtió en sedentario. De nuevo los descubrimientos sobre la elevada productividad de los cereales (arroz, trigo, cebada, etc.) merecieron el reconocimiento al Dr. Borlang con la concesión del premio Nobel. Modificar genéticamente las variedades para hacerlas más productivas, comportó el cambio en los sistemas productivos en amplias zonas del planeta: abonos minerales de síntesis química y maquinaria agrícola, entre otros.

Los entusiastas agrónomos y fitomejoradores, proclamaron por activa y por pasiva que dichos descubrimientos acabarían con el hambre en el mundo.

Juzguen ustedes, más de 30 años después, como han quedado aquellas pretensiones.

Entre otras razones fueron las plagas y las enfermedades, una parte importante del sistema agrícola, las que se encargaron de provocar epidemias insoportables a las que estaban adaptadas miles de variedades vegetales locales que desaparecieron con la llegada de las más productivas. Aquellas plagas y enfermedades que no pudieron ser controladas satisfactoriamente con el uso de los pesticidas.

De nuevo otra parte del sistema agrícola, cuya modificación ha provocado resultados indeseables en el sistema. Indeseables por algunas razones que merece la pena referir, aunque sólo sea brevemente, dada, además la actualidad de alguna de ellas. Los residuos de estos químicos son motivo de una legislación específica para preservar la salud del consumidor y del aplicador, sea este o no agricultor. Esta legislación obliga a manejar de una manera concreta el tratamiento de plagas y enfermedades. Sin embargo, cabría preguntarse hasta cuánto protege esta legislación. Para muchas materias activas pesticidas no lo sabemos. Un ejemplo, no por manido menos preocupante, lo brinda el diclorodifenil tricloroetano, el comúnmente conocido como DDT. De nuevo, otro premio Nobel reconoció su labor al Dr. Müller en 1947 por el descubrimiento de las propiedades insecticidas de esta molécula clorada sintetizada en la centuria anterior. Y fue un premio ajustado a la gran cantidad de vidas que se salvaron al controlar el mosquito transmisor de tifus exantemático en los frentes bélicos de las 2ª Guerra Mundial. Las esperanzas para el control soportable de la malaria, la enfermedad del sueño y otras, pueden ajustarse, ahora, más de medio siglo después. Su uso en agricultura produjo beneficios indudables al controlar con gran eficacia numerosas plagas. Abrió una nueva época. Sin embargo, poco tiempo después de generalizarse en los cultivos, dos hechos, hasta entonces desconocidos, pusieron en entredicho su valor. Por un lado, aparecieron nuevas plagas hasta entonces no consideradas: los ácaros. Esos diminutos arácnidos parientes muy próximos de los que originan alergias en los humanos, enfermedad que no hace tanto estaba poco generalizada, por no decir desconocida entre el común de la población. Por otro, los insectos-plaga que se pretendía controlar con su uso se hicieron resistentes. Es decir, se podían alimentar con el veneno que antes los mataba. Este hecho está generalizado para todos los fitofármacos y ha obligado a modificar sus usos con estrategias donde hay que tener en cuenta el resto de los componentes del sistema agrícola. Paralelamente a esta flaqueza, se puso de manifiesto la peligrosidad del DDT en lo que atañe a la salud de los consumidores. Pronto se supo como los residuos en los vegetales se acumulaba en las grasas de los consumidores y, a su vez, era capaz de pasar a los lactantes a través de la leche materna. Con ser estas consecuencias importantes, tanto que su uso fue prohibido en la mayoría de los países, la prohibición no concluyó con sus nocivos efectos. Más de quince años después de la eliminación de sus usos en agricultura y ganadería, los ornitólogos que estudiaban el comportamiento de las gaviotas azules del lago Ontario, comprobaron en éstas un comportamiento reproductivo anómalo. Los machos anidaban juntos y las hembras hacían lo propio pero los huevos eran infértiles. Ítem más, en los machos se había desarrollado un oviducto que no era funcional. Aquellos ornitólogos concluyeron que las billonésimas partes de DDT presentes en el agua del lago ?¡más de 15 años después de su prohibición!? habían sustituido a los promotores hormonales de las gaviotas, cambiando de esa manera su ancestral comportamiento reproductivo.

Numerosísimos trabajos posteriores han demostrado este cambio de comportamiento en moluscos marinos, evidenciando así su presencia ?y la de otros? en las aguas marinas y oceánicas. Incluso se ha intentado establecer una relación entre el uso de productos desinfectantes con DDT, para eliminar los piojos en los niños y la baja fertilidad de los jóvenes varones. Trabajos a los que la Universidad de Almería no ha sido ajena. Está por tanto, bien justificada la revisión que la Unión Europea está haciendo de los pesticidas, reduciendo drásticamente su uso a una sexta parte de los autorizados no hace más de un lustro, tomando estos nuevos conocimientos toxicológicos junto con otros para la autorización de su uso.

Basten estos dos ejemplos, trascendentes por su perspectiva en el tiempo, para reiterar el planteamiento titular de esta lección inaugural del curso: la agricultura o es un sistema, es holística, o dejará de ser agricultura. Compruébese como variar una parte del sistema trasciende al entorno y a la salud del consumidor y del propio agricultor.

 

 

¿Puede la agricultura de Almería adaptarse a estos retos?

Debe y puede. Además, se los están exigiendo para mantenerse en los mercados que abastece.

Es ya un tópico hablar del "milagro" de la agricultura almeriense. Lo cierto es que conforma un modelo de desarrollo agrícola consultado y referido en los países más alejados que puedan ser imaginados. Es un modelo de producción intensiva de bajo costo, lo cual en la producción agraria tiene un valor importante.

En agricultura el ahorro es la base de la ganancia. Prueba de ello es la propiedad pública del sistema arenado de cultivo base de ese "milagro", antes aludido, al permitir cultivar con suelos, con aguas salinas y especies vegetales que de otra manera no se desarrollarían. Por cierto, enarenado del suelo que es evocado en el S XIV por el agrónomo almeriense Ibn Luyun, en su Tratado de Agricultura, al menos en tres ocasiones. Aprovecho este marco para sugerirle a las autoridades universitarias que bien podría servirse esta obra como obsequio para visitantes ilustres. De igual manera que los consistorios municipales podrían tomar en consideración el rotular alguna calle con el nombre de este ilustre notario del siglo XIV, teniendo en cuenta para ello la importancia económica que la actividad agrícola tiene.

Pero, no es esta la única aportación de la agricultura de Almería que afectó a toda la superficie dedicada al cultivo. Por no abundar en cuestiones conocidas tanto como discutidas, baste señalar como cualquier iniciativa que se generalice en los campos almerienses sigue siendo parte de es modelo mejorado a imitar.

Así, el famoso "barrido cero" del campo, impuesto por las normas que hacen posible la trazabilidad de cualquier producto que sale de las cooperativas y alhóndigas y que fueron exigidas por los compradores y que abre el camino para una producción de calidad, abordó una tarea urgente, desconocida hasta ese momento en cualquier otro rincón del mundo. Es decir, Almería genera al año un millón de toneladas métricas de restos vegetales, aparte los plásticos y alambres. Hubo que idear un sistema de reciclado de todos esos restos que no sólo afeaban el paisaje sino que, además, eran reservorios de plagas y enfermedades peligrosas para las siguientes plantaciones. Los plásticos encontraron su camino de reciclado para transformarse en otros plásticos, evitando así el peligro que supone el poder cancerígeno de las dioxinas ?el famoso agente naranja de la guerra de Vietnam? que se producen con su ignición. Este conocimiento debería mover las conciencias y disuadir a aquellos que provocan noches de San Juan sofocantes. Una mención especial merece el reciclado de los restos vegetales de cosecha. He de recordar aquí el proyecto pionero diseñado por el Ayuntamiento del Ejido, mediados los años ochenta. El consistorio municipal dictó una normativa local que ordenaba la retirada de los restos de cosecha del municipio para su posterior compostado y utilización como materia orgánica a los cultivos. Desde el punto de vista holístico, significaba equilibrar el sistema, retornando al suelo gran parte de lo que este había producido. Hay que recordar, una vez más y nunca será suficiente, que la materia orgánica en el suelo es la químicos, limando su mala utilización, a veces abusiva e innecesaria. Los episodios en los mercados europeos durante la pasada campaña pueden deteriorar de manera importante las exportaciones. Y existe, por ello, un fundado temor.

De nuevo la concepción holística de la agricultura se hace imprescindible. Un parte del sistema ?el control de plagas? incide en el resultado final. En este punto, justo es señalarlo, hay una infraestructura de conocimientos, que se conoce como Producción Integrada, generada por la investigación financiada por la Junta de Andalucía desde hace más de 15 años ?a la cual no ha sido ajena la Universidad de Almería? por el propio sector privado de los pesticidas y por algunas cooperativas. En la actualidad la creación de empresas de base tecnológica, donde investigadores y profesores pueden participar en colaboración con el sector privado para atender necesidades de investigación que éste necesite.

Empresas que pueden tener una participación muy activa para atender el manejo integrado de plagas y enfermedades, como demanda el mercado. O en otros aspectos, como es el de las semillas de hortalizas de las cuales el campo almeriense es, completamente dependiente.

Basten estas reflexiones sobre el enfoque holístico en agricultura, para plantearse una pregunta que me parece crucial: ¿Qué puede aportar la Universidad de Almería al sector agrícola que con tanto ímpetu reclamó la impartición de las carreras de agronomía?

En primer lugar, y vaya esto por delante, pienso que la Universidad es un servicio público y, como tal, se debe a la sociedad que la sostiene. En el mismo plano debe situarse, que la universidad no se enseña a ser agricultor, el oficio se aprende al lado de los agricultores; desde aquí se imparten conocimientos que ayudan a interpretar ?y en consecuencia abren la posibilidad de mejorar? los conocimientos que los agricultores poseen de manera empírica y, como no podría ser de otra manera, a introducir nuevos conocimientos. Es por ello que la investigación desde la universidad tiene una importancia relevante.

En este punto es conveniente plantearse dos preguntas que atañen a la misma esencia de la institución universitaria: ¿Qué enseñar?¿Qué investigar?

Y deberían comprometer tanto a la sociedad a la que sirve ?planteando aquellas necesidades para el presente y para el futuro? como a los docentes adaptando sus programas de docencia y proyectos de investigación a los planteamientos sociales. En la hora actual esto es posible por necesario.

Desde la perspectiva de la docencia, el Espacio Europeo de Enseñanza Superior tiene una meta esencial en el desarrollo del alumno: los docentes deberán enseñar a aprender. Lo que significa que los modos actuales de la docencia deberán cambiar de manera sustancial. Hasta tal punto es así, que en el reparto del tiempo de enseñanza deberá computarse, en el plano de igualdad, el tiempo que el alumno necesita para estudiar la lección o tarea explicada por el profesor. En lo general, en la organización de los planes de estudios de agronomía, habrá que integrar las cinco titulaciones actuales en unos estudios de grado y en unos másteres de especialización o postgrado.

¿Se quiere mayor orientación holística que la de integrar las cuatro especialidades de ingenieros técnicos actuales en un solo tronco de contenido general agrario? Aunque estos títulos capacitarán para el ejercicio de la profesión, el espacio europeo prevé un segundo ciclo de especialización, donde podrán tener cabida tanto la formación profesional especializada de los futuros agrónomos como la de aquellos que deseen tomar la vía de la investigación o de la docencia, que se inicia con el doctorado. Tengo la percepción sobre un cierto fracaso de la titulación impartida en la Universidad de Almería de Ingeniero Agrónomo. Los egresados de nuestra universidad son empleados en el sector privado como ingenieros técnicos pero no como ingenieros agrónomos. Entre las razones que me han llegado para tal hecho es que no han sido formados en aquellas necesidades que el sector agrícola de Almería demanda: conocimientos sobre mercados e idioma inglés. Se está en el tiempo de expresar esas necesidades para organizar másteres oficiales profesionales. Hay, en la hora actual, una ventaja adicional más: en este momento los colegios profesionales de ingenieros técnicos agrícolas e ingenieros agrónomos cuentan entre sus colegiados con una pléyade de titulados formados en nuestra universidad, cuyas sugerencias y propuestas podrían tener una valía extraordinaria para conseguir esas metas de excelencia que harán que la Universidad de Almería alcance o no un prestigio nacional e internacional satisfactorio.

Y es importante señalar lo de internacional, puesto que los profesionales formados en nuestra universidad deberán ser reclamados por otros países que tienen como modelo el desarrollo hortícola de Almería. Los países de habla hispana son, sin duda, destinatarios de nuestros agrónomos. Huelga, al respecto, cualquier aclaración. De hecho la Universidad de Almería imparte cursos de enseñanzas propias en algunos de aquellos países y recibe, igualmente, alumnos para su capacitación en doctorado y en temas concretos.

¿Son otros países posibles receptores/destinatarios de nuestros egresados en agronomía? En la mente de todos está la propuestacondicionada de la Unión Europea para que Turquía entre a formar parte deella. Como está presente en nuestro ánimo su potencial productivo en frutasy hortalizas, y la competencia que para nuestras producciones ello puede representar.

Competencia que perturba a gran parte del sector cuando se mencionan los países del Norte de África, especialmente Marruecos. País, sin embargo, en el cual se han establecido ?y el flujo no cesa? empresarios agrícolas españoles, entre ellos almerienses. Quisiera, desde aquí, hacer un ruego al sector que debería plantearse la cuestión no como una competencia peligrosa e intolerable, si no como un campo donde los agrónomos podrían ir haciendo el desarrollo hortícola, dada la cantidad de experiencia y conocimientos acumulados en el campo almeriense. De la misma manera que desde Almería se importaron y se siguen adquiriendo innovaciones de otros países del mediterráneo y del continente europeo, también productores de hortalizas, y no por ello se hundieron sus producciones en 1986, cuando España ingresó como miembro de pleno derecho en la entonces Comunidad Económica Europea, hoy Unión Europea. Sería muy conveniente, en este punto, una participación de las Organizaciones Agrarias y de las Cooperativas en los planes de estudio que deberán elaborarse en breve. Planteando cual debería ser el papel de la universidad en esa propuesta de colaboración con las universidades norteafricanas, de manera que no se perjudicasen los intereses almerienses.

Termino, no sin recordar que en esa concepción holística de la agricultura se ha exigido a la agricultura, al menos desde que hay historia escrita, la belleza y la paz del campo. Y, todo ello de manera gratuita. Numerosas citas de Tratados de agricultura podrían se elegidos para reafirmar la anterior exigencia social. Pero para tal fin, he preferido tomar los dos primeros versos de un poema del geógrafo tunecino

 

Abu Abd Allãh al-Himyrai que a caballo entre los siglos XIII y XIV DDC escribió:

Almería, ¡descríbela!, me han pedido

"Granados silvestres y artemisa", he respondido.

Comprar Revista Phytoma 204 - DICIEMBRE 2008