Desde lejos, los campos de trigo de la Campiña parecen inmensas alfombras ondulantes, pero cuando la visión deja de ser panorámica y pasa a ser próxima, se va descubriendo por los sembrados una selva de animalillos en la que destacan infinidad de insectos.

Los pulgones, entre los que abundan los géneros Aphis, Rhopalosiphum, Sitobium?, tapizan los granos verdes de lasespigas y forman una especie de rebaños microscópicos capaces de alimentar,con sus exudaciones azucaradas, a las hormigas, que los transportan de aquípara allá como si de verdad fueran las vacas nodrizas de un cuentecico. Perocuando un día se producen lluvias algo fuertes, todo esa ganadería en miniaturase deshace, la mayor parte de los insectos son arrastrados al suelo, y como lasespigas ya están muy altas, éstos son incapaces de regresar a ellas. Los granosde trigo, liberados de la mayoría de los pulgones, terminan por gozarse ?términoprecioso con que denominan los labradores a esta fase fisiológica del cereal?.

Muy poco tiempo después, a los pulgones le salen alas, y se trasladan a otras plantas en pleno crecimiento, bien en parajes frescos naturales, o cultivados mediante sistemas de riego. Una vez maduro el trigo, el labrador lo cosecha, y los granos caídos al suelo son recogidos y almacenados por las hormigas durante el verano.

Los pulgones han dejado de parasitar al trigo en el momento oportuno, el labrador ha recogido su cosecha, y las hormigas se han conformado con los granos desparramados por el campo. Realmente, contemplar ese espectáculo donde los actores son insectos es como asistir en directo a un cuentecico fantástico, pero con final feliz; a diferencia de aquella fábula de la "Cigarra y la hormiga", que más que cuento para niños, parece una historia para sádicos.

Pero algunas veces, sin que se sepa muy bien por qué, los pulgones desaparecen absolutamente de las espigas, y las hormigas, sin ninguna vaquita a la que "ordeñar", se dedican a comer los granos, con lo cual transforman su función lamedora de jugos de pulgones por otra masticadora de espigas; entran en competencia con el hombre y "se transforman" en plaga. Aunque a la mayoría de los agricultores, lo que en estos momentos les preocupa no son las plagas, sino la política.

Desde la Revolución verde, la agricultura europea ha cambiado varias veces de rumbo. En esos cambios, los labradores han recibido considerables ayudas económicas con el interés político de que se adaptaran a las directrices marcadas.

Ahora, después de medio siglo, se comprueba que esas políticas, aún con evidentes resultados positivos, estaban equivocadas en lo fundamental ?se apostó por lo fácil: el énfasis se puso en la cantidad, en lugar de en la calidad?.

Aquella Revolución provocó una productividad excepcional que generaba excedentes para cuyo almacenamiento se necesitaban gastar considerables recursos.

Por otra parte, esas producciones extraordinarias desequilibraban los mercados agrícolas y arruinaban a los países más pobres. A partir de entonces, se ha cambiado varias veces la política agraria europea, y ello se ha reflejado también en los calificativos que han matizado al sustantivo: agricultura integrada, sostenible, biológica, ecológica? En el penúltimo cambio ministerial ocurrido en España, el término agricultura desapareció de los nombres de los ministerios, y se cambió por el de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino; cambio que parece manifestar el verdadero interés de los políticos: enfriar la Agricultura a cambio de estimular la cultura del Mundo rural, fijar la población al campo y conservar el Medio ambiente.

Ese criterio quizá sea acertado, pero a muchos de los que trabajamos cerca del campo nos produce vértigo. Si elegimos uno de los agroecosistemas actuales del sur de Europa, la Dehesa arbolada, y estudiamos cómo se relacionan en ella la agricultura y el medio ambiente, podremos comprobar que ella permite la ganadería, produce corcho y madera, caza, miel, setas, plantas medicinales? fija el suelo, enriquece y purifica el aire?; pero para que ese medio ambiente y el mundo rural que lo rodea se mantengan, es "absolutamente" necesaria la Agricultura (labradores con tractores, aperos, fertilizantes, fitosanitarios?).

Perdido entre estas reflexiones, no puedo dejar de acordarme de las hormigas, los pulgones y las espigas. ¿Se deteriorará el Medio ambiente ?lo contrario de lo que se pretende? con la desaparición de la Agricultura, al igual que se arruinan las espigas comidas por las hormigas, al desaparecer todos los pulgones?

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