¡Si es que el campo se ha quedado muy atrasado?! No tenéis más que ver la pinta de estos hombres? Era el comentario que hacían unos espectadores de la manifestación que los agricultores realizaron el pasado mes de noviembre, en Madrid, contra la política agraria del gobierno.

Y con gran suficiencia opinaba otro: «Hasta que no llegue la biotecnología al campo, el mundo rural será "la Cenicienta" de Europa».

Comentarios que no deben extrañar a tenor de las informaciones que diariamente aparecen en los medios de comunicación, y en las cuales se presenta la biotecnología como salvadora de la civilización.

Desde que Watson y Crick publicaron en Nature el artículo Molecular structure of nucleic acids sobre la estructura molecular del DNA, la biología se ha convertidoen la protagonista de esa obra dramática que la ciencia representa para la Humanidad.

Desde entonces, esta disciplina científica no se ha bajado del escenario, y entre los papeles estelares que representa está la biotecnología, mediante la cual el hombre puede manipular genes y proteínas con interés para la medicina, agricultura, energía?

Y la biotecnología también ha llegado a la sanidad vegetal: plantas transgénicas para defenderse de las plagas, marcadores moleculares para la identificación de genes resistentes a parásitos, utilización de la reacción antígeno-anticuerpo?

Realmente, no se puede negar que el avance conseguido en el progreso de la salud de las plantas ha sido importante. Pero alrededor de la biotecnología, como casi siempre ocurre cuando la ciencia hace un descubrimiento, aparece una beatería encargada de exaltar, hasta el aburrimiento, cualquier trabajo que se desarrolle desde el nuevo invento.

Los que hemos cumplido los sesenta años recordamos la revolución provocada por el descubrimiento de la penicilina, un terapéutico eficacísimo contra la mayor parte de las enfermedades infecciosas provocadas por bacterias, y cuya comercialización ?en plena II Guerra Mundial? hizo que aquel producto fuera considerado milagroso, y Fleming, su descubridor, un salvador de la Humanidad.

Alrededor de los antibióticos surgieron batallones de científicos y tecnólogos presentando trabajos cuyo mérito principal era el de estar referidos al ámbito del nuevo descubrimiento. Auspiciadas también por la novedad, se crearon potentísimas empresas para la fabricación de antibióticos; y en España, durante la segunda mitad del siglo XX, nos atiborraban de estas medicinas hasta para combatir un simple catarro, consecuencia de lo cual ha sido la aparición de cepas de bacterias resistentes a estos fármacos. Por aquel entonces, cualquier trabajo científico sobre antibióticos era considerado del mayor interés, aunque no aportara más que una sarta de obviedades obtenidas mediante complicados artefactos. Y los españoles estaban convencidos de que los descubrimientos de Fleming se obtenían en unos grandes y misteriosos laboratorios.

Cuando en 1949 el corresponsal de ABC en Londres, Jacinto Miquelarena, consiguió entrar en el "Saint Mary´s Hospital" donde Fleming investigaba, experimentó una gran frustración al constatar la modestia del laboratorio de aquel sabio: "los aparatos de investigación que yo he visto allí son estos: una pila delavar?, un calentador de gas?, una serie de probetas taponadas con algodón?,unos cuantos microscopios, y en suma poco más de lo necesario para hacerseel té. De allí salió la penicilina". ?Parece evidente la diferencia entre la genialidad de Fleming y la beatería que apareció a su alrededor? La creatividad no necesita disfrazarse de mucho aparato para demostrar su valor.

Einstein produjo el mayor impulso científico desde Newton apoyado, principalmente, en su intuición y en las matemáticas; y en el laboratorio de Fleming, para asombro del corresponsal del diario ABC, solo había algunos microscopios y unas probetas.

Sería una insensatez prescindir hoy de la biotecnología como instrumento para el progreso de la agricultura, en general, y de la sanidad vegetal, en particular; pero sin olvidar que la creatividad se puede servir de los aparatos, pero no puede ser sustituida por ellos.

La biotecnología que llegue al campo bienvenida sea, pero es muy poco probable que sea ella sola la que transforme el mundo rural de Cenicienta enprincesa. Quizá la solución esté, más bien, en cuestiones tales como cooperación, responsabilidad, esfuerzo, exigencia, política agraria?

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