En el BOE del pasado seis de mayo, nos encontramos plasmado lo aprobado en el Consejo de Ministros del viernes, 30 de abril, la supresión de varias Direcciones Generales, entre ellas la del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA), que aunque era ya conocida por la prensa lo aprobado en ese Consejo de Ministros, algunos no nos podríamos creer, la degradación, del único Centro de Investigación de carácter estatal, dedicado exclusivamente a la investigación Agraria, y que además tiene importantes funciones, tanto en el ámbito estatal como en el autonómico en España, como a nivel de la Unión Europea, Iberoamérica y mundial.

Nuestro Instituto no ha nacido ayer, puesto que podemos considerar como precedentes las Estaciones creadas a finales de los años ochenta del siglo XIX, tales como la Estación Agronómica Central y la Estación de Fitopatología Agrícola, en donde se inicia el estudio de los problemas de la agricultura española desde un punto de vista moderno y la investigación sistemática sobre ellos.

Cerca de cuarenta años después, por Real Decreto de 22 de octubre de 1926, se crea el Instituto Nacional de Investigaciones y Experiencias Agronómicas y Forestales, en donde se englobaban diversos Centros de Investigación Agrícola, Forestal y Ganadera ya existentes.

Durante la República, en el año 1932, se desdobla el Instituto citado en el Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas, el Instituto Forestal de Investigaciones y Experiencias y el Patronato de Biología Animal, en donde se desarrolla la investigación agrícola, forestal y ganadera, respectivamente.

En el año 1971, por Decreto-Ley de 28 de octubre, se reorganizan los servicios de investigación del Ministerio de Agricultura, agrupando los tres Centros citados, en el Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias (INIA).

La importancia del Organismo creado, así como su trascendencia nacional e internacional, hacía necesario que su responsable tuviese nivel de Director General, y así se hizo.

Con el traspaso de las competencias de la investigación agraria a las diferentes Comunidades Autónomas, el INIA, además de su labor de investigación científica en las materias agrarias, y el apoyo científico-técnico a las políticas del Ministerio de Agricultura, del que dependía, tiene una función esencial en la gestión de la investigación agraria, a través de una Comisión Coordinadora presidida por el Director General del INIA y en la que participan los Directores Generales de Investigación Agraria de todas las CCAA.

El desarrollo de las actividades agrarias, así como su complejidad, hizo necesario la ampliación de la actividad del INIA, en cuestiones alimentarias y medioambientales, y nuestro instituto tuvo una nueva titulación, Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria, aunque conservó las siglas de INIA, siglas de un gran prestigio tanto a nivel nacional como internacional, en cualquier caso homologable a otras instituciones de gran prestigio, en otros países de nuestro entorno, como es el caso del Institut de la Recherche Agronomique (INRA).

En el año 1986, se promulgo la Ley de la Ciencia, y, obviamente, el INIA se la considero inmerso en ella, aunque, inexplicablemente, sus investigadores no se les concedieron participar en la evaluación científica que les daba derecho a optar por los sexenios científicos.

Conviene recordar, que en un principio la opción a los sexenios solo estaba reconocida a la Universidad, y fue por una norma posterior, ampliada al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), y no ampliada a los otros Centros de Investigaciones, con el pretexto de que estaban adscritos a otros Ministerios diferentes al de Educación.

En el año 2000, se crea el Ministerio de Ciencia y Tecnología, en donde se engloban los diferentes Centros de Investigación, con alguna excepción, como el Instituto de Salud Carlos III. Ministerio que en sus cuatro años de duración, estuvo regido por tres diferentes ministros.

En este período el INIA, dejaba de ser adscrito al Ministerio de Agricultura, después de decenios, y pasaba a depender del recién creado Ministerio.

En esa época, se crea la Escala de Investigadores de Organismos Públicos de Investigación (OPIs), y los investigadores nos vemos sometidos a una evaluación para entrar en ella, y lo hicimos, pero se nos siguió considerando de segunda.

Pero muchos seguíamos luchando por la agricultura española, puesto que aunque no nos reconocían desde ese Ministerio, nuestros méritos, el INIA tenía un prestigio de primera en España, la Unión Europea, Iberoamérica y en la totalidad mundial.

Y llegó el año 2004, y ganó las elecciones otro partido, y creó otro ministerio, el Ministerio de Educación y Ciencia, en donde se englobaron prácticamente todos los OPIs, entre ellos el INIA, y nos siguieron sin reconocer, y tuvimos otros dos ministros, en este caso ministras, pero el INIA seguía acrecentando la categoría científica de sus investigadores, así como la rigurosa selección de entrada, conviene saber que la inmensa mayoría de los que superaron el concursooposición a nuestro Instituto, habían ganado una beca del Programa Ramón y Cajal, es decir la recuperación de investigadores de excelencia, trabajaban en el extranjero, lo que se llama recuperación de cerebros.

Y llegó el año 2008, y fue revalidado el mismo partido en el gobierno de España, y volvió a crear otro ministerio, el Ministerio de Ciencia e Innovación, y tuvimos una nueva ministra, cuyo valor científico se le suponía, no obstante le había dirigido la tesis doctoral Margarita Salas, y un nuevo Secretario de Investigación, Carlos Martínez de reconocido prestigio como investigador y que venía de la Presidencia del CSIC, que ha durado alrededor de año y medio, y fue nombrado en septiembre de 2008, un nuevo Director General del INIA, Pedro Castañera, asimismo de reconocido prestigio como investigador y en gestión, había sido Director del Departamento en el INIA y en la CICYT, y era Profesor de Investigación del CSIC, y volvimos a tener fe de que el INIA sería reconocido en este nuevo ministerio, y seguimos luchando, esta vez con el apoyo decidido del Director General.

Y empezaron las decepciones, se nos negó la opción a los sexenios, aunque el Director General asumía su coste con fondos INIA, pero seguíamos con entusiasmo, se convocaron 10 plazas de Investigador A1, el máximo puesto de trabajo en investigación, el doble de las que existían en el año 2004, se mejoraba notablemente la carrera científica en el INIA, se creaban nuevos centros mixtos de Investigación, se acrecentaba la participación , en diferentes foros internacionales, ya fuese a nivel mundial, Unión Europea e Iberoamérica, en los que el INIA ostenta la representación española en el ámbito agroalimentario.

Con la decisión tomada por nuestra ministra, se frena las realizaciones, algunas no terminadas de nuestro Director General, en el que teníamos fundadas esperanzas, puesto que es cesado, al año y medio de su nombramiento.

Asimismo, conviene señalar, que en el equipo directivo del INIA, los dos Subdirectores Generales, el de Investigación y Tecnología y el de Prospección y Coordinación de Programas, son dos acreditados científicos, que tienen el puesto de trabajo de A1, y una acrisolada trayectoria en nuestro Instituto.

Todo lo expuesto, se puede en parte venir abajo, sin contar con el desprestigio de nuestro país en el extranjero, la desmoralización de los trabajadores del INIA, por una degradación del INIA, que difícilmente se puede explicar, salvo en el contexto de una falta de sensibilidad, no me atrevo a llamar menosprecio, del Ministerio de Ciencia e Innovación por la investigación agroalimentaria española.

Asimismo no es explicable la actuación del antiguo Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, actualmente MARM, ante la degradación de los dos OPIs, que afectan a ese ministerio, el INIA y el Oceanográfico.¿No habría sido menos malo, unir los dos OPIs, como se hizo con dos ministerios que ahora forman el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino?.

La degradación de la investigación agroalimentaria, afecta muy directamente, como es obvio, a la agricultura española, y por consecuente a los agricultores, como asimismo a los consumidores.

Siempre he sido un idealista, y abrigo la pretensión de que las ministras de Ciencia e Innovación y del MARM, mediten sobre la decisión adoptada sobre el INIA.

El que suscribe, hace cuarenta años que trabaja en el INIA, 22 años que alcanzó el puesto de trabajo más alto de Investigación, ha sido durante 23 años Responsable del Departamento de Protección Vegetal y actualmente coordina la Unidad de Productos Fitosanitarios, que además de realizar actividades de investigación, está responsabilizado de todo lo que atañe a los productos fitosanitarios, de competencia del MARM, de cara a la Unión Europea.

Este más que maduro investigador, me quedan nueve meses para la jubilación forzosa, como es obvio no pretende nada personal, pero mi amor por el INIA, me han hecho escribir estas líneas

Hace una eternidad ingrese en la Escuela de Ingenieros Agrónomos, con el lema "SIN AGRICULTURA NADA", sería deseable abandonar la profesión, con el lema "ALGO DE AGRICULTURA".

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