INTRODUCCIÓN

En el marco del análisis de la nueva Directiva sobre Uso Sostenible de los Plaguicidas que ha centrado las sesiones del XI Symposium Nacional de Sanidad Vegetal hemos expuesto algunas consideraciones sobre las repercusiones que para los profesionales puede tener el desarrollo de dicha Directiva y algunas carencias que perfectamente podrían haber tenido cabida en ella, como es la inexistencia de reconocimiento y posterior exigencia de una profesionalización científica y técnica a cuantos asesoran en los diferentes aspectos de la Sanidad de los Cultivos.

Y ello, en coincidencia con la puesta en marcha de las nuevas titulaciones agrícolas universitarias adaptadas al Plan Bolonia, la inminente liberalización de los colegios profesionales y la creciente preocupación de una sociedad (no siempre bien informada) por el medio ambiente y la seguridad alimentaria, lo que exige que los procedimientos y terapéuticas empleados tengan un altísimo nivel científico y tecnológico, para lo cual parece que sería conveniente que lo que hoy entendemos por sanidad vegetal se transformase en una medicina de las plantas, similar a la medicina de los animales.

 

La medicina de los vegetales

En los cimientos de la medicina humana, hay principios que parecen tener su origen en otros anteriores de la sanidad vegetal. Sorprende comprobar, al repasar la trayectoria de la medicina y la sanidad vegetal, la extraordinaria contribución de ésta última al progreso de la humanidad, y cómo muchos de los grandes avances de la medicina comienzan en la sanidad vegetal, sobre todo los que se refieren a ese paso importantísimo de la epidemiología, donde se empieza a relacionar la enfermedad con el patógeno. En 1860, Louis Pasteur demuestra científicamente, que las enfermedades infecciosas son producidas por los microbios, determinando los principios científicos de la inmunización. ?

Pues nada menos que unos cincuenta años antes, en 1807, Prevost había demostrado que la causa del Carbón del trigo es el hongo Tilletia caries, describiendo con gran precisión el patógeno.

También en lo que respecta a la terapéutica se adelantó la Sanidad Vegetal. Se considera que la quimioterapia comenzó en 1909, cuando el doctor Erlich descubrió un compuesto de arsénico, bautizado con el nombre de Salvarsan, al cual se consideró un fármaco casi milagroso contra la sífilis. ?Pero algunos años antes, en 1898, Millardet descubría las propiedades fungicidas del compuesto cúprico conocido como Caldo Bordelés, cuya acción fue decisiva para que se detuviera en Europa el hambre que había desencadenado el mildiu de la patata (Phytophthora infestans).

Respecto al papel social de la sanidad vegetal, sería un atrevimiento querer compararlo con los de las medicinas humanas o veterinarias; pero no se puede negar que los conocimientos científicos y tecnológicos de la sanidad vegetal han sido fundamentales para nuestra civilización al controlar algunas de las enfermedades de los alimentos básicos, tales como el mildiu (Phytophthora infestans) de la patata, las royas (Puccicna spp) y carbones (Tilletia spp y Ustilago spp?) de los cereales, etc.

Según estudios realizados por la FAO, en el año 2025 la población mundial será de 8.500 millones de personas ?actualmente estamos próximos a 7000?, motivo por el cual la producción de alimentos deberá ser "doble" de la actual. Se podría discutir en qué parte del mundo, o que países desarrollan principalmente la agricultura, pero es imposible prescindir de la producción de alimentos.

Del total de las plantas cultivadas en el mundo, el 80% se destina a la alimentación, y aunque se cultivan aproximadamente 300 especies, el 95% de los productos alimenticios se obtienen de poco más de una docena de cultivos (maíz, arroz, trigo, patatas, judías?). Estos cultivos, son susceptibles al ataque de 8.000 especies de hongos, 500 especies de nematodos, 175 especies de bacterias y 300 especies de virus, y según la misma organización, las plagas importantes reconocidas como tales en el mundo son 364.

Parece pues fuera de toda duda que para asegurar los alimentos que la humanidad necesita, es necesario defender a las plantas cultivadas de sus parásitos, es decir hay que preservar su salud, para

lo cual es necesario contar con una sanidad vegetal potente y eficaz.

Pero antes de nada deberíamos preguntarnos: ¿tiene la sanidad vegetal una verdadera estructura administrativa, formativa, profesional...?. ¿Existe un consenso científico, social y administrativo sobre su definición, funciones, estructura...?

Mientras en la medicina humana y en la veterinaria intervienen los facultativos médicos o veterinarios que diagnostican y prescriben por escrito las medidas terapéuticas que consideren más apropiadas a cada problema, la sanidad vegetal parece condenada a continuar sin el reconocimiento de lo que debería ser la medicina vegetal y los técnicos que a ella se dedican, los facultativos responsables del diagnostico y prescripción de los medios que técnicamente consideren más adecuados, que en unas ocasiones será el uso de fitosanitarios y en otras ?que duda cabe? la implementación de medidas alternativas (Cuadro 1).

Está suficientemente demostrado que la Sanidad Vegetal posee conocimientos y técnicas eficaces para conseguir la salud de las plantas, pero esos conocimientos no están armonizados entre sí, como ocurre en la medicina humana o veterinaria.

Por otra parte, y dado que la agricultura necesita contar, inexcusablemente, con la utilización de fitosanitarios, cuyo empleo está fuertemente cuestionado por potentes grupos sociales de opinión, las administraciones supranacionales y nacionales no han debido encontrar otro mecanismo de control de estos terapéuticos que restringir severamente su empleo mediante normativas, policía y sanciones.

¿No sería más eficaz, tal y como ocurre con la medicina veterinaria, formar a licenciados en medicina de los vegetales, y encomendar a ellos la tarea de la salud de los vegetales, preservando, al mismo tiempo, el medio ambiente?

 

Una nueva Sanidad Vegetal

Desde la entrada en vigor de la Directiva Comunitaria 91/414, se ha producido una preocupante disminución de más del 60% en el número de materias activas disponibles para resolver los múltiples problemas fitosanitarios que afectan a nuestros cultivos, así como una limitación en los usos de los productos que todavía permanecen, lo que está provocando un creciente descontento entre los estamentos afectados, especialmente agricultores y organizaciones profesionales, ante la falta de soluciones eficaces que aseguren la sanidad de los cultivos y contribuyan con ello ?como siempre ha sido? a su calidad y viabilidad económica.

A esta situación se añade ahora el nuevo paquete normativo comunitario: el Reglamento de Comercialización de los Productos Fitosanitarios y la Directiva de Uso Sostenible de los Plaguicidas, destinados teóricamente a armonizar el uso de los fitosanitarios con las demandas de consumidores y el respeto al medio ambiente y que contempla aspectos polémicos como la limitación-prohibición de los tratamientos aéreos y manifiesta una obsesiva focalización en los riesgos y efectos en la salud humana y el medio ambiente derivados del uso de los fitosanitarios, obviando otras consideraciones sobre aspectos técnicos, como son los aspectos formativos de los denominados "asesores", que deberán recibir una formación "apropiada" cuyo contenido básico parece corresponder a un temario sobre Prevención de Riesgos Laborales y que se centra en los riesgos y peligros asociados alos plaguicidas, los síntomas de intoxicación, losriesgos para las plantas, los insectos beneficiosos,la fauna silvestre, la biodiversidad y el medioambiente, los métodos de control biológico, lasprácticas de trabajo seguras para almacenar, manipulary mezclar plaguicidas y para controlar laexposición de los operarios, la preparación de losequipos de aplicación para que su funcionamientopresente los menores riesgos, etc., pero que nada les impone sobre el nivel de sus conocimientos científicos sobre plagas, enfermedades, ciclos biológicos, técnicas de control, etc. salvo nocionessobre estrategias y técnicas de gestión integrada deplagas, estrategias y técnicas de gestión integradade cultivos, principios de agricultura ecológica ymétodos de control biológico de plagas.

La citada Directiva se titula "de uso sostenible", si bien la sostenibilidad según la Declaración de Río de Janeiro (1992), consiste en satisfacerlas necesidades de las generaciones presentes sincomprometer las posibilidades de las futuras paraatender sus propias necesidades. Pero además de una sostenibilidad ambiental hay, ?aunque nadie parece acordarse de ellas cuando se utiliza la tan manida expresión- una sostenibilidad económica y una sostenibilidad social. En este contexto, ¿podrán satisfacerse las necesidades de producción de nuestros agricultores actuales?, ¿podrá mantenerse en el futuro un sector económico que entendemos estratégico y vital para nuestro país y para Europa, o nos veremos abocados a que produzcan otros?

¡Y paradójicamente, el nuevo Reglamento de Comercialización de Productos Fitosanitarios que viene a derogar la celebre Directiva 91/414, dice pretender la salvaguarda de la competitividad de laagricultura comunitaria!

 

Nuevos ingenieros agrícolas, nueva Sanidad Vegetal

En nuestro país, la evolución de la Sanidad Vegetal desde planteamientos empíricos a científicos, y desde el empleo de procedimientos físicos a biológicos, pasando por químicos, ha estado extraordinariamente influenciada por tres hechos fundamentales: la fundación de las Escuelas de Ingenieros Agrónomos e Ingenieros Técnicos Agrícolas ?en su comienzo, Peritos Agrícolas? en 1856; el establecimiento del Servicio de Extensión Agraria en 1953 y la creación de la Red Nacional de Estaciones de Avisos Agrícolas entre finales de la década de los sesenta y comienzo de los setenta del siglo pasado.

Innumerables han sido los investigadores y los técnicos de los Servicios de Sanidad Vegetal y de las empresas privadas ?fabricantes y distribuidoras? que han permitido que la sanidad vegetal española se haya situado al más alto nivel, a la vez que han proporcionado un continuo asesoramiento a los agricultores.

El problema actualmente reside en quienes en un futuro ya próximo podrían asumir el papel de esos facultativos que venimos propugnando, verdaderos asesores y expertos en Sanidad Vegetal, verdadero médicos de los vegetales. ¿Los nuevos titulados en Ingenierías Agrícolas según el Plan Bolonia, con una formación general, orientada ala preparación para el ejercicio de actividades decarácter profesional (Art. 9,1 R.D.1393/2007), con unos contenidos docentes en materia de Sanidad Vegetal que en la mayoría de las Escuelas no alcanzan más allá de generalidades básicas?, ¿o será imprescindible que Universidades y Escuelas de Ingeniería Agrícola, se conciencien de la necesidad y la oportunidad para los nuevos titulados, de ofertar ?cuando menos? Másteres Universitarios enSanidad Vegetal para que reciban una formación especializada, punto de partida de esa Medicina de los vegetales que algunos propugnamos como necesaria?.

Pero no podemos ser solamente algunos enamorados de la Sanidad Vegetal preocupados por su incierto futuro, ni tan siquiera los Colegios Profesionales con sus inquietudes, sus demandas y el apoyo a sus colegiados, sino las instituciones, los estamentos políticos y universitarios, los que deben contribuir en primera instancia a dotar de los medios necesarios, formativos y de reconocimiento profesional a las nuevas generaciones de ingenieros agrícolas, para que puedan satisfacer lo que la agricultura y la sociedad les demande.

Es muy probable que la creación de una titulación universitaria de "Medicina de los vegetales", bien como formación con nivel de grado, bien como master, sirviera para aumentar la sostenibilidad de la agricultura y preservar el equilibrio del medio ambiente.

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