El mercado actual demanda, cada vez más, productos de alta calidad. Este fenómeno se observa principalmente en el mercado agroalimentario, que se ve abocado a constantes cambios y mejoras para satisfacer las necesidades de un consumidor cada vez más exigente con la calidad del producto. La calidad de los productos hortofrutícolas puede ser definida desde dos puntos de vista. Por un lado, la calidad visual o apariencia externa, relacionada con atributos como, el tamaño, la forma, el color, la ausencia de defectos, la firmeza y la conservación poscosecha del fruto y por otro lado, la calidad organoléptica y nutricional, basada en parámetros como el sabor, el aroma y la presencia de compuestos beneficiosos para la salud. Son, precisamente estos atributos, los que el consumidor ha empezado a reclamar en los últimos años. Sin duda, a esta tendencia han contribuido numerosos estudios epidemiológicos desarrollados en la última década, que demuestran la relación existente entre nutrición y salud. En concreto, investigaciones recientes han constatado que la mayoría de los metabolitos secundarios presentes en frutas y hortalizas tienen un efecto beneficioso para la salud. 

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