La citricultura mundial se encuentra seriamente amenazada hoy en día por el Huanglongbing (HLB). Actualmente su control se basa en la eliminación de árboles sintomáticos, agresivos tratamientos insecticidas y excelentes prácticas viverísticas. Sin embargo, resulta prácticamente imposible la convivencia a largo plazo entre una citricultura rentable y respetuosa con el ambiente y la presencia endémica del HLB. Creemos que la única vía duradera y sostenible a largo plazo para lograr resistencia al HLB consiste en incorporar resistencia genética en aquellas variedades y portainjertos cítricos que se pretenda proteger.

En el año 2015 la Organización Europea y Mediterránea para la Protección de Plantas (OEPP) introdujo 331 especies en la lista de vectores y plagas peligrosas para las que se recomienda adoptar medidas de cuarentena. Entre las especies detalladas se encuentran Tryoza erytreae y Diaphorina citri, unos psílidos que se alimentan fundamentalmente de especies cítricas y excretan melaza sobre la que se suele desarrollar negrilla, pero su verdadera importancia radica en que son vectores transmisores de las bacterias Candidatus Liberibacter (americanus, africanus y asiaticus) causantes del Huanglongbing (HLB). Esta patología afecta al sistema vascular de la planta y se manifiesta inicialmente con brotaciones
amarillas y clorosis asimétrica en las hojas. Las ramas se van secando conforme la enfermedad progresa y la producción de frutos se reduce. Los frutos son pequeños, asimétricos, presentan inversión de color al madurar (la desverdización comienza por la zona peduncular) y sabor ácido y amargo, por lo que pierden valor comercial. Finalmente el árbol muere en un período de 5-10 años.

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