La Dra. María Arias Delgado, investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas durante cerca de cuarenta años y una impecable trayectoria, inaugura una serie de entrevistas a pioneras de la sanidad vegetal, profesionales que consiguieron abrirse paso en una época compleja y dejaron un importante legado. A sus 82 años, doce después de su jubilación, la nematóloga recuerda sus inicios, los proyectos en los que trabajó y analiza la evolución de los conocimientos en sanidad vegetal con la perspectiva que otorga el paso del tiempo.

La Dra. María Arias Delgado, investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas durante cerca de cuarenta años y una impecable trayectoria, inaugura una serie de entrevistas a pioneras de la sanidad vegetal, profesionales que consiguieron abrirse paso en una época compleja y dejaron un importante legado. A sus 82 años, doce después de su jubilación, la nematóloga recuerda sus inicios, los proyectos en los que trabajó y analiza la evolución de los conocimientos en sanidad vegetal con la perspectiva que otorga el paso del tiempo.

Después de estudiar farmacia, María Arias entró en el Instituto de Edafología, perteneciente al CSIC, a finales de los sesenta, para dedicarse de lleno a la taxonomía de los nematodos, que le llevaron a describir un nuevo género (Paratrophurus Arias, 1970) y varias nuevas especies de nematodos. Un profundo conocimiento taxonómico que posteriormente focalizó en los nematodos de la familia Longidoridae. Los nematodos transmisores de virus en la vid ocuparon una parte importante de su labor científica. En su última etapa, participó en un proyecto global, encabezado por el profesor Antonio Bello, sobre la búsqueda de alternativas al bromuro de metilo, en parte responsable del deterioro de la capa de ozono. Este proyecto presentó la biofumigación como alternativa no química a la desinfección del suelo.

En el artículo de homenaje que le dedicaron sus compañeros, se destacaba que “su sentido de equipo durante toda su vida profesional fue claro, y con el Dr. Antonio Bello trabajó durante más de 40 años de manera solidaria y con criterios y metas compartidos. Los frutos, hay que reconocerlo, han sido excelentes (…) Este sentido de equipo no hubiese sido tan prolongado si la entrega personal, su calidad humana, no hubiese ido pareja a su calidad científica”.

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