La mosca mediterránea de la fruta es una plaga clave en la industria frutícola a nivel mundial. La lucha contra esta plaga a base de atrayentes como alternativa a la aplicación de insecticidas sigue siendo un campo activo, en el que se han conseguido grandes avances. En este artículo se hace una breve revisión de las herramientas desarrolladas por Suterra para el control de este díptero durante las dos últimas décadas.

La mosca mediterránea de la fruta (Ceratitis capitata Wiedemann) continúa siendo una de las plagas que más preocupación suscita a nivel mundial dentro del sector frutícola. Se trata de una especie altamente prolífica y polífaga, que a afecta a una enorme variedad de cultivos. Las pérdidas económicas directas que provoca este insecto se estiman en el orden de los miles de millones de euros anuales. Por otro lado, las restricciones y requerimientos para la exportación son extremos, imponiendo gastos adicionales y grandes riesgos de comercialización sobre los productores.

Lejos de ser un problema reciente, la mosca de la fruta del Mediterráneo se reconoce como una de las grandes amenazas de la hortofruticultura industrial desde principios del siglo XX. La necesidad de disponer de una herramienta fiable y sensible para la monitorización de esta plaga despertó una intensa actividad en el ámbito académico, que culminó con el descubrimiento de la paraferomona sintética Trimedlure en 1966. Pese a que esta sustancia posee un gran poder de atracción para los machos de la especie, no tiene ningún efecto sobre las hembras, por lo cual resulta poco práctico en algunas circunstancias - como por ejemplo en la monitorización en zonas donde se realizan sueltas de machos estériles.

Por otro lado, la actividad en el desarrollo de atrayentes de base alimenticia ha sido intensa desde que se observara que esta mosca se siente atraída por disoluciones de sales amónicas o de proteínas en descomposición. Este conocimiento tradicional se ha ido depurando hasta alcanzar una gran variedad de mezclas y productos disponibles comercialmente. No obstante, estos atrayentes son poco específicos, de manejo incómodo y generalmente requieren reposición o recarga.

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