En el mundo existen cerca de cinco mil especies de áfidos, de las cuales alrededor de cien son las principales plagas de cultivos. Los áfidos tienen una tasa de reproducción alta y su tiempo de generación es muy corto, frente a la mayoría de los otros grupos de insectos. Estos hechos hacen necesario el establecimiento de un sistema eficaz que facilite la toma de decisiones sobre el monitoreo de las poblaciones y la predicción de brotes. Desde 1964, la investigación sobre insectos de Rothamsted [RIS, por sus siglas en inglés] ha puesto en funcionamiento una red de trampas de succión de 12,2 m con objeto de monitorear la fauna aérea migratoria a escala del paisaje1. Se puede pensar en las trampas de succión como en una especie de aspiradoras invertidas que capturan indiscriminadamente insectos pequeños y medianos (≤ 5 mg); en particular, áfidos.

Actualmente, hay en funcionamiento dieciséis trampas en el Reino Unido destinadas al monitoreo diario de los áfidos durante la temporada de crecimiento, para poder transmitir la información sobre la incidencia de plagas a agricultores, consultores y consejos reguladores, con el fin de reducir el uso profiláctico de insecticidas y el consecuente aumento de la resistencia. A medida que nuestras cadenas alimentarias adquieren un carácter global, hacen lo mismo la red de trampas de succión y las especies dominantes de áfidos invasores. Hoy en día hay 129 trampas operando en diecisiete países y muchas de las especies comunes en el Reino Unido son comunes en otros continentes. Durante años se han escrito análisis en torno a diversas actividades del RIS. 

A continuación, voy a presentar brevemente la interpretación del impacto del cambio climático en los áfidos desde el contexto científico del estudio RIS en los últimos quince años.

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