La avispilla del almendro, Eurytoma amygdali Enderlein, es detectada por primera vez en la Región de Murcia en 2018, en zonas colindantes a la Comunidad de Castilla-La Mancha, causando importantes daños en las plantaciones afectadas. Un proyecto con financiación FEDER abarca su estudio en la Región de Murcia con el objetivo de delimitar su expansión y establecer unas estrategias de manejo eficaces y sostenibles.

Los primeros resultados indican que la plaga no se habría extendido en 2019 más allá de las zonas en las que se encontraba en 2018, y que su incidencia en este segundo año habría sido inferior al primero, presumiblemente por la adopción de medidas de control que han resultado eficacez: eliminación de las parcelas de los frutos ‘aborregados’ y tratamientos durante la época de apereamientos y puestas.

La avispilla del almendro (Eurytoma amigdali Enderlein) es un himenóptero cuyos adultos, de color negro, tienen un tamaño de entre 5 a 8 mm. Originaria del oeste de Asia, está presente en varios países mediterráneos, como Grecia, Turquía o Francia. En España se detecta por primera vez en 2010 en plantaciones de almendro de Castilla-La Mancha, posteriormente de Valencia y Aragón y en 2018 en la Región de Murcia, circunscrita a plantaciones de los términos municipales de Jumilla y de Yecla.

Los daños causados por sus larvas son muy importantes, llegando a producir la pérdida del 90% de la cosecha al dejar las almendras secas ‘comúnmente conocidas como borregos’. Al abrir estos frutos se observa que la pepita está seca y conserva su tegumento de color marrón y en su interior se puede encontrar la larva, de unos 8 a 10 mm de longitud y color blanquecino.

Durante la recolección, los frutos afectados suelen quedar fuertemente adheridos al árbol, siendo el foco de propagación para el año siguiente. Actualmente, las únicas medidas conocidas de contención de la plaga es prevenir su dispersión a zonas no afectadas, mediante la limpieza de la maquinaria de recolección y evitar desplazar borregos con las producciones a las partidoras y almacenes, reducir los niveles de plaga que quedan en las parcelas de una campaña a la siguiente, mediante la recogida y destrucción de los frutos que permanecen afectados en los árboles, y los tratamientos fitosanitarios durante el periodo de apareamiento y puesta que realizan sobre los nuevos frutos receptivos.

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