La obtención de nuevas variedades de almendro ha tenido, como principales objetivos, conseguir floraciones más tardías con las que reducir las incidencias de heladas, y la autoincompatiblidad, problemas habituales en variedades antiguas. Como contrapartida, algunas de ellas presentan una menor tolerancia a enfermedades como monilia, fusicoccum, mancha ocre y otras plagas.

La disminución de materias activas en el Registro del Ministerio de Agricultura para el cultivo del almendro, junto al incremento en las superficies en ecológico, donde las materias activas para combatir estas plagas están todavía más limitadas, está complicando el manejo de algunas de ellas, que incrementan sus niveles poblacionales y generalizan los daños. Esta reducción de PF facilita también el resurgimiento de plagas secundarias, que amplía el abanico de problemas en las plantaciones.

Las soluciones ante estos problemas crecientes estarían en la introducción de nuevas tecnologías para su manejo, en la disponibilidad de herramientas eficaces y suficientes, incluidos productos fitosanitarios, así como en actuaciones fitosanitarias mancomunadas y coordinadas. 

El cultivo del almendro ha experimentado en los últimos años un importante aumento de la superficie de cultivo, sobre todo en el área mediterránea, donde las condiciones climatológicas son especialmente adecuadas para su cultivo. A este aumento de superficie ha contribuido la disponibilidad de nuevas variedades para solucionar el problema de autoincompatibilidad y de heladas en zonas tardías.

Entre los problemas fitosanitarios habituales en el cultivo del almendro, destacan los pulgones, el tigre, ácaros y orugueta, junto a hongos como monilia, fusicoccum o mancha ocre, que solían manejarse con eficacia con tratamientos disponibles y perfectamente posicionados en momentos fenológicos clave del cultivo. Otras plagas, como barrenillos, condicionadas por debilitamientos de los árboles por sequías prolongadas u otras causas, así como el gusano cabezudo, más asociada a patrones y a técnicas de laboreo que favorecen un sistema radicular más superficial, han presentado mayores dificultades de control.

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