Con la desaparición en los últimos años de varias materias activas ampliamente usadas para el control de lepidópteros, se hace cada vez más importante el uso de otros insecticidas en GIP, buscando la alternancia de diferentes modos de acción para evitar la creación de resistencias y extender así la efectividad de las materias activas disponibles.

En los últimos años se han descrito nuevas resistencias a insecticidas de síntesis en varias especies de lepidópteros. Estas especies son de las que más pérdidas económicas producen en los cultivos, lo que expone el riesgo de disminución de la eficacia de los tratamientos actuales. Con el horizonte actual, donde se vislumbra una limitación en el uso y reducción del riesgo de los insecticidas, se impone la necesidad de aplicar una eficaz estrategia de manejo de resistencias. Los baculovirus han demostrado ser una herramienta para la disminución del riesgo de poblaciones resistentes dentro de una estrategia GIP. Además, presentan efectos sinérgicos en combinación con otras materias activas disponibles (Zhou y col., 2023).

Los baculovirus son una herramienta muy útil para alcanzar el objetivo de una agricultura sostenible. Con su empleo, se respeta la fauna auxiliar y el medio ambiente, además de producir alimentos de manera rentable, segura y de alta calidad.

Los virus de la poliedrosis nuclear o nucleopoliedrovirus (NPV) pertenecen a los baculovirus, la familia de virus entomopatógenos más estudiada. La gran mayoría de estos virus infectan casi exclusivamente a unas pocas especies de lepidópteros y están presentes de forma natural en muchas poblaciones de esos insectos.

Los NPV están encapsulados de forma natural por un cuerpo de inclusión poliédrico hecho de proteínas que protege las partículas virales de influencias ambientales desfavorables, tal como los rayos UV (Rohrmann, 2013). Las partículas virales pueden persistir en suelos, protegidos de la radiación solar, durante meses en forma inactiva. Sin embargo, para replicarse, los NPV necesitan su huésped específico, dado que no tienen un metabolismo propio.

El uso de baculovirus es seguro y no supone ningún riesgo para las personas o medioambiente, tal y como recoge la publicación de la OCDE de 2002, que recopila exhaustivos estudios de numerosos autores. Precisamente, su alta especificidad y la ausencia de toxinas hace que incluso tengan un mejor perfil toxicológico y ecotoxicológico que otros microrganismos de origen bacteriano o fúngico. Por los mismos motivos, el Reglamento (UE) 2017/1432 de 2017 los clasifica por defecto como sustancias activas de bajo riesgo.

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