Seguridad alimentaria, competitividad, mantenimiento de la capacidad productiva y biodiversidad son conceptos implícitos en una Agricultura Sostenible. La sostenibilidad requiere de técnicas de producción dinámicas, capaces de adaptarse a los diferentes escenarios de cultivos y entornos, a los cambios climáticos, la globalización o disponibilidad de recursos, así como a una población creciente y más urbana. Mientras en algunos territorios, la mejor opción para conservar la biodiversidad, puede ser naturalizar las plantaciones e integrarlas con el entorno, en otros será tecnificar y concentrar las superficies de producción en el mínimo espacio, con la máxima productividad, manteniendo inalterados una mayor superficie de ecosistemas naturales.

La ciencia, la tecnología y la disponibilidad de las herramientas necesarias son la base para una Agricultura Sostenible en un mundo cambiante, con menos recursos y más demanda de alimentos. La falta de estos elementos y herramientas, entre las que figuran los fitosanitarios, afectará a la seguridad y soberanía alimentaria, con consecuencias nefastas para los consumidores.

Los sistemas de producción “sostenibles” suelen relacionarse con una agricultura tradicional y poco intensiva. En redes sociales, en foros de opinión, nos encontramos informaciones que establecen como modelos de “agricultura sostenible” a la ecológica, la biodinámica y la permacultura, e incluso lo que denominan agriculturas biointensiva, sinérgica, natural y bosques de alimentos. Menos frecuente es encontrar imágenes e informaciones, que establecen que la sostenibilidad puede conseguirse en una agricultura intensiva y tecnificada.

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