Tradicionalmente en España los frutales de hueso venían sufriendo únicamente los ataques de dos moscas; por una parte, Ceratitis capitata, especie polífaga; por otra, Rhagoletis cerasi, que únicamente ataca al cerezo. Esta situación cambió a finales de la primera década de este siglo, cuando se hicieron evidentes los daños producidos por Drosophila suzukii, que por ahora solo afecta al cerezo dentro de las especies del género Prunus. Lo acontecido con la mosca de las alas manchadas podría servir de claro ejemplo para demostrar lo que puede suceder con otros dípteros. La reglamentación europea, que pretende evitar la entrada en el territorio de la Unión de nuevos organismos nocivos, pone énfasis en el riesgo de introducción de cuatro tefrítidos que reciben la consideración de “plagas prioritarias”. Tal y como se está observando en algunos lugares de Europa, algunas de estas especies, y quizás también otras, parecen ser capaces de colonizar nuevas zonas, favorecidas por cuestiones como el cambio climático, la globalización del comercio y la reducción de sustancias activas disponibles para el control.

En el mundo, cerca de 350 especies de moscas de la fruta pertenecientes a la familia Tephritidae tienen relevancia económica, la mayoría de las especies están incluidas en los géneros Anastrepha, Bactrocera, Ceratitis, Rhagoletis y Zeugodacus.

En la parte A del anexo II del Reglamento de Ejecución (UE) 2019/2072 de la Comisión, de 28 de noviembre, consta la lista de plagas cuarentenarias de la Unión de cuya presencia en su territorio no se tenía constancia en ese momento (Tabla 1). Una de las características bastante común entre estos dípteros es su alta polifagia, las especies que presumiblemente podrían causar más problemas en los frutales de hueso son: Bactrocera dorsalis, Bactrocera zonata, Bactrocera tryoni, Anastrepha fraterculus, Pardalaspis quinaria, Rhacochlaena japonica, Rhagoletis fausta y Rhagoletis indifferens. Las dos primeras especies están calificadas, además, como “plagas prioritarias” por los graves perjuicios de variada índole que supuestamente podrían originar si se implantasen en el territorio europeo.

Morfológicamente comparten un carácter con todos los dípteros: la presencia de un par de alas, puesto que el segundo se ha transformado en halterios o balancines. En general, las alas propiamente dichas son hialinas, con características bandas y manchas según las diferentes especies, la vena subcostal aparece abruptamente doblada en su extremo y, además, las hembras de esta familia poseen un característico ovopositor.

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