El control biológico, método preferente en la gestión integrada, se ha topado con un obstáculo inesperado para hacer frente a Pseudococcus longispinus, la plaga que más pérdidas económicas genera en el cultivo del caqui en España: el rechazo del Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico a la cría y liberación masiva de su parasitoide más eficaz, catalogado como especie exótica a pesar de que sus poblaciones son abundantes en el Mediterráneo.

Un estudio del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias identificó a Anagyrus fusciventris como el parasitoide más ampliamente distribuido de P. longispinus: representó el 84,8% de los parasitoides primarios encontrados y se encontró en todas las parcelas con presencia de la plaga. En este trabajo, galardonado en 2022 con el X Premio SEEA-Phytoma a la mejor comunicación en panel del XII Congreso de la Sociedad Española de Entomología Aplicada, los investigadores del Centro de Protección Vegetal y Biotecnología del IVIA concluían que la avispilla se postulaba como el agente de control biológico con mayor potencial para regular las poblaciones de P. longispinus en un cultivo cuya producción nacional se concentra en la provincia de Valencia.

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