Treinta y cinco años son casi toda una vida profesional: es mucho lo que ha cambiado en este periodo la tecnología, la sociedad y, por supuesto, también la agricultura en general y la fruticultura en particular. Lo mismo podría decirse que ha sucedido en la sanidad vegetal. En este tiempo, en el plano puramente técnico, hemos visto casi desaparecer algunas plagas, surgir otras, implantarse firmemente nuevos métodos de control y perder familias enteras de fungicidas, insecticidas o herbicidas. También han sido muy relevantes los cambios que se han producido en todo lo relacionado con la transferencia de conocimientos en el campo de la sanidad vegetal, con la aparición de la figura del asesor en gestión integrada de plagas y la pérdida de impulso de los servicios oficiales de la mayoría de las comunidades autónomas. Indudablemente, una buena parte de estos cambios son consecuencia directa o indirecta de la promulgación de normativa emanada de la Unión Europea, que ha debido ser directamente aplicada o traspuesta, en su caso, a la legislación nacional y que afecta a la sanidad vegetal de todos los cultivos y, particularmente, a la de los frutales.

Sin duda, la mayoría de las plagas, enfermedades y malas hierbas que en este momento afectan a los frutales eran ya problema hace varias décadas. Sin embargo, durante los últimos años han aparecido problemas fitosanitarios que no lo eran y, a la vez, otros han dejado de serlo o han perdido la relevancia que tuvieron. Así, en la segunda mitad de la década de los ochenta del siglo pasado, plagas como la araña roja (Panonychus ulmi) o el minador circular (Leucoptera malifoliella) provocaban serios daños en los manzanos españoles, pero con el paso de los años el ácaro dejó de ser un problema tan relevante y el lepidóptero casi dejó de considerarse plaga en la mayoría de las plantaciones comerciales. Por el contrario, en los últimos treinta y cinco años, hemos visto la expansión a muchas zonas frutícolas de plagas como polilla oriental (Cydia molesta), cuya presencia era incipiente y, mucho más recientemente como los melocotoneros, nectarinos y el almendro han sido atacados en la zona del cuello por sesias (Synanthedon vespiformis y Synanthedon codeti).

Propiciado por el incremento de las temperaturas, en este periodo se ha hecho patente un alargamiento en el ciclo de algunos insectos, particularmente evidente en algunos lepidópteros y dípteros, como la carpocapsa de los frutales de pepita (Cydia pomonella) o la mosca mediterránea de las frutas (Ceratitis capitata), que inician antes y acaban más tarde el vuelo de los adultos.

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