AINIA ha desarrollado un nuevo método de análisis para el control de residuos de plaguicidas en alimentos, que detecta el óxido de etileno en semillas destinadas a la alimentación. Además de ser un riesgo para la salud de los consumidores si supera el límite máximo de residuos establecido, su uso como sustancia activa en productos fitosanitarios en la UE no está aprobado, aunque sí se utiliza en terceros países.

El pasado mes de septiembre, el RASFF (Rapid Alert System Feed and Food) notificó la presencia de niveles muy elevados de óxido de etileno en determinados lotes de semillas de sésamo originarias o procedentes de la India, que habían sido introducidos en la Unión Europea. Estos niveles superaban más de mil veces el límite máximo de residuos de 0,05 mg/kg de óxido de etileno establecido, lo que originó que se intensificaran los controles en frontera en semillas de sésamo procedentes del país asiático.

Esta contaminación constituye un grave riesgo para la salud humana, ya que el óxido de etileno está clasificado como un mutágeno de categoría 1B, un carcinógeno de categoría 1B y un tóxico para la reproducción de categoría 1B. Asimismo, su uso como sustancia activa en productos fitosanitarios en la UE no está aprobado, pero sí se utiliza en países terceros.

El método desarrollado por el INIA consiste en un análisis mediante tecnología GC-MS (cromatografía gaseosa, acoplada a la espectrometría de masas) para determinar el óxido de etileno en alimentos. “Contamos con un método rápido y sensible, con un límite de cuantificación inferior a 0,05 mg/Kg, que permite verificar que no supera el nivel máximo establecido por ley”, explica Roberto Ortuño, responsable de seguridad alimentaria de AINIA. De esta manera, los laboratorios de este centro tecnológico, primeros en realizar en España este tipo de análisis, aumentan su oferta analítica en materia de residuos de plaguicidas, adaptándola a las nuevas necesidades de las empresas y contribuyendo a mejorar la protección de la salud de los consumidores.