Anove, la Asociación Nacional de Obtentores Vegetales, celebra el Día Internacional de las Semillas reivindicando el papel de los mejoradores vegetales, “el inicio de la cadena alimentaria”, con el desarrollo de semillas que “den respuesta a las necesidades de nuestros agricultores, que luchan contra las cada vez más frecuentes plagas y enfermedades, se enfrentan a las consecuencias del cambio climático que les hace perder producciones por falta de agua, cambios bruscos de temperatura”.

Anove también destaca el trabajo de las empresas que representa para “dar respuesta a la industria, que necesita que las variedades se adapten a sus procesos de transformación, como por ejemplo la producción de pastas, azúcar, fibras naturales, etc... También hay que trabajar para que los productos obtenidos no se estropeen durante el transporte, que conserven en las mejores condiciones en los lineales de los supermercados y que haya productos muy variados y que se adapten a las economías de cada familia. Y como no, trabajamos para dar respuesta al consumidor, que busca variedades con una total seguridad alimentaria, disponibles en cualquier momento del año, más saludables, más sabrosas y con un precio asequible. Todos estos retos conforman nuestro día a día”.

Para Anove, el reto que plantea la UE con el Pacto Verde, de producir con menos recursos necesarios bajo estrictos protocolos de calidad y seguridad, y el hecho de que, en 2050, según datos de la FAO, habrá más de 9.000 millones de personas, hace que el reto de obtener más con menos sea “urgente y de grandes dimensiones”.

Según un estudio elaborado por el Instituto Cerda, gracias a la mejora vegetal, en el caso del tomate los incrementos de productividad han sido del 32% en los últimos treinta años. Esto ha supuesto una producción acumulada adicional entre 1990 y 2018 entre 36,4 millones de toneladas. “Son grandes avances, pero necesitamos dar más, ser más rápidos en la respuesta, con un coste menor y sin perder productividad. Y esto es posible gracias a la ciencia, que ha desarrollado las herramientas de edición genética. Estas técnicas permiten obtener nuevas variedades de forma más rápida y con objetivos más dirigidos. Recordemos que con las técnicas que se pueden usar en estos momentos se tarda en poner una nueva variedad en el mercado entre diez y doce años según la especie, y tiene un coste de entre 1,5 y 3 millones de euros. Estas nuevas técnicas reducirían mucho ambos parámetros, consiguiendo así que en plazos más cortos se obtengan soluciones a enfermedades y virus que asolan cosechas”, reivindica Anove, que cita como ejemplo el trigo apto para celiacos que ha desarrollado el grupo liderado por Francisco Barros en el CSIC.

Actualmente, la UE está revisando la normativa que afecta a estas técnicas de edición genética, que todavía no pueden ser utilizadas en la UE. “Esperamos que todos los actores involucrados en este proceso sean conscientes de la necesidad de desbloquear su uso en la UE y poder desplegar todo el potencial productivo que es necesario en un contexto como el actual, que no se resolverá, desgraciadamente de una manera rápida. Es el momento de apostar también en el ámbito agrícola por la innovación basada en la ciencia, sin poner innecesarias trabas regulatorias que frenen el desarrollo en nuestro país”.

Somos vida

La asociación acaba de lanzar la campaña Somos vida para concienciar sobre el papel que desempeña la investigación en semillas y plantas en la innovación agroalimentaria. Según la directora de Anove, Elena Saénz, el lema “resume nuestro ADN; nos dedicamos a alimentar al mundo de una manera sostenible, sana y segura. Somos proveedores de vida, porque suministramos salud. Estamos totalmente convencidos de que es el momento de apoyar a un sector altamente tecnificado, y también altamente regulado. Un sector que busca soluciones para paliar el cambio climático como variedades resistentes a los cambios de temperaturas o variedades que necesiten menos agua, algo fundamental para un país como España. Sin investigación e innovación, Europa limita su futuro”.

La campaña destaca la labor de los más de 60 centros de investigación en España donde cada día se trabaja desde las semillas y las plantas para dar soluciones innovadoras a los problemas que nos plantean desde los diferentes eslabones de la cadena alimentaria. Este trabajo constituye una inversión de cerca de 200 millones de euros al año en recursos humanos y herramientas para la mejora y desarrollo de variedades vegetales que respondan a las necesidades de agricultores, supermercados y consumidores. Variedades que sean eficientes en el uso del agua y resistentes a enfermedades, que se adapten a las cambiantes condiciones climáticas y que permitan un crecimiento sostenible de toda la cadena de valor. “Estamos en el ahora o nunca, tenemos claro que no podemos dejar pasar ni un solo tren más de la innovación. Tenemos grandes retos, queremos y podemos afrontarlos y la sociedad debe conocer, valorar y apoyar todo lo que el sector alimentario hace cada día para llegar a su mesa con productos mejores, más sanos, más sostenibles y con una seguridad alimentaria como nunca habríamos imaginado” explica Antonio Villarroel, director general de Anove.

“Trabajamos para el agricultor, buscando variedades resistentes a plagas y enfermedades. Con la globalización, y como ha quedado demostrado en los últimos años con la pandemia del COVID, los virus y plagas viajan por todo el mundo, debemos desarrollar variedades resistentes a mayor velocidad para evitar pérdidas de cosechas y períodos de hambruna”, añade Villarroel.