El Centro de Sanidad y Certificación Vegetal de Aragón ha informado de que los controles realizados por las ATRIA de las diferentes comarcas olivareras a primeros de mayo confirman que se han superado los umbrales de repilo inoculado, por lo que recomienda realizar un tratamiento antes de floración. Las condiciones climatológicas de esta primavera han propiciado el desarrollo de la enfermedad causada por Fusicladium oleagineum.
Para que la infección se produzca, es necesario que haya agua libre sobre la conidia (elemento reproductor del hongo) y sobre los órganos susceptibles (normalmente, la hoja), así como temperaturas comprendidas entre 15°C y 20°C, lluvia o una humedad relativa muy elevada (superiores al 98%).
La principal consecuencia de la enfermedad es la caída anticipada de las hojas infectadas, lo cual produce un debilitamiento generalizado del árbol, que se traduce en una disminución de la producción y mayor vulnerabilidad ante otros agentes bióticos y abióticos El síntoma más característico es la aparición, en el haz de la hoja, de manchas circulares de color oscuro, rodeadas en ocasiones por un halo amarillento muy llamativo. Aunque no es muy frecuente, el repilo también puede apreciarse en el peciolo de las hojas, con manchas de tonalidad oscura y forma alargada. El peciolo se debilita y se produce la abscisión de la hoja, que cae al suelo. Es muy rara la infestación del fruto; cuando se produce, hay una pérdida en la calidad del aceite.
El repilo está presente en todas las áreas del mundo donde se cultiva el olivo: cuenca mediterránea, Sudáfrica, California, Sudamérica y Australia. No obstante, su distribución en olivares, o en áreas naturales, no es uniforme, sino que está determinada por la susceptibilidad de la variedad o el genotipo, la virulencia del patógeno y las condiciones ambientales, sobre todo las que favorezcan una elevada humectación foliar.