Según un estudio técnico de la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA), el impacto del cotonet Delottococcus aberiae en la presente campaña citrícola superará los 113 millones de euros en pérdidas directas: 78,7 millones en la provincia de Castellón, 31,5 millones en Valencia y 3,6 millones en Alicante. En cuanto a volumen de producción, la asociación prevé un total de 380.000 toneladas de mandarinas y naranjas perdidas.

AVA-ASAJA reclama al ministro de Agricultura, Luis Planas, que ponga en marcha indemnizaciones destinadas a compensar los daños provocados por esta plaga que causa graves deformaciones en frutos como cítricos y caquis. El presidente de la asociación, Cristóbal Aguado, acusa al ministro de “dejar a los agricultores sin soluciones eficaces para combatir una plaga cada vez más extendida y agresiva. Cuando la Unión Europea consumó su amenaza de no renovar el uso del metil-clorpirifos, el ministro volvió a demostrar su inoperancia y ni siquiera peleó ante Bruselas para ampliar el periodo de gracia en esta campaña. Lo único con lo que contamos son medidas experimentales que, según los expertos, tardaremos años en saber si son eficaces o no”.

Esta semana, Phytoma organizó un encuentro virtual sobre esta plaga que contó con la participación de Vicente Navarro-Llopis y Antonia Soto, investigadores del Instituto Agroforestal Mediterráneo de la Universitat Politécnica de València, y Abel Zaragoza, responsable de Desarrollo de Semioquímicos de Comercial Química Massó. Navarro-Llopis, que presentó los resultados de los últimos trabajos de monitoreo, reconoció que “la presión de la plaga ha aumentado en el último año, tanto en el número de insectos como de localizaciones” y que los tratamientos químicos autorizados realizados en algunas parcelas control no han llegado “a controlar las grandes explosiones de población”. Antonia Soto explicó el programa de control biológico clásico que ha permitido la identificación, cría y reciente suelta experimental del parasitoide sudafricano A. aberiae. Los tres expertos coincidieron en que, con las condiciones tan favorables para la plaga que se han dado este año, el tratamiento insecticida con metil-clorpirifos, sustancia prohibida desde abril, tampoco habría conseguido controlar la plaga.

Imagen: Antonia Soto.