COAG Jaén ha alertado de un “ataque nunca visto” de Prays oleae, una plaga que podría haber afectado a entre el 20% y el 50% de la flor del olivo y ocasionar pérdidas en la próxima cosecha, según los técnicos de la organización agraria, que han detectado en las inspecciones de campo una gran cantidad de prays adultos, y piden tratamientos fitosanitarios para evitar pérdidas de cosecha por la caída de aceituna en el mes de septiembre. Según el último informe de la Red de Alerta e Información Fitosanitaria de Andalucía, el procentaje medio provincial de aceitunas con prays vivo es del 27%, por debajo de Sevilla, Huelva y Córdoba. 

Sin embargo, Manuel Ruiz, del Laboratorio de Producción y Sanidad Vegetal de Jaén, matiza que “los huevos de la polilla del olivo son muy sensibles a las altas temperaturas, por lo que es previsible que los daños en el olivar sean muchos menores, sobre todo en las zonas más cálidas de la provincia”.

La Red de Alerta e Información Fitosanitaria de Andalucía recuerda que, en caso de tomar la decisión de controlar la población con tratamiento fitosanitario, el Reglamento de Producción Integrada de Olivar contempla como momento óptimo de intervención cuando se alcance el 20% de aceitunas con prays vivo y en torno a un 20% de huevos eclosionados respecto a vivos. Recomienda evaluar la incidencia de cada parcela para determinar la intervención, en caso necesario. “Es la hora de los técnicos, son los que en estos momentos deben valorar en cada caso concreto si hacer los tratamientos o no, en función de las circunstancias”, apostilla Ruiz. Según la RAIF, Sierra Morena, Campiña Norte y Loma Baja son las zonas más afectadas de la provincia.

Desde hace años se está investigando cómo utilizar los servicios ecosistémicos  del olivar para combatir sus principales plagas. Ha surgido toda una nueva tecnología, basada en los principios de la ecología de sistemas, que se apoya en el diseño del cultivo y aprovecha la biodiversidad para controlar las poblaciones de las plagas. En el caso concreto de Prays oleae, se ha estudiado la relevancia de la vegetación natural adyacente al cultivo, el efecto de la cubierta vegetal sobre la plaga y el efecto de la vegetación sobre los crisópidos, uno de los más importantes grupos de depredadores de la polilla del olivo. También se han investigado las especies de plantas con flores de las cubiertas vegetales que mejoran las poblaciones de depredadores y parasitoides, e incluso aquellas plantas que proporcionan la dieta necesaria para uno de sus principales parasitoides, el bracónido Chelonus eleaphilus.

La polilla del olivo afecta a este cultivo durante prácticamente todo su ciclo vegetativo y causa numerosas pérdidas si no se le realiza un control adecuado. Tiene tres generaciones: la primera, que daña a las hojas y yemas, desde octubre hasta abril; la segunda generación, que vive en las flores, entre mayo y junio, devorando las partes sexuales de la flor; y  la tercera, que ataca directamente al fruto recién cuajado. Los huevos son puestos en el cáliz del fruto, y la larva se introduce inmediatamente en el fruto, lo que provoca una caída de la aceituna, una primera en junio, que puede ser incluso beneficiosa para el árbol cuando hay mucha aceituna, y otras en septiembre, la más perjudicial y que afecta a la cosecha.