Demostrar el empleo seguro y sostenible de los equipos aéreos no tripulados para realizar tratamientos fitosanitarios en la agricultura mediterránea es la finalidad del grupo operativo DRONSafe, que se acaba de poner en marcha. La legislación europea actual prohíbe el uso de drones, al estar enmarcados en los tratamientos aéreos, y su uso depende de las autorizaciones excepcionales que concedan las comunidades autónomas.

Heredero del grupo operativo PHYTODRON, cuyo objetivo era impulsar el uso de los drones como herramienta segura para realizar aplicaciones de productos fitosanitarios y avanzar en su marco regulatorio para equipararlo a las aplicaciones terrestres, DRONSafe quiere demostrar que su uso, ajustado a las particularidades agronómicas de los cultivos mediterráneos, se adecúa a las exigencias medioambientales que impone la legislación europea.

El proyecto se gestó a raíz de la normativa que regula la utilización de drones para la realización de aplicaciones de productos de protección de cultivos, tanto bajo la actual Directiva de Uso Sostenible, como en la propuesta del futuro Reglamento de uso sostenible de productos fitosanitarios. La legislación europea propone que los Estados puedan eximir de la prohibición de la aplicación de productos fitosanitarios por aplicación aérea con aeronaves no tripuladas cuando factores relacionados con el uso de estas demuestren que los riesgos derivados de su uso son inferiores a los riesgos derivados de otros equipos aéreos y equipos de aplicación terrestres, por lo que este uso queda condicionado a la demostración de la disminución del riesgo para la salud humana y ambiental.

En este sentido, DRONSafe prevé desarrollar escenarios realistas y representativos de este tipo de vuelos que, además, se ajusten a condiciones agroambientales típicamente mediterráneas. Así, pretende evaluar escenarios de exposición de deriva ambiental y seguridad, tanto del operador como de los transeúntes.

En España, actualmente hay once productos fitosanitarios registrados para tratamientos aéreos: cuatro herbicidas, dos insecticidas y cinco bioinsecticidas

El proyecto encaja en un panorama actual legislativo que podría abrir nuevas oportunidades. Por ejemplo, la Asamblea Nacional de Francia aprobó recientemente un proyecto de ley que autoriza la aplicación de productos fitosanitarios mediante drones en determinados cultivos, como el plátano y ciertos viñedos, cuando la pendiente del terreno supere el 20%.

La responsable de buenas prácticas agrícolas de la Asociación Empresarial para la Protección de las Plantas (AEPLA), Mamen Márquez, que coordina la parte técnica del consorcio, destaca que “DRONSafe es necesario para evaluar con suficientes datos la adecuada seguridad (tanto del aplicador como de los transeúntes) y respeto al medioambiente de las aplicaciones mediante drones. Con estas conclusiones tendremos la posibilidad de que el Ministerio de Agricultura y la Unión Europea autoricen este tipo de tratamientos con dron”.

En España, actualmente hay once productos fitosanitarios registrados para tratamientos aéreos: cuatro herbicidas, dos insecticidas y cinco insecticidas biológicos, de los cuales cuatro tienen como sustancia activa cepas de la bacteria Bacillus thuringiensis, y el quinto está formulado con spinosad, que se obtiene por fermentación del microorganismo del suelo Saccharopolyspora spinosa.

La Finca Sinyent, de la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA), fue el escenario de una jornada teórico-práctica de DRONSafe a la que acudieron un centenar de profesionales del sector. Los socios de este nuevo proyecto explicaron los retos, las oportunidades y los beneficios que abre esta tecnología en la agricultura. Posteriormente, los asistentes pudieron disfrutar de varias simulaciones de aplicación de fitosanitarios con distintos tipos de dron en parcelas de cítricos y comparar los resultados con técnicas convencionales de equipos terrestres.

Patricia Chueca, investigadora del Centro de Agroingeniería del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias, presentó las experiencias realizadas hasta el momento por el IVIA en la aplicación de fitosanitarios con drones, cuyo uso recomienda para tratamientos “de ultra bajo volumen”, como “los tratamientos cebo para control de la mosca de la fruta, tratamientos con feromonas o de productos sistémicos. Todo aquello que sea ultra bajo volumen, que no requiera un recubrimiento completo, tiene una aplicación perfecta”.

Entre las ventajas que otorgan a los drones un “excelente potencial”, Chueca citó su uso en zonas de difícil acceso, el aumento de la capacidad de trabajo, la reducción de la exposición del operador y del impacto de maquinaria pesada sobre el suelo. Sin embargo, también adolece de algunas limitaciones técnicas, como su poca autonomía, la capacidad de carga limitada, unas opciones de configuración limitadas, su dependencia de las condiciones climáticas y que necesita un sistema de posicionamiento de alta precisión para seguir las hileras de cultivos.

La ingeniera del IVIA ha participado en distintos proyectos para estudiar el efecto de los parámetros de aplicación, y para evaluar la aplicación de tratamientos cebo con dron sobre la eficacia en el control de Ceratitis capitata en cítricos y caqui, y de Bactrocera oleae en olivo, y de la aplicación de feromonas para el control de Lobesia botrana. En todos los casos, las aplicaciones de fitosanitarios con drones resultaron una opción eficaz, aunque en el de la polilla del racimo, son necesarios más estudios para optimizar la aplicación.

Los resultados de estos ensayos revelan que el tipo de boquilla y su posición en el dron afecta a las características de la pulverización y su distribución en la copa del árbol y las pérdidas al suelo. Así, la boquilla en la posición central produce mayor ancho de trabajo y dispersión de la pulverización, mientras que la boquilla bajo de las hélices dirige en mayor medida la pulverización al objetivo y el ancho de trabajo es menor. Chueca recomienda, tras las distintas experiencias, “configurar el dron en función del tipo de aplicación”.

“La Finca Sinyent va a tratar de validar, en condiciones y cultivos característicos de la Comunitat Valenciana, que las aplicaciones de drones no suponen un mayor riesgo para las personas y el medioambiente en comparación con las pulverizaciones terrestres a las que estamos acostumbrados. Trabajaremos para demostrar a las administraciones y al propio sector agrario que se trata de una aplicación más rápida, segura, eficaz y que puede solventar muchos de los problemas de los agricultores”, añadió el responsable de innovación de AVA-ASAJA, Carlos Montesinos.

Denominado “Aplicación de productos fitosanitarios con drones como herramienta para disminuir la exposición”, en DRONSafe participan socios a nivel nacional: AEPLA, el Centro Tecnológico Nacional Agroalimentario (CTAEX), la Agencia Estatal Consejo Superior de Investigaciones Científicas-Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA-CSIC), AVA-ASAJA, la Unión Agroganadera de Álava-Arabako Nekazarien Elkartea (UAGA), la Bodega Cuatro Rayas Sociedad Cooperativa Agroalimentaria y FTS AgroConsulting. Asimismo, el grupo cuenta con tres subcontrataciones técnicas: el Instituto Vasco de Investigación y Desarrollo Agrario (NEIKER-BRTA), la Fundación de Investigación de la Universidad de Sevilla y el IVIA. DRONSafe está cofinanciado al 80% por la Unión Europea a través del Plan Estratégico de la PAC-FEADER con un importe de ayuda de 584.391,17 euros.

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