El Centro de Experiencias Cajamar de Paiporta (Valencia) celebró su tradicional Jornada de Puertas Abiertas, en la que se presentaron los proyectos e investigaciones que se están llevando a cabo. La finca experimental ha superado este año un desafío mayúsculo: recuperar las instalaciones destrozadas por las inundaciones de la dana.

En la presentación de las principales líneas de investigación intervinieron el director de Sostenibilidad y Desarrollo Agroalimentario del Grupo Cooperativo Cajamar, Roberto García Torrente; el director de Innovación y Desarrollo Agroalimentario y director de Fundación Grupo Cajamar, Manuel Lainez; y el director del Centro de Experiencias, Carlos Baixauli. Como en todas las ediciones, los cerca de doscientos asistentes tuvieron acceso a la exposición de trescientas variedades de frutas y hortalizas y a sus respectivas fichas técnicas.

La actividad del Centro de Experiencias de Paiporta, junto a la que se desarrolla en la Estación Experimental ‘Las Palmerillas’ en El Ejido, que este año ha celebrado su 50 aniversario, forman parte del Ecosistema de Innovación de Cajamar, un modelo de generación y transferencia de conocimiento y soluciones tecnológicas que ha ido creciendo y adaptándose a las necesidades del tejido productivo. Ambos centros trabajan de forma coordinada para seguir avanzando en aquellas tecnologías aplicables a la hortofruticultura intensiva que permitan ganar en eficiencia y productividad, abriendo el campo de actuación a los nuevos desarrollos de la biotecnología, la bioeconomía circular, la alimentación y la salud, la agricultura regenerativa, el control biológico y el uso de herramientas digitales.  A la labor de ambos centros se suma la comunidad digital Plataforma Tierra, la aceleradora de empresas de base tecnológica Cajamar Innova, la Escuela de Formación Agroalimentaria Cajamar y el Departamento de Estudios y Publicaciones de la entidad.

Entre esta jornada de puertas abiertas y la de 2024, esta finca experimental ubicada en pleno corazón de L`Horta Sud sufrió las inundaciones provocadas por el desbordamiento del barranco del Poyo, el 29 de octubre, que destrozaron algunos invernaderos y paralizaron algunos ensayos. Ocho meses después, se ha conseguido retirar todo el barro y residuos acumulados, y reconstruir algunos invernaderos. Incluso, aprovecharon parte de la materia orgánica para triturarla y sembrar cubiertas vegetales. Carlos Baixauli explica que dejar la finca tal como estaba antes de la dana ha supuesto “meses y meses de trabajo” para reparar los daños, que Cajamar cifra en 90.000 euros.

Esta edición, Cajamar dio especial protagonismo a la agricultura regenerativa, un enfoque innovador que busca no solo mantener, sino mejorar la salud del suelo y la biodiversidad, con estrategias como la reducción o eliminación del laboreo, el mantenimiento de coberturas vegetales, la implantación y manejo de infraestructuras verdes o la diversificación de cultivos. “Durante muchos años hemos venido incorporando técnicas y tecnologías que facilitan la transición de la producción agraria hacia un sistema más respetuoso con el medioambiente. Este año hemos decidido agrupar todas esas tecnologías para que el manejo de los cultivos sea lo más sostenible posible, a la vez que rentable para los agricultores. Creemos que de esta forma podemos mantener elevados rendimientos, reducir los gastos de cultivo y dar respuesta a la demanda del consumidor. Todo esto encaja en el concepto de ‘agricultura regenerativa’ que estamos potenciando entre nuestros colaboradores”, destacó García Torrente.

Baixauli presentó los resultados de las investigaciones realizadas en agricultura regenerativa, así como de los trabajos realizados como pruebas piloto de las empresas del programa de apoyo al emprendimiento 'Cajamar Innova', con las que se realiza una labor de acompañamiento integral y personalizado para el desarrollo y validación de sus propuestas en innovaciones tecnológicas.

En el ámbito de la sanidad vegetal, el centro experimental sigue trabajando en el control biológico por conservación para favorecer, gracias al uso de cubiertas vegetales entre los cultivos, el establecimiento de los enemigos naturales y la eficacia del biocontrol. Así han conseguido, entre otros logros, evitar los tratamientos frente a la araña roja (Tetranychus urticae) en sandía y en cítricos.

Otro proyecto con varios años de recorrido es el estudio de plantas biocidas para la desinfección de suelos. Este ensayo consiste en la siembra, durante el periodo de barbecho, de diferentes tipos de coles y rábanos, que contienen isotiocianatos, compuestos naturales con actividad fungicida y nematicida.

El ensayo se está llevando a cabo en una parcela de tomate valenciano bajo malla, que además de prevenir la entrada de plagas, ayuda a bajar la temperatura en verano, goza de muy buena ventilación y hace de cortaviento. “¿Por qué con tomate valenciano? Porque es una semilla que ha pasado de generación a generación sin que nadie se haya preocupado en introducir resistencias a enfermedades”, sostiene Baixauli.

Durante el último año, el Centro de Experiencias de Cajamar ha desarrollado treinta proyectos de iniciativa propia, en colaboración con empresas privadas, tanto de ámbito local como grandes multinacionales de la industria auxiliar. También ha participado en iniciativas de innovación colaborativa, a través de proyectos con financiación europea, nacional y autonómica, junto a instituciones de investigación, asociaciones, universidades y otros centros tecnológicos; entre ellas, el Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas (IBMCP-CSIC), la Universitat Politècnica de València, AINIA, y AIMPLAS. Además, ha acogido un total de 25 eventos de transferencia (cursos, jornadas, congresos, foros, webinars y talleres), con el objetivo de contribuir al desarrollo de una agricultura más rentable, eficiente y sostenible. Además, ha atendido cerca de cuarenta visitas técnicas y formativas con la asistencia de más de 340 técnicos y agricultores.