En un contexto agrícola cada vez más exigente, donde la sostenibilidad ya no es una opción sino una necesidad, el control biológico se ha consolidado como una herramienta clave para el futuro de la producción hortícola, tanto en España como en el resto de la UE. El reciente evento celebrado en El Ejido (Almería) el pasado 17 de junio de 2025, organizado por IBMA España, ha puesto de manifiesto que el control biológico no solo es viable, sino prioritario, y que cuenta con el respaldo unánime de los agentes del sector.

El control biológico, entendido como el uso de organismos vivos y sustancias naturales para combatir plagas y enfermedades, representa en este momento una alternativa eficaz, segura y respetuosa con el medio ambiente frente al modelo tradicional basado en plaguicidas químicos. En los invernaderos del sureste español, donde se concentra una parte significativa de la producción hortícola europea, esta práctica es una realidad consolidada desde hace veinte años.

En la agricultura española, el control biológico no es el futuro, es el presente. Vivimos un contexto marcado por la pérdida de eficacia de algunos de los plaguicidas químicos más utilizados durante los últimos años para el control de plagas. No podemos olvidar que la mayoría de las plagas se han vuelto resistentes. A esto hay que añadir que muchas de las sustancias activas disponibles en el mercado durante décadas ya han sido prohibidas por las autoridades debido a su perfil toxicológico, por lo que el espectro de soluciones químicas al alcance de los productores se ha visto notablemente reducido.

Por todo ello, desde IBMA España estamos inmersos en la ambiciosa labor de generar la necesaria concienciación en torno a la importancia de que el control biológico debe ser la técnica prioritaria (dentro de una estrategia de Control Integrado de Plagas) para llevar a cabo un eficaz control de plagas que garantice el cumplimiento de los requisitos de seguridad y calidad alimentaria.

Los beneficios del uso de enemigos naturales son múltiples:

Reducción del uso de químicos. Disminuye residuos en los cultivos y protege al aplicador.

No genera resistencias. Evita la aparición de poblaciones resistentes a insecticidas.

Seguridad para el consumidor. No son tóxicos ni requieren plazos de seguridad antes de la cosecha.

Compatibilidad con la Gestión Integrada de Plagas (GIP). Se integran con trampas, feromonas y prácticas culturales.

Eficacia específica y duradera. Actúan sobre distintas fases del insecto y se establecen en el cultivo.

El control biológico no solo es una herramienta eficaz y sostenible, sino también una garantía de seguridad alimentaria, trazabilidad y reputación internacional

Uno de los principales desafíos para la expansión del control biológico es la falta de armonización normativa a nivel europeo. Mientras que los macroorganismos beneficiosos no están regulados por el Reglamento (CE) 1107/2009, su autorización depende de cada Estado miembro, lo que genera disparidades en los tiempos y requisitos. En este sentido, España se sitúa a la vanguardia, con un marco legal ágil y transparente que facilita el uso de especies autóctonas y promueve la innovación.

El Real Decreto 951/2014 y su modificación en 2017 han permitido establecer un registro público de medios de defensa fitosanitaria, incluyendo organismos de control biológico. Esta iniciativa, junto con la actualización periódica del listado de macroorganismos autorizados por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, ha contribuido a generar confianza y seguridad jurídica para las empresas del sector.

Casos de éxito en cultivos hortícolas

En los invernaderos de Almería, ya se utilizan con éxito enemigos naturales como Amblyseius swirskiiOrius laevigatus o Nesidiocoris tenuis para el control de trips. Estos organismos, junto con nematodos entomopatógenos, hongos entomopatógenos como Beauveria bassiana, y sustancias naturales como la piretrina, forman un arsenal biológico eficaz y respetuoso con el entorno.

En cultivos de tomate, el uso de Nesidiocoris tenuis ha demostrado ser altamente eficaz en el control de la mosca blanca. En pimiento, Orius laevigatus ha permitido controlar de manera efectiva las poblaciones de trips. Los resultados han sido tan positivos que muchos agricultores han decidido integrar el control biológico como parte esencial de su estrategia de manejo de plagas.

Hace casi dos décadas, el sector hortícola español vivió una de sus mayores crisis reputacionales. En 2006, varias partidas de pimiento exportadas desde Almería fueron rechazadas en mercados europeos tras detectarse residuos de productos fitosanitarios no autorizados. Esta situación provocó la suspensión de exportaciones, sanciones a comercializadoras y un fuerte impacto económico y mediático.

La crisis puso de manifiesto los riesgos del uso inadecuado de productos químicos y la necesidad de un cambio estructural en la gestión de plagas. Desde entonces, el sector ha realizado un esfuerzo ejemplar para implantar el control biológico como estrategia prioritaria, especialmente en el cultivo de pimiento. Gracias a esta transición, Almería lleva más de quince años sin alertas por residuos en este cultivo, lo que ha permitido recuperar la confianza de los mercados internacionales.

Este precedente histórico refuerza la importancia de no retroceder. El control biológico no solo es una herramienta eficaz y sostenible, sino también una garantía de seguridad alimentaria, trazabilidad y reputación internacional.

El control biológico no es solo una técnica agrícola; es una declaración de principios. Es apostar por una agricultura que protege la salud, respeta la naturaleza y responde a las demandas de una sociedad cada vez más consciente. Es, en definitiva, una revolución silenciosa que ya está transformando nuestros campos.

A.M. García-Carril y M. Galeano-Revert

Grupo de Comunicación de IBMA España