Entrevista a Jerónimo Del Moral Martínez, doctor en Biología y coordinador del Centro de Investigación Científica Joven Marista (CiCJM). Alumnas suyas del colegio Marista de Badajoz han desarrollado un trabajo para el control de plantas arvenses de medios acuáticos con el que han conseguido el primer premio del XXXIII Certamen de Jóvenes Investigadores, convocado por el Ministerio de Universidades y el Instituto de la Juventud de España (INJUVE).

Jerónimo Del Moral es un doctor en Biología que trabaja como profesor de secundaria en dicho centro, colabora con el Área de Fisiología Vegetal del Dpto. de Biología, Ecología y Ciencias de la Tierra (UEX) y el grupo de investigación de Calidad y Microbiología de los Alimentos (AGA015) de la Escuela de Ingenierías Agrarias de Extremadura y, desde hace ya más de una década, dentro del proyecto educativo de su colegio, fomenta en los alumnos el interés por la investigación de problemas de las áreas STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas). El último trabajo desarrollado tuvo como objetivo el control de plantas invasoras de ambientes acuáticos, problema que afecta gravemente al río Guadiana y cultivos como el arroz. Ese trabajo recibió este prestigioso galardón y representará a España en el Certamen Europeo de Jóvenes Investigadores, que se celebrará en Leiden (Holanda) en septiembre de 2022.

Parece extraordinario que unos estudiantes hayan encontrado una solución a un problema fitopatológico como fruto de su entusiasmo por la investigación. ¿Tan importante es fomentar el espíritu investigador en los alumnos?

Con tan solo  lograr que los alumnos asimilen los pasos fundamentales de la metodología científica ya se está trabajando para desarrollar destrezas a fin de ‘aprender a aprender’: la destreza de la observación, ser capaz de sorprenderse donde otros no lo hacen y dirigir esa sorpresa; plantearse preguntas sobre lo observado; generar diseños experimentales que respondan a las preguntas planteadas; analizar los datos obtenidos con el experimento y, finalmente, concluir con una respuesta a la pregunta realizada a raíz de la sorpresa inicial. ¿Existe un programa mejor de enseñanza?

A todo eso, se le unen otros muchos elementos positivos, como son el trabajo cooperativo, que es mucho más que un simple trabajo en equipo –en las publicaciones científicas se premia el que se colabore con otros equipos de investigación y de otras nacionalidades– Y, además, es muy positivo desarrollar la capacidad de exponer a los demás el aprendizaje obtenido.

Todos estamos de acuerdo con que el progreso de un país tiene mucho que ver con la preparación de profesionales para la investigación, pero ¿cree que esa preparación debe comenzar con los estudios de secundaria?

La preparación de investigadores se debe hacer en las instituciones académicas de ámbito superior, pero el entusiasmo por esa actividad se debe despertar desde la adolescencia. Hace ya tiempo –desde el comienzo de la primera década de este milenio– las principales revistas de divulgación científica (Nature y Science) traen en sus portadas artículos sobre la necesidad de fomentar el espíritu investigador desde las edades más tempranas.

¿Cómo se logra inculcar en los jóvenes actuales, extraordinariamente estimulados por el consumismo, el espíritu tan esforzado que exigen los trabajos de investigación?

De adolescente, escuché en mi formación escolar y familiar (Jerónimo Del Moral es hijo del Jefe Emérito del Departamento de Fitopatología del CICYTEX, Dr. José Del Moral de la Vega) la frase ‘los jóvenes están hechos para el heroísmo’, y es algo que, en el día a día de la enseñanza, promoción tras promoción, sigo constatando. Hagamos lo que hagamos, ellos pretenden ser ‘héroes’, y si los adultos no direccionamos el para qué, ellos lo buscarán en aquello que se lo proporcione con más facilidad –desde esta percepción se entiende con facilidad el éxito que tiene en los jóvenes todo lo que suponga realidad virtual–; pero si los orientamos hacia aquellos ámbitos en los que pueden sentirse protagonistas de las soluciones a problemas reales, sacan fuerzas, constancia e ilusión en su trabajo, porque sienten que lo que están aprendiendo sirve para algo, son útiles.

En Extremadura, una de las comunidades predominantemente rurales y de mayor superficie natural protegida, los problemas agroecológicos generados por plagas, enfermedades, contaminación y especies invasoras –por nombrar algunos de ellos– facilitan un banco de focos de interés muy cercano a las sensibilidades de las generaciones actuales, preocupadas por el cuidado del medio ambiente, la economía circular y el cuidado de la salud, entre otras, que les suponen auténticos retos motivadores.

El último tema en el que han trabajado y por el cual han sido premiados ha sido sobre plantas invasoras del Guadiana. ¿Qué procedimiento han elegido para solucionar ese problema?

Realmente, el último trabajo realizado y que ha sido premiado se ha referido al control de la lenteja de agua (Lemna minor L.) como planta invasora autóctona en arrozales, pero ya hemos recibido otros premios inicialmente por aplicar el mismo procedimiento para plantas invasoras alóctonas. El problema de las plantas invasoras en nuestro río Guadiana lleva ya mucho tiempo, pero los procedimientos empleados hasta ahora no han sido eficaces. Nosotros hemos optado por experimentar un procedimiento de control de las especies invasoras acuáticas que no fuese contaminante ni peligroso, a fin de poder ser investigado desde el ámbito escolar, con el interés de que, si no consiguiese resolver por sí mismo el problema, sí pudiese hacerlo combinándose con otros procedimientos. 

¿El procedimiento de control biológico elegido tenía alguna base científica conocida?

Una de las líneas de investigación que desarrollamos dentro del Área de Fisiología Vegetal del Departamento de Biología, Ecología y Ciencias de la Tierra (UEX) es el de las reacciones de defensa de los vegetales y, desde esta óptica, planteamos nuestro experimento.

De los mecanismos de defensa de las plantas sabemos que el peróxido de hidrógeno (agua oxigenada) es una molécula sintetizada por la propia planta que actúa como estimuladora de reacciones de defensa del vegetal, pero nosotros presumíamos que, aplicándola exógenamente, con un volumen superior al que emplea la planta para activar sus defensas, induciríamos el proceso de muerte celular programada o apoptosis de manera generalizada en el vegetal, provocando la muerte del mismo.

El procedimiento ha demostrado ser eficaz, sin alterar tan ni siquiera el pH del medio acuático, contra la lenteja de agua, así como contra Limnobium laevigatum (Humb. & Bonpl. ex Willd.) Heine, planta acuática flotante alóctona, declarada como potencialmente invasora en España, con la que realizamos el mismo tratamiento y por cuyo trabajo de investigación también recibimos otro primer premio; en este caso, el denominado Investigar en Ciencias, convocado anualmente por la Universidad de Extremadura.

Los resultados obtenidos para el control de una especie invasora parecían tan interesantes que decidieron participar en un Certamen Nacional ¿Cómo es ese concurso?

El Certamen de Jóvenes Investigadores es de ámbito nacional. Lleva más de treinta años de existencia y siempre ha estado convocado desde uno o más ministerios, actualmente desde el Ministerio de Universidades, junto con el Instituto de la Juventud de España (INJUVE) y la colaboración del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la Universidad de Málaga y las Reales Sociedades Científicas de España. Los trabajos seleccionados son evaluados por profesores universitarios especialistas en cada área de conocimiento, evaluando tanto el trabajo original como su exposición y defensa, siguiendo la estructura de cualquier congreso profesional.

¿En qué consiste el premio otorgado?

Los premios no consisten tan solo en estancias en centros de investigación nacionales relativos a las áreas de estudio de los trabajos premiados, sino también son económicos –los primeros están dotados con 4.000 € cada uno– y entre ellos se le puede otorgar su participación en el Certamen Europeo de Jóvenes Investigadores, que este año se celebrará en septiembre, en Leiden (Holanda). Uno de los galardones consiste en poder asistir a parte de la ceremonia de la entrega de los Premios Nobel.

¿Han sido estas actividades algo accidental o se tiene previsto consolidarlas como un proyecto valioso en la formación de los estudiantes?

Desde los años noventa, nuestro centro educativo Marista de Badajoz lleva desarrollando este tipo de trabajos de investigación con los alumnos de la mano del profesor y doctor en Biología Guillermo Pérez Patrón, iniciativa que recogí y desarrollé al incorporarme yo como profesor, llegando a ser premiados en el Certamen de Jóvenes Investigadores tres años consecutivos antes de este último premio recibido.

Lo que sí es cierto, es que es en este curso académico pasado cuando redefinimos el proyecto como Centro de Investigación Científica Joven Marista (CiC JM) para estabilizar aún más la estructura de funcionamiento y adquirir una imagen consolidada que nos permitiese obtener fuentes de financiación externas a la institución docente.

En esta nueva estructura, se ha firmado un convenio de colaboración con la Escuela de Ingenierías Agrarias de la Universidad de Extremadura, además de la colaboración que tenemos con el área de Fisiología Vegetal de la Facultad de Ciencias y la acreditación de Erasmus+, desde la que internacionalizamos los proyectos. Y es que la institución educativa Marista, desde siempre, ha desarrollado un modelo de enseñanza integradora con la sociedad en la que se establece –en Jaén, los alumnos de nuestro centro colaboran con Expoliva–, y desde la institución, nuestro centro de Badajoz se define como centro de referencia para la posible implantación de este esquema de trabajo en otros centros de la institución en el sureste de España, independientemente de las distintas legislaciones educativas habidas y por haber de las distintas autonomías.