La Alianza por una Agricultura Sostenible (ALAS) organizó una jornada para presentar el Manifiesto por la Agrociencia, al que ya se han adherido más de una treintena de entidades de toda la cadena de valor del sector agroalimentario. Esperanza Orellana, directora general de Producciones y Mercados Agrarios del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, defendió las técnicas de edición genética para “reducir el desperdicio alimentario, mejorar la salud a través de la alimentación, un mejor comportamiento de los cultivos frente a las plagas y una mejor adaptación frente al reto climático al que se enfrenta la agricultura”.

Orellana clausuró la jornada, titulada El papel de la ciencia en la sostemibilidad de la agricultura, donde afirmó que “la agrociencia es un elemento esencial para la transición hacia un modelo agroalimentariomás sostenible”, y puso de ejemplo la edición genética como una biotecnología que permite “producir más con menos”.

El Manifiesto por la Agrociencia es una iniciativa impulsada por ALAS, una asociación pionera para impulsar el modelo productivo sostenible y la reputación de los agricultores y ganaderos como un sector estratégico dentro de la cadena alimentaria. El documento cuenta con 32 entidades suscritas, procedentes de todos los ámbitos del sector agroalimentario, desde productores agrícolas y ganaderos, industrias transformadoras, de distribución y de insumos, hasta de servicios para el sector, entre otros.

Los firmantes defienden que solo una toma de decisiones que reconozca el papel innovador de la agricultura y se base en la ciencia permitirá tener éxito antes esos retos sin perder la competitividad, el empleo, la producción y la modernización del sector. Para ello, lanzan siete propuestas concretas dirigidas a las Administraciones Públicas, a los agentes económicos y sociales, y a la sociedad en general: potenciar el papel del sector agrario como sumidero de carbono; considerar la agricultura y la ganadería en España como un laboratorio europeo para el cambio climático por su mayor exposición a las consecuencias de este fenómeno; flexibilizar el objetivo de reducción del 50% del uso de los productos fitosanitarios establecidos en la estrategias De la Granja a la Mesa y establecer unos plazos realistas y un marco regulatorio apropiado que permita acelerar la introducción de nuevas soluciones, incluidos productos fitosanitarios con menor impacto; fomentar el desarrollo y adopción la tecnología y la digitalización mediante una regulación concreta; establecer un marco regulatorio basado en criterios científicos para las técnicas de edición genética; favorecer el acceso a innovaciones y desarrollos tecnológicos en ganadería y reconocer los beneficios del consumo de carne roja o elaborada; crear una oficina de asesoramiento científico, con área de especialización en el ámbito agrario, para asegurar que la ciencia y el criterio científico prevalecen en la toma de decisiones, y que estos se trasladan a la regulación.

Esther Esteban, directora del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA), aseguró que “solo con ciencia e innovación podemos avanzar hacia un futuro mejor. Necesitamos variedades resilientes utilizando todas las herramientas que nos ofrece la ciencia, desde las técnicas tradicionales de mejora hasta las nuevas técnicas de mejora y edición genética”.

“Las propuestas del Manifiesto ponen de relieve que nuestro sector necesita un modelo de agricultura basado en la ciencia y no en la política. Para ser competitivos, necesitamos certidumbre y una base científica en la toma de decisiones, así como de tiempos para adaptar las explotaciones e incidir en la producción”, afirmó Pedro Gallardo, presidente de ALAS.

Por su parte, María Jesús Rodríguez de Sancho, directora general de Biodiversidad, Bosques y Desertificación del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, mostró su acuerdo con el planteamiento del Manifiesto al reconocer que “los objetivos de sostenibilidad son  compartidos y el conocimiento científico tiene que ser la guía para la toma de decisiones”.

Jesús Barreiro‐Hurle, científico del Joint Research Centre de la Comisión Europea, explicó que los modelos agroeconómicos pueden ayudar a entender qué va a pasar a la hora de implementar políticas. “Debemos buscar soluciones que nos permitan alimentar el planeta asegurando la sostenibilidad y la salud de los ecosistemas”.

Por último, Manuel Melgarejo, presidente de la Asociación Empresarial para la Protección de las Plantas (AEPLA), sostuvo que la innovación, la ciencia y la tecnología permiten minimizar el impacto medioambiental en la producción agrícola, y reclamó un entorno legislativo “predecible y estable” que favorezca, facilite y agilice la investigación.