El Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias ha iniciado un estudio para evaluar el efecto de cubiertas plásticas metalizadas en la gestión de plagas en cítricos. Además, el IVIA analizará el impacto de estas cubiertas en aspectos fisiológicos del árbol, como el crecimiento y la producción.
Las cubiertas plásticas metalizadas no solo forman una barrera física que limita el acceso directo de los insectos que pasan parte de su ciclo en el suelo a las plantas, sino que también los desorienta, logrando que el número de insectos que aterricen sea menor. “Su superficie reflectante desorienta a los insectos durante el vuelo, interfiriendo con su capacidad para localizar y colonizar las plantas hospedadoras. Esta disrupción es particularmente efectiva, al reflejar luz en el espectro visible y parte del ultravioleta desde el suelo, creando un ambiente visualmente confuso que reduce significativamente la incidencia de plagas en los cultivos tratados”, subraya Alberto Urbaneja, investigador del Centro de Protección Vegetal y Biotecnología del IVIA.
Además de beneficiar la protección fitosanitaria, las cubiertas metalizadas tienen efectos positivos en el microclima del cultivo, promoviendo un incremento en la temperatura del suelo y reduciendo el estrés hídrico al mejorar la retención de humedad, lo que acelera el crecimiento y la producción de los cítricos.
El efecto de estas cubiertas ya se había testado positivamente frente a trips y pulgones en la Comunidad Valenciana, pero Urbaneja señala que, a largo plazo, esta estrategia también podría servir para regular la población de Scirtothrips aurantii, la última plaga relevante de los cítricos, o de Diaphorina citri, vector transmisor del HLB, en caso de introducirse en la península. En Florida (EE UU), en trabajos en los que han colaborado investigadores del IVIA, se pudo confirmar que el uso de plásticos metalizados permitía reducir significativamente la presión de D. citri y la incidencia del HLB.
Estos ensayos se están realizando en dos campos de cítricos de S.A.T. La Plana de Burriana (Castellón). En cada campo hay una zona control sin plástico, otra zona con plástico negro y otra zona con plástico reflectante, todo ello repetido cuatro veces. “En uno de los dos campos, de apenas un año y con planta joven, podemos analizar también cómo afecta la cubierta al crecimiento y a la entrada en producción. En el otro campo, de tres o cuatro años, que ya está entrando en producción, veremos cómo ambas coberturas plásticas pueden afectar la fructificación, tanto en maduración como en calidad”, explica el investigador.
La Conselleria de Agricultura, Agua, Ganadería y Pesca destina una partida presupuestaria de 39 millones de euros a la prevención y control de plagas y enfermedades. A esta inversión se suma el presupuesto del IVIA, 18 millones de euros, “para reforzar un centro que debe seguir siendo referencia en esta materia”.