El IRTA, el Instituto de Ciencias Agrarias ICA-CSIC y el grupo de investigación Urbanismo, Sostenibilidad y Paisaje (USP) de la Universidad de Navarra desarrollan el proyecto Tubersystems, que investiga la producción de la trufa negra en encinares como un estudio integrado en el que se pretende valorar este sistema multiproductivo desde diferentes puntos de vista.

En el marco de este proyecto, se estudiarán tres escenarios de producción de trufa: el monocultivo de encinas truferas, las plantaciones mixtas de trufa y plantas aromáticas, y las zonas de producción trufera silvestre. Entre los objetivos propuestos está conocer mejor el papel de los macroorganismos y microorganismos como impulsores del crecimiento de las plantas, así como su papel en el ecosistema y en la sostenibilidad agrícola de su cultivo. “Existen muchas lagunas, tanto en el ciclo de vida de la trufa como en la ecología del hongo o sus interacciones bióticas y abióticas”, explica Xavier Parladé, investigador del IRTA y coordinador de este proyecto, que se desarrollará inicialmente en 37 localizaciones en producción de Aragón, Andalucía, Comunidad Valenciana, Cataluña, Castilla La Mancha, Castilla y León y Navarra, donde se tomarán muestras del suelo y de la vegetación colindante de las zonas truferas para estudiar la biodiversidad asociada a los sistemas de producción de trufas.

El ciclo biológico de la trufa negra sigue siendo bastante desconocido. Saber cómo se relaciona el micelio, que forma la parte perenne de la trufa en el suelo, con otras plantas o cultivos que se encuentran alrededor de la encina y que se asocian a su vez a otros hongos, es uno de los aspectos que abordará Tubersystems. Además, el proyecto pretende aislar una serie de hongos que forman micorrizas arbusculares y que se encuentran en las plantaciones truferas para inocularlos en plantas acompañantes al cultivo para mejorar la producción y ver el efecto que tiene la inclusión de plantas aromáticas en los campos productores (tomillo, lavanda y salvia). En este sentido, se prevé realizar una plantación piloto de encinas y plantas aromáticas micorrizadas a partir de una combinación seleccionada de éstas, donde poder medir las interacciones entre ambas y sus efectos productivos.

Otro tema importante en las plantaciones es el del riego y sus influencias en la producción. “Sabemos que los meses de julio y agosto son críticos para la maduración de la trufa y proveerla del agua necesaria es fundamental”, afirma el investigador del IRTA. Plantando las encinas inoculadas cuando tienen un año, si se riegan correctamente, la producción puede iniciarse cuando ésta tenga 6-7 años; en caso contrario, tendrá lugar a los 10-12 años. “Un cultivo con un buen mantenimiento puede llegar a seguir produciendo durante treinta a cuarenta años, y para ello el establecimiento de un riego adecuado es fundamental”, apunta Parladé.

La valiosa trufa negra (Tuber melanosporum Vittad.) se encuentra entre los hongos comestibles más apreciados en todo el mundo. Se cosecha de forma natural en Europa, principalmente en Francia, Italia y España, donde también se cultiva. Otros países con zonas de clima mediterráneo que también cultivan trufa negra son Australia, Nueva Zelanda, Chile, Norteamérica y Sudáfrica.

La superficie actual de plantaciones de trufas en España se estima en alrededor de 10.000 ha, que producen el 60% del total de la trufa, y cada año se establecen alrededor de 500 nuevas ha de cultivo. Por su parte, la trufa silvestre ha ido en regresión en los últimos años, y actualmente representa el 40% del total de trufa comercializada.

En España, la trufa mueve cerca de 7,5 millones de euros al año. Existen diferencias significativas en la producción en función de la zona de que se trate y el año de recolección. Así, por ejemplo, mientras que en la zona de Teruel se pueden llegar a producir de 30 a 40 Kg/ha de trufa al año, en Cataluña se consiguen producciones de 15 a 20 Kg/ha y año. Es por ello por lo que se ha planteado realizar una investigación en fincas distribuidas por toda España para intentar comprender las diferencias productivas entre zonas. “Hasta hace poco tiempo, el cultivo de la trufa negra se ha desarrollado de forma mayoritariamente empírica; sabemos que hay prácticas que funcionan, pero desconocemos por qué unas funcionan y otras no, y es necesario comprender mejor el ciclo biológico de la trufa para mejorar su cultivo”, sostiene Parladé.