El virus de la amarillez infecciosa de la lechuga (Crinivirus lactucaflavi, LIYV) ha reaparecido en el País Vasco, cuatro años después de su primera detección. Este patógeno, que se transmite exclusivamente a través de Bemisia tabaci en forma semi-persistente, se encuentra principalmente en regiones de América del Norte, sobre todo en California, Arizona, Texas y México.
Este virus no se propaga ni por semilla ni por contacto mecánico, de modo que la presencia del vector es la condición esencial para que ocurra la enfermedad. En 2021 ya se detectó por primera vez en España (y en toda Europa y la región mediterránea), en plantas de lechuga en un invernadero de la región del País Vasco. El foco fue erradicado rápidamente, pero en mayo de este año un instituto de investigación oficial informó al Centro de Protección Fitosanitaria de Vizcaya de que un cultivo de Beta vulgaris destinado a la producción de semillas, cultivado en un invernadero del municipio vizcaíno de Derio (Bizkaia), presentaba síntomas similares a los de LIYV: patrones cloróticos y mosaicos en las hojas, con cierta decoloración bronceada. El Laboratorio Nacional de Referencia confirmó la identidad del virus.
Aunque solo se puede transmitir por B. tabaci, no se encontraron poblaciones de la mosca blanca en el invernadero afectado, que contenía 115 plantas destinadas a la producción de semillas. Todas fueron destruidas mediante incineración, excepto nueve que se conservaron para la producción de semillas. Las semillas de estas nueve plantas se analizarán para comprobar la presencia del virus y evaluar la posible transmisión del LIYV a través de las semillas (en condiciones de aislamiento).
Este patógeno ya había aparecido la primera vez en un invernadero de Urduliz (Vizcaya). En enero de 2021, plantas de lechuga cultivadas hidropónicamente en un túnel de frío mostraron síntomas de una posible infección viral. Se tomaron muestras y el Laboratorio Nacional de Referencia confirmó la identidad en marzo de 2021. Para entonces, el agricultor había destruido las plantas infectadas y replantado lechugas a finales de enero, que se cosecharon a finales de marzo y no mostraron síntomas. Se llevaron a cabo dos ciclos más de producción (plantadas en abril y junio) y no se observaron síntomas, por lo que se dio por erradicado el brote.
La prevención de esta enfermedad se basa en medidas de manejo integrado orientadas al control del vector: uso de mallas antiinsectos y trampas cromáticas, introducción de enemigos naturales y, cuando sea necesario, tratamientos fitosanitarios selectivos. También es esencial eliminar malas hierbas que sirvan de reservorio y evitar solapamientos de cultivos sensibles. Aunque el virus no se transmite por semilla, la compra de material vegetal certificado y libre de plagas reduce el riesgo de introducir vectores contaminados.