Croacia ha notificado recientemente la primera detección del virus del rugoso del tomate (ToBRFV) en su territorio. La Comisión Europea aprobó el Reglamento (UE) 2023/1032 en mayo del año pasado para tratar de frenar la entrada de este patógeno, con controles mucho más estrictos de las importaciones de tomate y pimiento de determinados países. Sin embargo, desde entonces se ha identificado por primera vez en Irlanda, Lituania, Letonia, Rumanía y Croacia.

Las autoridades del país balcánico detectaron el tobamovirus en octubre, gracias al programa oficial de inspecciones, en un pequeño invernadero (300 m2) de tomate en el municipio de Martijanec, en el norte del país. Tras el hallazgo, han procedido a aplicar las medidas fitosanitarias recogidas en el reglamento.

En España, ya afecta a 850 hectáreas de la localidad murciana de Mazarrón, donde apareció en 2021, y también se ha detectado en invernaderos de Andalucía, Comunidad Valenciana, Cataluña y País Vasco.

En un artículo reciente publicado en Phytoma, a cargo del Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Medioambiental (IMIDA), se describen aspectos básicos del virus rugoso, como su facilidad de transmisión, elevada persistencia y la presencia de otros hospedantes habituales, que pueden ayudar a establecer las estrategias de manejo.

Desde su descubrimiento en 2014 en Israel, el virus rugoso ha tenido una rápida expansión por diversas zonas productoras de tomate de todo el mundo, causando importantes daños. Puede transmitirse mecánicamente y por semillas. Se considera un virus muy estable y resistente, capaz de conservar su capacidad infectiva durante semanas, meses o años, según superficies o sustratos en los que se encuentra, y resistir técnicas de desinfección que pueden resultar muy eficaces sobre otros virus, como la solarización. Además, dispone de numerosos hospedantes naturales, incluidas hierbas tan habituales como la hierbamora (Solanum nigrum), cenizos y bledos (Chenopodium y Amaranthus spp.), la corregüela (Convolvulus arvensis), las cerrajas (Sonchus oleraceus) o los pinillos (Conyza spp.), sobre las que puede perpetuarse en las zonas que coloniza.

En España, ya afecta a 850 hectáreas de Mazarrón, y también se ha detectado en invernaderos de Andalucía, Comunidad Valenciana, Cataluña y País Vasco

ToBRFV es un virus especialmente nocivo, que puede presentar una gran diversidad de síntomas, entre los que podrían destacarse mosaicos y abullonados o rugosidades muy patentes en hojas y brotes jóvenes, así como frutos con coloraciones irregulares, manchas amarillas y marrones y deformaciones. Los síntomas y su agresividad pueden depender de diversos factores, como el varietal, fenología de la planta, condiciones de estrés (especialmente térmico) y, muy especialmente, de la presencia de otros patógenos: los investigadores del IMIDA han comprobado que frecuentes coinfecciones con otros virus y determinadas situaciones de estrés agudizan los síntomas y daños e influyen sobre el comportamiento de variedades con resistencias frente al virus.

El artículo analiza las posibles vías por las que se producen los primeros focos en una plantación y su dispersión posterior, así como las medidas que pueden adoptarse para prevenirlas o, al menos, ralentizarlas. Igualmente, describe las condiciones en las que el virus puede permanecer con capacidad infectiva en parcelas que han sido afectadas y las medidas para reducir los riesgos para futuras plantaciones, donde las prácticas de higiene y la solarización resultan especialmente interesantes. “Para problemas tan complejos como este, es necesario establecer estrategias integradas, adaptadas a las particularidades de cada explotación y a las características de cada empresa, maquinaria y medios empleados y personal que interviene en las labores”, resumen los autores del artículo.