La llegada a Israel de Diaphorina citri, el vector más agresivo de la bacteria causante del HLB, se ha convertido en la principal preocupación de la citricultura mediterránea. El entomólogo Alberto Urbaneja y la bacterióloga Ester Marco-Noales, científicos del Centro de Protección Vegetal y Biotecnología del IVIA, trabajan para prevenir la llegada de “la enfermedad más devastadora de los cítricos”. Urbaneja participa el 19 de mayo en Phytoma Meets para repasar las diferentes líneas de investigación centradas en la gestión del HLB y sus vectores.

España lleva años lidiando con Trioza erytreae, el otro vector del huanglongbing. Aunque se ha extendido desde Galicia hacia el sur de Portugal y por la cornisa cantábrica, todavía no ha alcanzado las zonas citrícolas y hay mucha confianza depositada en las sueltas masivas de una avispilla, Tamarixia dryi, que ha logrado altas tasas de parasitismo en Canarias y la península. La llegada del psílido asiático de los cítricos al Mediterráneo, sin embargo, abre un frente nuevo en una batalla que sólo se puede ganar evitándola, ya que se trata de una enfermedad incurable.

 ¿Cuáles son las principales diferencias entre los dos vectores del HLB: Trioza erytreae y Diaphorina citri?

Alberto Urbaneja: Desde el punto de vista de la identificación, la principal diferencia es la sintomatología que le producen al árbol. Ambos viven sobre brotes tiernos y se desarrollan alimentándose de ellos mientras van creciendo. Trioza erytreae deforma las hojas y produce los típicos abombamientos que causan sus daños directos, mientras que Diaphorina citri produce unas secreciones cerosas blancas. Desde el punto de vista de su bioecología, las diferencias son abismales, tienen un patrón distinto de adaptación a las condiciones climáticas. Trioza está más adaptada a unos climas templados, mientras que Diaphorina puede adaptarse a un rango más amplio de temperaturas y humedades; en nuestras condiciones mediterráneas, se encuentra como pez en al agua, mientras que T. erytreae no se comporta tan agresivamente, y eso está relacionado con su capacidad como vector del HLB: si Diaphorina citri entrara aquí, sería una desgracia, mientras que Trioza erytreae no se reproduciría tan rápido.

 Y respecto a la bacteria, ¿qué diferencias hay entre la variante africana y la variante asiática?

Ester Marco-Noales: Todavía nos queda mucho por saber sobre la interacción de estas bacterias con la planta. Sí sabemos que la variante asiática parece más agresiva; se considera más grave el HLB donde está presente Candidatus Liberibacter asiaticus que en aquellos países donde está Ca. Liberibacter africanus. De hecho, los países africanos defienden que el Greening, como suelen llamar allí al HLB, es una enfermedad menos agresiva, los síntomas son menos notorios y la incidencia quizás es más baja.

Si comparamos los genomas de las variantes, son muy similares. La diferencia, más que en la bacteria, puede que esté en el insecto vector, en su eficiencia y sus características.

 ¿Qué noticia preocupa más: la aparición de Trioza erytreae en el Algarve portugués y aproximación a Huelva o la llegada de Diaphorina citri a Israel?

AU: Habiendo trabajado con las dos, y conociendo ambas, me preocupa, y mucho, la detección en Israel. Ya está en la cuenca mediterránea, y esto es un primer aviso a navegantes. Trioza es un problema, pero estamos teniendo muy buenos resultados con el parasitoide Tamarixia dryi, la está manteniendo a raya. El control biológico podría regular las poblaciones a niveles muy bajos.

EM: Ambas amenazas son muy preocupantes, aunque a priori la cercanía de D. citri pueda causar más temor. El problema es que la bacteria podría estar ya presente en algunas plantas debido al tráfico ilegal de material vegetal, por lo que la llegada de un vector que la pueda transmitir permitiría su dispersión.

¿Es probable que ya tengamos plantas con la bacteria?

EM: Hay una cierta probabilidad porque, a pesar de los controles, siempre hay material que se introduce en los países de forma ilegal, y a veces con una finalidad recreativa por falta de concienciación y responsabilidad. En California, las primeras detecciones fueron en árboles de chalets en zonas residenciales. La experiencia de otros países es que, cuando aparece el vector, tarde o temprano aparece la enfermedad, y los últimos años, el periodo entre la aparición del vector y la de la enfermedad se ha ido reduciendo.

¿Qué consecuencias tendría la aparición de la enfermedad en la citricultura mediterránea?

EM: El mensaje de los países afectados por el HLB es que lo más fundamental es prevenir. La aparición del HLB sería, a priori, una catástrofe. La bacteria produce unos daños muy graves, los árboles se debilitan y el vector es una lanzadera que hace que la dispersión local sea muy importante. Es la enfermedad más devastadora de los cítricos y sin otros precedentes parecidos. Es necesario que intentemos prevenirla o retrasar la aparición lo máximo posible.

AU: Nuestra estrategia ahora es prevención, prevención y prevención. Cuanto más tarde en entrar Diaphorina, mejor, es la única solución. Hay que ser muy restrictivos en los puertos porque es el máximo riesgo. Pero ahora, la expansión natural de la plaga también es un riesgo; el psílido es capaz de volar y tiene ahora un corredor de cítricos en el norte de África: Israel, Egipto, Argelia y Marruecos. En primavera se verá realmente qué nivel de expansión y distribución tiene en Israel y cómo lo solucionan.

De aparecer la bacteria en nuestra citricultura, ¿el plan de erradicación supondría el arranque de árboles en las zonas afectadas, como ocurre con otra bacteria, Xylella fastidiosa?

EM: Si aparece la enfermedad, por normativa habría que erradicar a partir de los focos infectados. Por la experiencia de aquellos países donde ya está presente, la única forma en que conviven con la enfermedad es con distintas medidas, una de ellas la erradicación de plantas enfermas, porque son una fuente de inóculo. En Florida, el grado de incidencia es tan alto que eliminar árboles ya no sirve y la estrategia es otra, pero allí su citricultura está muy mermada. En Brasil o China, la única forma de convivencia que tienen con el HLB es el control del vector y prácticas agrícolas como la erradicación de árboles infectados.

Con Trioza erytreae, su parasitoide ha conseguido reducir las poblaciones en Canarias y la península. ¿Puede Tamarixia radiata hacer lo propio con D. citri?

AU: Tamarixia radiata se ha introducido en Brasil, Florida y California. El nivel de parasitismo en los dos primeros no es grande, aunque hace su función en la limitación de las poblaciones. Pero hay que tener en cuenta que ambas citriculturas  basan su manejo de plagas en el uso de plaguicidas, y estoy seguro de que interfieren en la acción del parasitoide. Nuestra citricultura es totalmente distinta: tiene un nivel muy bajo de uso de plaguicidas y tenemos un respeto máximo por los enemigos naturales. Creo que la eficacia que podría tener T. radiata en nuestras condiciones sería mayor que la que tiene en Florida o Brasil. En California, donde la gestión de Diaphorina es distinta, con un manejo de hormigas y un uso suave de plaguicidas, el nivel de eficacia con T. radiata parece un poco mayor y da resultados esperanzadores, dentro de la gravedad del problema.

¿Se ha previsto introducir aquí el parasitoide, como se ha hecho con Tamarixia dryi?

AU: En el supuesto de que apareciera Diaphorina, la primera acción que hay que hacer es introducir Tamarixia radiata –no antes, porque es un parasitoide específico-. A nivel de investigación es una de nuestras prioridades. En la Universidad de Florida he trabajado de primera mano con T. radiata desde 2003. Conocemos el parasitoide, la interacción, las crías. También hemos trabajado en la Universidad de Riverside (California) para conocer su sistema de cría. Tenemos muy buenos contactos allí y vamos a relanzar estas colaboraciones para tener un canal de comunicación rápida y fluida para introducirlo lo antes posible en el supuesto de que fuera necesario, y también hemos empezado a trabajar con el Servicio de Sanidad Vegetal para obtener los permisos.

¿Es factible el control químico con los insecticidas disponibles en la UE?

AU: Ese es el panorama desalentador que tenemos. A nivel de plaguicidas, no vamos a poder controlar Diaphorina citri. Nuestros plaguicidas son muy selectivos para ciertas plagas, pero ni mucho menos van a ser eficaces para controlar esta. Lo que es importante es la gestión del árbol ligada a los tratamientos. En el Mediterráneo tenemos brotaciones muy marcadas, y habría que proteger con plaguicidas esas brotaciones, sobre todo la de primavera.

¿Qué expectativas abre el descubrimiento, en 2020, de un péptido antimicrobiano tolerante a la enfermedad?

EM: Es un avance importante. Los péptidos antimicrobianos se conocen desde hace tiempo. Son pequeñas moléculas que tienen actividad frente a distintos organismos, como bacterias. En concreto, hay un péptido antimicrobiano que se encuentra en mayor cantidad en aquellas variedades de cítricos más tolerantes al HLB. Se han hecho ensayos in vitro frente a las bacterias asociadas al HLB y se ha comprobado que tiene una actividad potente, e incluso se han hecho ensayos en plantas con aplicación foliar e inyección, y se ha observado una disminución de los síntomas de la enfermedad y una reducción de la población de la bacteria. Esto abre una puerta importante a buscar en otros patrones con tolerancia ese péptido u otros péptidos que tengan actividad antibacteriana, que es uno de los trabajos que se están llevando a cabo en el IVIA. Lo más difícil, la piedra angular de este tipo de tratamientos, es la aplicación: cómo implementar la administración de los péptidos en las plantas. Además, producir este tipo de moléculas en grandes cantidades suele ser muy costoso.

AU: Entre otras estrategias que tenemos en marcha vamos a intentar obtener patrones y variedades lo más tolerantes posible –resistentes, no se han conseguido-. Lo importante de los patrones es cómo modulan las defensas que pueden inducir en la variedad. En Florida y California, ese es uno de los puntos fuertes de investigación: trabajar el sistema inmune de la planta para que sea lo más tolerante posible al HLB. Intentar convivir con el HLB.

EM: Nunca hay que confiar todo a una sola estrategia, no es suficiente. Ni el control del vector, ni el péptido, ni la erradicación, ni sustancias antimicrobianas… Son distintas estrategias que, bien integradas, pueden permitir la convivencia con la enfermedad. Pero no se puede depositar la esperanza en una sola estrategia.

AU: Aquí tenemos plantaciones adultas que habría que proteger de la infección del vector y por consiguiente del HLB. Proteger las brotaciones, hacer un buen manejo fisiológico del árbol, tenerlo bien alimentado… El efecto puede ser menor del que hay en Florida, donde no había tanto cariño por cuidar al árbol. Aquí estamos más tecnificados, lo que nos permitiría modular un poco la enfermedad, pero ni muchísimo menos controlarla.

En el IVIA estáis desarrollando un kit de detección in situ del HLB que puede utilizarse en campo, ¿en qué fase está este proyecto?

EM: El prototipo que estamos desarrollando se basa en una técnica de amplificación similar a una PCR, pero que no necesita un equipamiento tan complejo y puede emplearse in situ. Los resultados preliminares son bastante buenos porque, para ser una técnica que no requiere extracción de ADN -que es un paso que generalmente aumenta la sensibilidad de una técnica molecular, pero que alarga y dificulta el proceso-, la sensibilidad del prototipo es alta y cercana a la de la PCR.

Uno de los hándicaps del HLB es que, cuando se detecta la bacteria, ya está relativamente extendida por la planta; además, se distribuye de una forma desigual y llega incluso a las raíces, en las que parece ser más fácil detectarla, pero  que son difíciles de muestrear. Aún así, la detección es una herramienta importante para anticiparse lo máximo posible y poder erradicar una planta en cuanto se obtenga un resultado positivo fiable y confirmado. La idea es que el kit pueda ser utilizado en campo por los productores y técnicos de cooperativas. Aunque siempre se requiere una confirmación en laboratorio, sería una primera herramienta que sitúa en estado de alerta.

¿La sintomatología de la enfermedad es muy evidente o puede confundirse con otras enfermedades o alteraciones?

EM: Si está muy avanzada, es muy característica en las hojas, con un moteado clorótico difuso, y en los frutos, que son interiormente asimétricos, pero en los estadios iniciales los síntomas pueden confundirse con deficiencias nutricionales. De hecho, cuando un árbol está afectado, empieza a desarrollar también deficiencias nutricionales porque la bacteria ocluye el floema y hay dificultad para el transporte de las sustancias fotoasimiladas.