El Servicio de Sanidad Vegetal de la Comunidad Valenciana ha informado de la necesidad de intervenir para reducir las poblaciones de Philaenus spumarius, principal vector de la Xylella, ahora que han aparecido las primeras ninfas sobre la vegetación espontánea herbácea o arbustiva en la zona demarcada por el foco de Alicante.

Durante el estado de ninfa, las poblaciones de este cicadélido se alimentan, crecen y pupan dentro de una especie de masa espumosa que segregan ellos mismos y que les sirve de refugio y protección. Cuando emergen los adultos sobre los árboles, pueden infectarse y transmitir la bacteria a todas las plantas sensibles que vayan visitando para alimentarse. Por lo tanto, la mejor estrategia para frenar el avance de la enfermedad es actuar sobre las ninfas e impedir que el insecto complete su ciclo biológico. En esta estrategia, los tratamientos insecticidas se reservan a la aparición de adultos, a mediados de abril.

La vigilancia de la población de vectores que se realiza durante toda la campaña permite enlazar el seguimiento de las ninfas con la aparición de los primeros adultos de nueva generación, tanto en la cubierta herbácea (mediados de marzo) como en el árbol (finales de abril). De esta forma, Sanidad Vegetal pretende facilitar la toma de decisiones para el control de la población de los vectores en las distintas fases.

En estos momentos, las actuaciones a realizar sobre la vegetación espontánea consisten en el laboreo superficial del suelo, de no más de unos 5 cm para no afectar a las raíces del cultivo, pero suficiente para producir la escarda de la vegetación espontánea y su incorporación al suelo. Si no es posible el laboreo, deberá realizarse un desbroce de la vegetación espontánea, mecánico o manual. Solo cuando no sea posible ninguna de las acciones anteriores, pueden emplearse herbicidas contra dicha vegetación.

Un mecanismo indirecto de control de P. spumarius es obstaculizar la atracción del cultivo para retrasar y disminuir la visita de adultos a los árboles, lo que reduce el riesgo de nuevas infecciones. Un árbol con un vigor excesivo o que esté debilitado o abandonado atrae más a los vectores, por lo que todas las medidas culturales han de procurar un crecimiento equilibrado del árbol mediante buenas prácticas de gestión de poda, fertilización y riego.

Por ejemplo, conviene realizar podas moderadas o suaves a fin de evitar desequilibrios y exceso de brotaciones jóvenes y tiernas; eliminar los chupones que salgan posteriormente o del tronco para evitar el efecto llamada; no podar tras un periodo de lluvias, ya que es mayor el riesgo de infecciones de hongos, y emplear productos sellantes o cicatrizantes; desinfectar los utensilios de poda para evitar el riesgo de transmisión de enfermedades de unas plantas a otras; por último, es recomendable quemar todos los restos de la poda. Si legalmente no es posible por la ubicación u otras circunstancias, se deben de triturar in situ en la parcela e incorporarlos al suelo mediante laboreo superficial.

Por su parte, los riegos deben satisfacer las necesidades mínimas del cultivo para que el desarrollo vegetativo sea moderado y se eviten brotaciones tiernas. Hay que tener en cuenta también el contenido en nutrientes que contenga para descontarlo del abonado, que, al igual que el agua, incide en el desarrollo vegetativo. En este sentido, Sanidad Vegetal recomienda que sea fraccionado para evitar excesos de brotación.