El frío y la humedad de finales de marzo han afectado a las producciones de cerezas del norte de Extremadura por la mayor incidencia de la monilia, una enfermedad fúngica de difícil control, ya que los tratamientos preventivos y curativos no son efectivos si continúan estas condiciones climáticas. En la Comunidad Valenciana, la cosecha de cereza se verá reducida a la mitad como consecuencia de la climatología adversa y los productores cifran las pérdidas en más de 8 millones de euros. En algunas zonas de Aragón, el frío y los patógenos han producido pérdidas importantes en este cultivo.

En la Comunidad Valenciana, la cereza es el cultivo más afectado por las condiciones climatológicas adversas de los últimos meses, fundamentalmente por la falta de horas de frío necesarias durante el invierno, así como por el exceso de humedad durante el mes de marzo. El descenso de cosecha no es uniforme en el conjunto de las zonas. En la provincia de Alicante, principal zona productora con el 76% de la superficie cultivada de la Comunidad, la bajada de producción sería del 54%; del 27% en Castellón (con el 21% del total de superficie) y del 21% en Valencia, que sólo posee un testimonial 3% de las superficie cultivada autonómica, según La Unió de Llauradors.

Por su parte, la molinia ya ha provocado daños a más del 10% de la superficie de cerezos del Valle del Jerte y La  Vera, alrededor de 800 has, y puede provocar unas pérdidas de más de 4 millones de kg de cerezas, según calcula Unión Extremadura. Para la organización agraria, el problema se agrava por tres motivos: no solamente se pierde la cosecha de una campaña, el árbol queda debilitado y las secuelas de la enfermedad afectan a las campañas siguientes; debido a la falta de coberturas del seguro agrario, estas plantaciones en su mayoría no están aseguradas; al ser considerada una enfermedad por Agroseguro, los daños que se producen no son indemnizables.

La Unión Extremadura  y la Asociación del Valle Del Jerte y Comarcas Vecinas ha remitido un escrito a la Consejería de Agricultura de la Junta de Extremadura para que sus técnicos hagan una valoración de los daños producidos, asesoren de los posibles tratamientos para intentar paliar los problemas futuros y para estudiar el incorporar esta circunstancia en el seguro de la cereza de Cáceres, “que se tendrá que negociar para que sea atractivo para los productores”.

La monilia desarrolla, sobre las distintas especies de frutales de hueso, enfermedades con síntomas similares, razón por la que, desde un punto de vista práctico, se pueden considerar una sola enfermedad denominada el momificado de los frutales de hueso. Las flores sufren un marchitamiento general que, a simple vista, pudiera parecer que los ovarios están maduros y se encuentran rodeados de despojos florales. Las ramas pueden resultar afectadas a partir de un ramo floral infectado, marchitándose toda la rama desde ahí hasta el extremo. En los tejidos infectados se observan las fructificaciones del hongo con aspecto de almohadillas o cojincillos grisáceos y, cuando aparecen sobre frutos, suelen distribuirse concéntricamente. Los frutos afectados reducen su volumen  y se  momifican, de ahí el nombre de la enfermedad. También es frecuente la aparición de exudaciones gomosas en las ramas enfermas.

Los hongos pasan el invierno entre las resquebrajaduras de la madera, yemas y frutos momificados de árboles que estuvieron enfermos en la campaña anterior. Al acercarse la primavera recuperan su actividad, y el micelio y las esporas producidas invaden los órganos recién formados. El desarrollo de la enfermedad se produce cuando la brotación coincide con continuos días de lluvia o bruma y temperaturas frescas por encima de 10 ºC. En plantaciones con un nivel importante de órganos afectados por la enfermedad, en la primera parte de la primavera, es frecuente que se produzcan infecciones de frutos a partir del envero, y los síntomas no se manifiestan hasta la recolección o, incluso, en el almacén.

En Aragón, el Centro de Sanidad y Certificación Vegetal  informa de que se han producido pérdidas importantes en algunas zonas por la incidencia del frío y la aparición de algunas patologías que se están estudiando, como monilia y pseudomonas, problemas que se añaden al de la falta de mano de obra para la recolección. La primavera lluviosa y con temperaturas suaves está provocando también mayor incidencia de las enfermedades fungicas en los cultivos frutales. Las condiciones meteorologicas del invierno, y quizás más directamente las de las últimas semanas, han influido en que el cuajado de las diferentes variedades de cereza sea irregular. Además, en algunas zonas del territorio se produjeron heladas entre el 27 de marzo y el 4 de abril, y lluvias persistentes durante una buena parte de la primera decena de este último mes. En algunas localidades de la comarca Comunidad de Calatayud, a raíz de esas incidencias meteorologicas, se observan daños en los organos florales de los cerezos cuya etiologia se está estudiando.