El Gobierno de La Rioja ha presentado el protocolo de actuación contra el fuego bacteriano en frutales de pepita, elaborado por el Grupo de trabajo técnico, integrado por la Consejería de Agricultura, D.O.P. Peras de Rincón de Soto y las tres organizaciones profesionales agrarias (ASAJA, UAGR y UPA).

Las lluvias que se produjeron a mediados de abril, junto a las temperaturas que las acompañaron, han agravado en una parte de La Rioja el ataque de la bacteria Erwinia amylovora, causante del fuego bacteriano, que ha tenido como vía de entrada la floración, tanto en peral como en manzano.

En las condiciones climáticas riojanas, es más habitual que las contaminaciones se produzcan en la floración secundaria. Sin embargo, este año se produjeron lluvias y temperaturas suaves a comienzos de abril, lo que unido a la presencia de bacteria en el ambiente y una vía de entrada para la enfermedad (la flor), ha favorecido este ataque.

El protocolo establece unas medidas ante la detección de síntomas de la enfermedad. En poscosecha (invierno), es necesario realizar cortes en las partes afectadas, ya que se está produciendo el descenso de savia y así se asegura un mejor control de la enfermedad. Si lo que se ve afectado es el tronco principal, se deberá arrancar el árbol completo: dejar un trozo de tronco para que brote por alguna yema inferior al corte hace que los síntomas se manifiesten un año más tarde, con exudados que contaminarían más la parcela. En parada vegetativa, si se observan chancros en madera, conviene cortar a 40 centímetros del límite visible.

En todos los casos, se debe desinfectar la herramienta de corte. El alcohol no es un desinfectante efectivo contra la bacteria, como sí lo son la lejía o los amonios cuaternarios. Si los cortes se realizan en ramas principales o en ramas gruesas, también conviene aplicar un cicatrizante.

Durante la poda, los árboles afectados se podarán siempre los últimos para evitar contaminar los sanos.

En floración, se deben eliminar las inflorescencias si los síntomas se deben a contaminaciones recientes. En caso de que los síntomas sean muy iniciales, hay que cortar intentando retroceder siempre hasta madera de dos años y marcar el árbol para identificarlo. Las flores suelen presentar exudados que favorecen la proliferación de la bacteria, por lo que cuanto antes se eliminen, antes se reducirá el inóculo.

Si los síntomas se deben a ramas afectadas de años precedentes, con inflorescencias que no han brotado, se debe cortar al menos a 40 centímetros del límite proximal visible de la infección y con desinfección inmediata del instrumental empleado.

El éxito en el control de la enfermedad depende de la reducción de inoculo y para ello es necesario la colaboración de todos los agricultores: la mala actuación de uno solo repercute en los demás

En vegetación, los síntomas son consecuencia de una falta de actuación previa en floración o debidos a un fenómeno de granizo que ha generado una vía de entrada a la bacteria, por lo que se debe cortar lo antes posible. Si los síntomas que se aprecian son solo en madera del año, conviene cortar al menos en madera de segundo año.

Si hay ramas completas afectadas, el corte efectuado debe ser al menos a 40 centímetros del límite proximal visible de la infección y con desinfección inmediata del instrumental empleado. Si se ve afectado el eje central o las ramas principales del árbol, siempre es preferible arrancar el árbol completo en lugar de cortar, ya que el corte únicamente supone volver a realizar futuros cortes que acaban encareciendo los costes de cultivo y no garantizan la supervivencia del árbol.

En segundas floraciones, conviene eliminar a mano las flores sin síntomas. En caso de no poder hacerlo por su cantidad, hay que realizar tratamientos fitosanitarios preventivos. Y, si se observan flores con síntomas, el protocolo aconseja cortar de forma drástica, al menos a medio metro.

Tras daños por pedrisco o heridas causadas por viento, el documento insta a realizar tratamientos con cicatrizantes en las 24 horas siguientes.

El protocolo remarca que cortar y dejar dentro de la parcela cualquier rama o inflorescencia afectado sin quemar, “no hace más que favorecer la propagación de la enfermedad y es a su vez sancionable, ya que la normativa indica claramente la obligación de destrucción de las partes extirpadas”. Siempre que sea posible, las quemas deben realizarse en la misma parcela para evitar mover material vegetal contaminado; en todos los casos hay que solicitar un permiso de quema.

Los tratamientos fitosanitarios deben realizarse en los momentos de susceptibilidad: floración (primaria y secundaria), tras un pedrisco y después de la caída de hoja. Las sanciones, por incumplimiento de las medidas fitosanitarios obligatorias, oscilan entre 3.001€ y 120.000€, y en el caso de “plagas de carácter extraordinariamente graves”, entre 120.001€ y 3 millones de euros. “El éxito en el control de la enfermedad depende de la reducción de inoculo y para ello es necesario la colaboración de todos los agricultores, ya que la mala actuación de uno solo, repercute en los demás”, advierte el protocolo.

Ante cualquier parcela abandonada de frutal de pepita, se podrá comunicar a la Sección de Protección de Cultivos mediante el correo Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. o llamando al 941291455 para poder contactar con su propietario.

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