Una investigación de la Universidad Politécnica de Cartagena ha conseguido mejorar genéticamente la resistencia de poblaciones de Orius laevigatus a diversos insecticidas claves en las estrategias de gestión integrada de plagas. La mejora genética de estos depredadores facilita el control biológico en cultivos donde se requieren tratamientos con fitosanitarios químicos contra plagas secundarias.

Los investigadores de la UPTC han obtenido poblaciones de este chinche depredador resistentes a piretrinas y piretroides, neonicotinoides, spinosad y spinetoram, emamectina benzoato e indoxacarb; actualmente, están desarrollando una raza resistente al sulfoxaflor.

Esta investigación es el resultado de la tesis de Virginia Balanza, que ha demostrado con ensayos en poblaciones silvestres y comerciales de Orius laevigatus que existe una variación genética con tolerancia a insecticidas. “La poblaciones silvestres (recolectadas en países de la cuenca mediterránea) las sometimos a una dosis inicial de insecticida. Mezclamos los individuos seleccionados y fuimos aumentando la dosis de insecticida hasta conseguir las poblaciones más resistentes”, explica Balanza.

Un problema para el establecimiento y supervivencia de un enemigo natural en un cultivo es la compatibilidad con los tratamientos plaguicidas, tanto insecticidas como acaricidas o fungicidas. De ahí la importancia de disponer de razas de agentes de control biológico tolerantes a los fitosanitarios sintéticos y naturales. “El control biológico funciona muy bien para plagas principales que están permanentemente en el cultivo, pero las plagas secundarias se suelen controlar con tratamientos químicos, que pueden ser tóxicos para los enemigos naturales de las otras plagas”, puntualiza Pablo Bielza, catedrático de Producción Vegetal de la Universidad Politécnica de Cartagena, que ha dirigido la tesis.

El departamento de Bielza inició hace diez años un programa de mejora genética de O. laevigatus con el que ha obtenido razas más eficaces como agentes de control biológico en condiciones difíciles, con mayor tolerancia al frío, con una superior reproducción y depredación a bajas temperaturas, lo que, por ejemplo, le permite ejercer un buen control del trips Frankilinella occidentalis en los meses de invierno o primavera temprana, así como una raza con mayor potencial biótico cuando se nutre de alimento alternativo (polen o ácaros astigmátidos), lo que favorece su supervivencia y reproducción con baja densidad o ausencia de presa.