Las nuevas técnicas de edición genética se erigen en la gran esperanza de la sanidad vegetal ante el incremento de los problemas fitosanitarios y la disminución de las herramientas disponibles. Sin embargo, la Comisión Europea, la Eurocámara y el Consejo de la Unión Europea todavía no han conseguido sacar adelante el reglamento que debe facilitar el uso de técnicas como la mutagénesis dirigida y la cisgénesis, cruciales para poder desarrollar variedades más resistentes a estreses abióticos, como la sequía o las altas temperaturas, y a las plagas y enfermedades.
Las plantas desarrolladas con nuevas técnicas genómicas (NGT, por sus siglas en inglés) necesitan menos fertilizantes y fitosanitarios y pueden garantizar un mayor rendimiento. En la mayoría de los casos, dan lugar a cambios más específicos, precisos y más rápidos que las técnicas convencionales, al tiempo que se obtiene un cultivo que es igual al que podría haberse logrado con técnicas clásicas, como la selección y el cruce de semillas.
Mientras otros países aprovechan las ventajas que ofrece la edición genética, las NGT encallan en Europa, que ha configurado un nuevo Parlamento con la asignatura pendiente de desbloquear la aprobación del nuevo reglamento, que lo desligue definitivamente de los organismos modificados genéticamente, los transgénicos.
Tras varios años de trabajo, la Comisión presentó el 7 de julio de 2023 su propuesta legislativa, que establecía dos categorías: los vegetales obtenidos mediante NTG comparables a los vegetales convencionales o que pueden surgir de forma natural, y vegetales obtenidos mediante NTG con modificaciones más complejas, con requisitos más estrictos para poder salir al mercado. Además, dejaba fuera de la producción ecológica a las plantas obtenidas mediante mutagénesis dirigida y cisgénesis.
Emilio Rodríguez Cerezo, jefe adjunto de Unidad en el Joint Research Centre de la Comisión Europea, habló en el 17º Symposium de Sanidad Vegetal sobre este reglamento y el impacto económico y ambiental que se podría lograr con las variedades resistentes. En su intervención, presentó numerosos ejemplos de mutagénesis dirigida basada en CRISPR, como los ensayos para la resistencia al mildiu de la patata, importante enfermedad causada por Phytophthora infestans, que podría generar una reducción del 80% en el uso de fungicidas en producciones de control integrado, y un ahorro medio de costes de entre el 3% y el 6% del valor del cultivo por hectárea.
Rodríguez Cerezo afirmó que el uso de estas técnicas de mutagénesis para desarrollar plantas resistentes a enfermedades en países en desarrollo está muy avanzado, y es probable que los dos primeros cultivos comerciales con resistencias obtenidas por CRISPR sean para la necrosis letal del maíz en África y para la mala hierba Striga en sorgo.
La UE ha configurado un nuevo Parlamento antes de conseguir desbloquear la aprobación del nuevo reglamento
El pleno del Parlamento Europeo respaldó en febrero el uso de estas técnicas, aunque introducía algunas modificaciones a la propuesta de la Comisión. Por ejemplo, que todos los vegetales obtenidos mediante NGT siguieran sujetos a los requisitos de trazabilidad y etiquetado incluidos en el marco vigente relativo a los organismos modificados genéticamente, o la prohibición total de las patentes para todas las plantas NGT, el material vegetal, sus partes, la información genética y las características del proceso que contienen, con el fin de evitar incertidumbres legales, mayores costes y nuevas dependencias para agricultores y obtentores. Para Rodríguez Cerezo, el margen del ahorro de costes que comportaría el uso de variedades resistentes no compensaría los gastos adicionales que implica la trazabilidad y el etiquetado que quiere imponer el Europarlamento y que podrían “destruir la ventaja competitiva” de utilizar estas técnicas.
La Asociación Nacional de Obtentores Vegetales (Anove), que representa a las compañías y centros públicos dedicados al desarrollo de nuevas variedades vegetales, también admite que hay puntos a mejorar en la propuesta acordada por la anterior Eurocámara, como la obligación del etiquetado y la prohibición de patentar estos desarrollos, y desde el principio cuestionó la “incoherencia” de excluir estas técnicas en la producción ecológica y “privar a los productores que apuestan por este modelo de la libertad de elegir nuevas variedades más resistente a plagas y enfermedades, más resiliente a los cambios climáticos y con un mayor potencial productivo para hacer el cultivo sostenible económicamente”, en palabras de su presidente, Antonio Villarroel.
Una de las prioridades del Ministerio de Agricultura durante la presidencia española de la UE, en el segundo semestre de 2023, era alcanzar el acuerdo a tres bandas necesario para aprobar el reglamento. Se acordó un texto de compromiso, pero el Consejo de la UE no lo llegó a ratificar. Para el ministro Luis Planas, la adopción de esta regulación es uno de los temas pendientes que tiene actualmente la UE. En el Consejo de Ministros de Agricultura de la UE celebrado el 27 de mayo en Bruselas, Planas volvió a insistir en que se trata de una cuestión de cierta urgencia, ya que muchos países competidores de la UE ya las han adaptado en sus producciones y dotarán de mayor competitividad al sector agrícola.
Tampoco la presidencia belga, que concluye ahora, ha logrado desbloquear esta situación. Esta misma semana, el COPA-COGECA, que representa a las principales organizaciones profesionales agrarias y cooperativas europeas, ha lamentado esta nueva “oportunidad perdida” y ha criticado que, “a pesar de todos los esfuerzos de los negociadores belgas por iniciar diálogos tripartitos sobre las NGT con el Parlamento Europeo, las firmes posiciones de algunos Estados miembros no habrán permitido llegar a una conclusión bajo esta Presidencia del Consejo”.
Sin una legislación sobre las NGT, los agricultores de la UE se verán privados de una de las herramientas esenciales para adaptarse al cambio climático y responder a los objetivos de reducción del riesgo y utilización de los productos fitosanitarios
En el ámbito de la sanidad vegetal, las técnicas de edición genética como el CRISPR se están aplicando para editar y modificar genes de susceptibilidad y evitar así el inicio o progresión de la infección de los fitopatógenos. Utilizando estos genes como diana, se han obtenido resistencias frente a infecciones por Phytophthora capsici, Blumeria graminis, Botrytis cinerea, Magnaporthe oryzae en cultivos como tomate, trigo o arroz. En el caso de las bacterias, se han obtenido plantas de arroz resistentes a varias bacterias del género Xanthomonas o frente a X. citri en pomelo o naranjo dulce. Esta técnica se ha usado también con éxito en leñosas como el pomelo Duncan o el naranjo dulce para producir resistencia a X. citri o frente a Erwinia amylovora en manzano.
En el caso de los virus, al ser necesariamente parásitos intracelulares, se pueden diseñar estrategias dirigidas no solo contra genes del huésped, sino contra el patógeno, tales como las desarrolladas contra geminivirus y begomovirus, que provocan amarilleamientos y deformaciones en fruto, o virus que afectan al pepino, la banana o el arroz. “Las nuevas técnicas genómicas pueden ayudar en el campo de la sanidad vegetal a editar y modificar los genes que facilitan la infección de los fitopatógenos, los denominados genes de susceptibilidad, para obtener resistencias a los mismos evitando así el uso excesivo de plaguicidas y sustancias nocivas. Ya hay ejemplos notorios de prueba de concepto en cultivos de especial relevancia como el arroz, el pomelo, el manzano o el naranjo. Con la nueva legislación se acercaría más el progreso de la ciencia a las necesidades sociales”, subraya Vicente Pallás, profesor de investigación del Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas (IBMCP), que fue presidente de la Sociedad Española de Fitopatología de 2016 a 2022.
“Sin una legislación sobre las NGT, los agricultores de la UE se verán privados de una de las herramientas esenciales para adaptarse al cambio climático y responder a los objetivos de reducción del riesgo y utilización de los productos fitosanitarios. Al retrasarse en esta cuestión crítica, la UE también pondrá a los agricultores europeos en desventaja competitiva frente a sus colegas de terceros países”, ha advertido el COPA-COGECA.