El Servicio de Sanidad Vegetal de la Región de Murcia ha constatado un fuerte incremento en las poblaciones de Tuta absoluta, principal plaga del cultivo del tomate en España, favorecidas por las condiciones climatológicas y por algunas plantaciones donde las primeras generaciones del año no han sido bien controladas.
Ante este aumento, Sanidad Vegetal recuerda la importancia de favorecer la introducción de enemigos naturales, en especial míridos, para reducir la presión del lepidóptero en las plantaciones. También advierte de la necesidad de afinar las aplicaciones fitosanitarias, en función a la evolución de la plaga en cada parcela. En este sentido, conviene llevar bien controlada la plaga desde los estados más jóvenes de la plantación para evitar que se descontrole en algún momento. “Ello no implica realizar tratamientos intensivos sobre el cultivo, sino posicionarlos adecuadamente, realizando secuencias, habitualmente de dos productos específicos, con las cadencias adaptadas al ciclo de la plaga, y finalizando la secuencia con una o dos aplicaciones de un Bacillus o azadiractina, en función de la presencia de auxiliares”, detallan desde Sanidad Vegetal.
Además de planificar adecuadamente los tratamientos, es especialmente importante la calidad de las aplicaciones: que cubran muy bien el envés de las hojas y, para algunos productos y situaciones, la adición de surfactantes que favorezcan la entrada de la materia activa al interior de la hoja.
Un estudio de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica de la Universidad Politécnica de Cartagena, cuyos resultados se publicaron en la revista Phytoma, confirmó que la resistencia a diamidas está bastante extendida en las poblaciones españolas de T. absoluta, pero no detectó ningún caso de resistencia a otros insecticidas muy utilizados, para el control de la: spinosad, indoxacarb y emamectina.
En parcelas a punto de finalizar su ciclo productivo, si los niveles de T. absoluta alcanzados o moscas blancas son importantes, hay que eliminar las plantaciones cuanto antes, para que no salga la plaga hacia otras parcelas más sensibles. Por el contrario, si las poblaciones de insectos auxiliares son muy elevadas, pueden mantenerse durante un cierto tiempo, ya que pueden ayudar a enriquecer la zona.
En aquellas parcelas destinadas a nuevas plantaciones de tomate, conviene mantenerlas totalmente limpias de restos vegetales (tanto de cultivos como de hierbas) durante un periodo mínimo de seis semanas antes de plantar y con los cerramientos en buenas condiciones. Esto no implica mayor trabajo, sino adelantar unas semanas lo que suele hacerse durante los días previos y posteriores al trasplante. En el caso de parcelas con buenos cerramientos, Sanidad Vegetal recomienda completar la higiene con algún tratamiento a las estructuras, para posteriormente colocar las trampas adhesivas amarillas o azules, y que funcionen unos días antes de realizar la nueva plantación.