Un equipo del Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas (IBMCP) ha desarrollado un método para evaluar de forma rápida y barata productos de origen natural que pueden utilizarse como bioestimulantes que ayuden a las plantas a adaptarse a los efectos adversos del cambio climático, como la sequía o la salinidad. Este sistema permite hacer un cribado previo de los productos antes de los ensayos de campo, un proceso duradero y costoso.
Cuando una empresa quiere testar un nuevo producto, debe ir directamente a ensayos de campo. Con este nuevo sistema, se pueden evaluar diferentes productos en poco tiempo y a un precio asequible, y hacer una selección de los productos más efectivos. Además, se puede utilizar esta plataforma de forma combinatoria con diferentes materias primas para diseñar productos nuevos.
Los investigadores pusieron en práctica su plataforma de evaluación de bioestimulantes con un nuevo producto y ya han confirmado que lo que funcionó en el laboratorio es eficaz en lechuga, brócoli y, recientemente, en tomate. Se trata del calbio. A partir de la combinación de cuatro extractos de origen natural (una especie de alga, sauce blanco, regaliz y una levadura), el grupo del IBMCP ha generado este nuevo producto que, según detalla el coordinador del trabajo, José Miguel Mulet, investigador de este centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universitat Politècnica de València (UPV), “aumenta el rendimiento de diferentes cultivos un 10% en condiciones normales, pero en condiciones de salinidad, logra frenar la caída de producción y conseguimos rendimientos de cosecha un 30% mayores que las plantas sin tratar con nuestro producto. Y, lo más importante, esto lo hemos replicado en cultivos muy diversos”.
Este sistema permite hacer un cribado previo de los productos antes de los ensayos de campo
“Al tratarse de productos de origen natural, su proceso de autorización es más fácil ya que son considerados bioestimulantes, por lo que la transferencia de estos resultados a los agricultores será mucho más rápida y sencilla. La eficacia del producto está contrastada y se conoce su mecanismo molecular, algo que en estos momentos no ocurre con muchos productos que se encuentran disponibles en el mercado”, señala Mulet.
Por el momento, ya se ha podido demostrar la efectividad del calbio “en condiciones de crecimiento normal y de salinidad en diferentes cultivos como brócoli, lechuga y tomate”, explica Rosa Porcel, investigadora del IBMCP que participa en el trabajo. “En este momento, tenemos diferentes ensayos en marcha para evaluarlo en condiciones de sequía y de baja fertilización. Esto puede ser una gran ayuda para hacer la agricultura más sostenible. Además, al ser un producto de origen natural puede utilizarse tanto en agricultura convencional como ecológica”, añade.
El grueso del trabajo, que ha sido publicado en la revista Chemical and Biological Technologies in Agriculture, se ha realizado en el IBMCP, en colaboración con la empresa Caldic Ibérica, una compañía dedicada a la venta al por mayor de productos químicos para la industria, la alimentación y el sector farmacéutico. Asimismo, en el estudio han trabajado Vicente Arbona y Miguel González-Guzmán, profesores de la Universitat Jaume I de Castelló, y la catedrática del IBMCP Lynne Yenush.
Las pruebas de campo se realizaron en la Fundación Cajamar (Paiporta) y en la Finca Sinyent que la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA) tiene en Polinyà del Xúquer (Valencia). La investigación es el resultado de un proyecto de la convocatoria Retos colaborativos de 2022, del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades (Next Generation), y fondos del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR).