Unión de Uniones de Agricultores y Ganaderos ha reclamado al Ministerio de Agricultura que autorice excepcionalmente el uso del 1,3 dicloropropeno para controlar los nematodos del género Meloidogyne en los cultivos de tomate de industria, que junto a la sequía está provocando importantes pérdidas en las zonas productoras de Extremadura, Andalucía y parte de la Región de Murcia.

La organización insta al ministerio a autorizar el uso de este fitosanitario, “que ya se está utilizando en Portugal”, en desinfección de suelos antes de la siembra de tomates en las Vegas Alta y Baja de Guadiana, así como en la comarca de Coria en la provincia de Cáceres, y poder evitar así que se repitan pérdidas como las ya acusadas por el sector.

Unión de Uniones expone que organizaciones de productores han estado participando en investigaciones con otros tratamientos y no han dado resultado. “No es un capricho, es que lo hemos probado todo y nada funciona”, señala. Además, denuncia que gran parte del tomate concentrado que se importa a la Unión Europea “ya tiene tratamiento con este fitosanitario, por lo que no tendría sentido estar prohibiéndolo en España y poniendo en riesgo un sector que cuenta con un gran impacto industrial y de mano de obra”.

El tomate industrial tradicionalmente representa cerca de 28.000 ha. de cultivo y dos millones de toneladas de producto, lo que representa un volumen de negocio de 210 millones de euros. Esta campaña la superficie ha bajado hasta las 17.000 ha, lo que ha provocado una pérdida de más de 30 millones de euros, según la organización agraria, que apunta a la sequía y los nematodos, “cada vez más resistentes a los tratamientos”, como principales responsables. “Los agricultores nos gastamos alrededor de 10.000 euros por hectárea de tomate industrial. Si la plaga sigue, no estamos por la labor de arriesgarnos tanto viendo cómo ha ido ya esta campaña”.

Tradicionalmente, el control de nematodos fitoparásitos se ha basado en la reducción de sus densidades en suelo previas al cultivo mediante la fumigación con productos químicos, como el bromuro de metilo o el 1,3 dicloropropeno. Sin embargo, actualmente el uso de la mayoría de los fumigantes del suelo está prohibido o estrictamente restringido dentro de la Unión Europea por razones medioambientales y de seguridad para la salud humana.