TRATAMIENTO CAIDA DE LAS HOJAS

Al caer las hojas se producen pequeñas heridas en el punto de inserción que pueden suponer una vía de entrada de muchos hongos. Por ello se aconseja realizar un tratamiento a base de compuestos de cobre cuando hayan caído aproximadamente el 50% de las hojas a razón de 500 gramos de cobre por hectolitro.

En frutales de pepita que hayan tenido durante esta campaña daños de moteado o ataques de algún hongo como septoria, es recomendable realizar un tratamiento con urea cristalina 46%, a una dosis del 8%.

El objeto del tratamiento es quemar y destruir las hojas en las que se encuentran los órganos invernantes del moteado o de septoria en el peral.

Es conveniente mojar todas las hojas y frutos momificados tanto del árbol como del suelo. Después del uso de la urea, limpiar inmediatamente y con agua abundante el pulverizador interior y exteriormente, así como el tractor con objeto de evitar problemas de corrosión.

COSUS (Cossus cossus)

Durante este periodo es fácil observar los ataques de este insecto.

La presencia de larvas se detecta fácilmente por la masa granulosa de color rojizo que se encuentra a pie del tronco, y está formada por una mezcla de serrín y excrementos que expulsa la larva de la galería, oliendo de una forma muy especial.

Normalmente encontraremos varias larvas en los árboles atacados, en diferentes estados de desarrollo, localizándose bajo la corteza y en galerías. El ciclo del insecto dura dos años.

El control químico es poco eficaz, siendo necesario recurrir a medios mecánicos para su control, para lo cual una vez localizada la galería, la iremos descalzando hasta localizar la oruga o introduciremos un alambre hasta alcanzar al insecto. Posteriormente, una vez limpia, se protegerá la zona lesionada con un mástic o protector de cortes de poda.

Tratamiento químico:

AZADIRACTIN

CLORPIRIFOS

DELTAMETRIN

ESFENVALERATO

TRIFLUMURON

ZETA-CIPERMETRIN

Tratamiento biológico:

BACILLUS THURINGIENSIS AIZAWAI

BACILLUS THURINGIENSIS KURSTAKI

 

FUEGO BACTERIANO (Erwinia amylovora)

La bacteria causante de la enfermedad conocida como fuego bacteriano de las rosáceas ataca tanto a especies frutales como membrillero, peral, manzano y níspero como a plantas ornamentales y silvestres.

Su gravedad se ve acentuada tanto por la fácil dispersión de la misma como por los escasos medios químicos de control. Para limitar la propagación de la enfermedad o evitar la introducción de la misma en una plantación, es fundamental aplicar con la máxima diligencia y rigor todas las medidas profilácticas y de cultivo, tendentes a reducir la cantidad de inóculo en la parcela y a atenuar los factores que favorecen el desarrollo de la misma, como son las medidas culturales, la eliminación de síntomas y la aplicación de tratamientos fitosanitarios.

Medidas culturales

Deben controlarse todos aquellos factores que favorecen la susceptibilidad de las plantas y/o la dispersión de la bacteria:

  • - Realizar la poda únicamente cuando los árboles estén en completo reposo invernal, eliminando radicalmente cualquier chancro sospechoso. Se desaconseja la poda en verde, y si esta fuese imprescindible deberá realizarse en días secos y calurosos.
  • - Realizar las labores de poda de manera que se favorezca la máxima aireación de la plantación, desinfectando con frecuencia los útiles empleados. De ser posible, y cumpliendo la normativa establecida sobre restos vegetales, es preferible destruir los restos de poda mediante quema en lugar de por picado sobre la parcela.
  • - Evitar cualquier práctica que pudiera favorecer la aparición de floraciones secundarias. Si éstas se producen, se recomienda, su eliminación manual.
  • - Ajustar al máximo las cantidades de fertilizantes nitrogenados que se aportan para hacerlos coincidir con las demandas del cultivo, evitando de este modo crecimientos vegetativos excesivos.
  • - Evitar el riego por aspersión.
  • - Aunque no es fácil de llevar a cabo, puesto que intervienen cuestiones comerciales y de adaptación al medio, se recomienda en la medida de lo posible, la implantación de variedades resistentes o menos susceptibles a la enfermedad.

Eliminación de síntomas

La cantidad de inoculo de esta bacteria que está presente en la parcela, influye de forma decisiva en el desarrollo e intensidad de las infecciones, siendo uno de los principales factores condicionantes de la enfermedad. Se ha observado que el fuego bacteriano progresa más rápidamente cuanto más material vegetal con síntomas existe en una plantación o en sus cercanías. La extirpación y destrucción de partes afectadas de la planta, cortando al menos a 40 cm por debajo de los síntomas externos visibles o el arranque de las plantas afectadas, se recogen como medidas obligatorias a adoptar por el agricultor en el Artículo 9 del RD 1201/99, y son las medidas de control más eficaces. Deben efectuarse lo más rápidamente posible desde el momento de su observación para reducir inóculo y evitar la dispersión de la bacteria. Siempre que sea posible, las ramas afectadas y cortadas deben destruirse inmediatamente, o guardadas en sacos de plástico in situ. Tras efectuar el corte de una rama afectada, se deberá proceder a la desinfección de las herramientas utilizadas con algún producto biocida. Para localizar los síntomas, se deben inspeccionar sistemáticamente las plantaciones. El control de la enfermedad solo será posible si se detectan los síntomas precozmente, lo que supone que debe ser el propio agricultor quien ha de efectuar una vigilancia sistemática y minuciosa de sus plantaciones.

Es fundamental inspeccionar las plantaciones en los siguientes periodos:

  • - Durante y después de la floración (vigilando especialmente las floraciones secundarias).
  • - Después de una lluvia, tormenta y, sobre todo, después de un granizo.
  • - En junio, julio y septiembre, realizar visitas regulares en los periodos de crecimiento vegetativo activo de los árboles.

Tratamientos fitosanitarios

No hay productos fitosanitarios curativos, con buena eficacia y autorizados contra esta bacteria, ya que puede colonizar la planta de forma endófita y epifita (tanto en su interior como en el exterior). Los tratamientos con derivados cúpricos efectuados en el periodo comprendido entre la caída de hojas y la floración (que se recomiendan en el control preventivo de otras enfermedades), pueden ser también efectivos para disminuir la cantidad de inóculo o inhibir momentáneamente la multiplicación de la bacteria. Se recomienda efectuar un tratamiento cúprico en el momento de la caída de las hojas, y dos desde el inicio del desborre hasta el estado fenológico E (los sépalos ligeramente abiertos permiten ver los pétalos).

Tratamiento químico:

FOSETIL-AL

HIDRÓXIDO CÚPRICO

OXICLORURO DE COBRE

ÓXIDO CUPROSO

SULFATO CUPROCÁLCICO

SULFATO TRIBÁSICO DE COBRE