ELOY MATEO-SAGASTA AZPEITIA, FITOPATOLOGO

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Eloy Mateo-Sagasta Azpeitia ha sido una figura central de la Fitopatología en España, disciplina a la que dedicó por completo su larga vida profesional.

Eloy Mateo-Sagasta cursó la carrera de Ingeniero Agrónomo en la Escuela Especial de Ingenieros Agrónomos de Madrid, obteniendo el título en 1957. Finalizada la carrera entró a trabajar en la Estación Central de Fitopatología del Instituto Nacional de Investigaciones Agronómicas (INIA) bajo la dirección de D. Miguel Benlloch, donde permaneció de 1958 a 1974, primero como becario y luego como Ingeniero Agregado, doctorándose en 1961. Simultáneamente a su trabajo de investigación en el INIA ejerció la docencia de la Fitopatología en la ya Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos de Madrid, con distintos cargos, hasta obtener en 1970 la Cátedra del Grupo XXIII, Patología Vegetal, que ocuparía con dedicación exclusiva a partir de 1974. Fue Catedrático de Patología Vegetal hasta su jubilación en 2003, y Profesor Emérito del Departamento de Biotecnología hasta 2008.

Eloy era un excelente profesor que transmitía a los alumnos de la asignatura de Patología Vegetal su entusiasmo por esta materia. Los temas se desarrollaban en torno a problemas concretos derivados de su extensísima experiencia, e ilustrados con su excelente colección de diapositivas. La asignatura tenía una importantísima componente de laboratorio, de forma que el alumno que la siguiera adecuadamente debía de ser capaz de realizar diagnósticos fitopatológicos de forma correcta. Su didáctica era el reflejo de una experiencia profesional, a la vez que apuntaba siempre a los avances conceptuales de la Fitopatología. Su labor docente se prolongaba en el postgrado, y Eloy dirigió a lo largo de su carrera trece Tesis Doctorales. Eloy consideraba que la labor de un director de tesis era la de proporcionar al doctorando un tema relevante y orientarle a cierta distancia en su desarrollo, más que guiarlo en los detalles, de manera que el doctorando se formara como investigador autónomo en el transcurso de su periodo de tesis.

Como investigador, Eloy Mateo-Sagasta siempre consideró que la Fitopatología estaba al servicio de la agricultura y los agricultores y, por tanto, los conocimientos que derivaban de la investigación se plasmaban en informes técnicos a la administración, o en publicaciones que pudieran llegar a los técnicos, como por ejemplo el Boletín de Sanidad Vegetal y Plagas. Por ello, sus publicaciones en revistas internacionales son proporcionalmente escasas, y en la mayor parte de los casos, fueron solicitadas. Eso no le impidió estar al día de otros aspectos de la Fitopatología y tener una relación estrecha con sus colegas de otros ámbitos, en particular con los del Instituto Jaime Ferrán del CSIC. Estas relaciones entre Eloy y los investigadores del CSIC cristalizaron en la formación del Grupo Especializado de Fitopatología Microbiana de la Sociedad Española de Microbiología, cuyos fundadores principales fueron Eloy y Ramona (Monchi) Beltrá, del Jaime Ferrán. El Grupo Especializado tuvo su primera sesión en el Congreso de Microbiología que se celebró en Santiago de Compostela en 1977, y de alguna forma sirvió de embrión de la futura Sociedad Española de Fitopatología, como reconoció ésta en el homenaje que brindó a Monchi Beltrá y a Eloy Mateo-Sagasta en la IV Reunión Científica de la Sociedad, en 1993, y en su XIV Congreso, en 2008.

Toda la investigación de Mateo-Sagasta se centró en el estudio de los hongos fitopatógenos, y de sus interacciones con otros patógenos, principalmente los nematodos. Su amplia experiencia le permitió identificar cuáles eran los problemas importantes de la disciplina. Así, Eloy prestó atención, y lo propuso como tema de tesis a distintos doctorandos, a aspectos de la Fitopatología que en su momento no tenían gran desarrollo. Por ejemplo, la epidemiología cuantitativa y al desarrollo de índices y modelos de predicción de riesgo, a los mecanismos de defensa de las plantas y el análisis molecular de la interacción huésped-patógeno, a la importancia de la microflora epifita en su interacción con los patógenos y su uso en el biocontrol, a la relación entre la infección por patógenos y la calidad de los productos agrícolas, a la etiología de enfermedades de causa compleja o que implican la interacción de patógenos taxonómicamente distintos. Otro de sus intereses eran los llamados parásitos de debilidad o el tema, relacionado, de las infecciones latentes y lo que las activa. Es muy notable que todos estos temas hayan tenido un gran desarrollo con posterioridad a su abordaje en el grupo de Mateo-Sagasta y sigan siendo temas centrales dentro de la investigación fitopatológica. Esto, a mi entender, subraya que su profunda visión de la Fitopatología le permitía detectar qué era lo importante dentro del campo y por donde iba éste a evolucionar.

Por último, quiero señalar que los distintos fitopatólogos que se han formado con Mateo-Sagasta han formado a su vez a nuevos fitopatólogos. De este modo, un número relevante de los grupos que investigan en Fitopatología en España en la actualidad puede establecer su procedencia en las enseñanzas de Mateo-Sagasta.

Sin duda, como atestigua lo expuesto anteriormente, Eloy Mateo-Sagasta ha sido uno de los Fitopatólogos clave en el desarrollo de esta disciplina en España.