El aumento de las poblaciones de Euzophera pinguis han encumbrado a este lepidóptero, en una plaga importante del olivar cultivado (Olea europaea). Se expone una pequeña contribución al conocimiento de su problemática y el potencial de su feromona sexual como herramienta para el control de esta plaga.

INTRODUCCIÓN

El cultivo del olivo es, histórica y económicamente, una de las extensiones agrícolas base en toda la Cuenca Mediterránea. Y en este contexto corresponde a Andalucía, con más de 1,3 millones de hectáreas, la mayor superficie oleícola del mundo. Pero la proliferación de esta olivicultura extensiva, con una férrea uniformidad varietal, unas prácticas agronómicas agresivas con la entomofauna auxiliar, una escalada en los tratamientos químicos para la lucha contra plagas, han generado, un pronunciado desequilibrio medioambiental y el incremento de poblaciones de insectos, que hasta hace unos años, eran considerados como plagas secundarias del olivar. Uno de estos casos es el de Euzophera pinguis.

El conocido como pirálido del olivo, agusanado o abichado, se ha erigido como un problema apremiante en la mayoría de las zonas olivareras de la Península Ibérica y Norte de África. Las larvas de Euzophera, desarrollan todos sus estadios en el interior del tronco del olivo, donde perforan galerías en las zonas del árbol con mayor flujo de savia (intersección de ramas y zonas basales del tronco), impidiendo la circulación de nutrientes y productos de la fotosíntesis.

Como consecuencia de ello, los síntomas más relevantes sobre el árbol son:

- Se inician por una decoloración progresiva de las ramas superiores (Foto 1) en sentido descendente.

- Se observan rugosidades, fisuras y deformaciones (Foto 2) en la corteza del pie de árbol atacado.

- Aparecen glomérulos (Foto 2) formados por deyecciones y serrín, unidos por hilos de seda en las entradas de las galerías. Si levantamos con un objeto cortante la corteza adjunta a estos glomérulos, podremos descubrir la galería (que pueden llegar a medir más de 15 cm), excavadas por Euzophera y posiblemente la larva que la ha provocado.

- Se produce una desecación no simultánea de los pies de planta del olivo y en el caso de ataques severos o al tratarse de plantas jóvenes, la muerte del árbol (Foto 3).

Sorprendentemente, hay muy poca información relativa a la bio-ecología y fenología de este insecto, en comparación con otras plagas del olivar, tal como Batrocera o Prays oleae. Los primeros estudios (TOUZEAU 1965, ARAMBOURG 1986) relativos a este fitófago, indican la existencia de dos generaciones al año, localizando la primera emergencia de adultos entre los meses de abril a junio, y una segunda a principios de septiembre. Capturas en trampas luminosas (ALVARADO, 1985;) en la campiña de Sevilla, confirman estos periodos de presencia de adultos, con un vuelo residual durante la época estival.

Apuntes relativos a su biología

Hasta este momento es Y. Arambourg, en su "Entomologie olèicole", quién hace una mayor aportación al conocimiento de este pirálido. Euzophera pinguis Haworth (Lepidoptera: pyralidae) en su estadio adulto (Foto 4) es una polilla nocturna de tamaño pequeño, con una longitud en torno a los 14 mm y una envergadura entre 20 y 25 mm. Sus alas anteriores presentan una coloración marrón, con una característica en zigzag más clara en el tercio basal, presentando las alas posteriores un color beige-grisáceo. Una vez apareadas, las hembras depositan los huevos en glomérulos (ORTIZ y col. 1999), grietas y heridas presentes en la corteza del olivo.

El color de estos huevos evoluciona desde un rosáceo claro hasta un rojo intenso (Foto 5). Inmediatamente después de la eclosión de las larvas, éstas penetran en el interior de los tejidos internos del tronco y ramas de mayor diámetro del pie de planta. La coloración y dimensiones de las larvas (Fotos 6 y 7) están determinadas por el estadio larvario, presentan una cabeza bien diferenciada de color marrón oscuro y un cuerpo cilíndrico cuya color evoluciona desde un color blanco-rosáceo en larvas recién emergidas (<5mm) hasta un verde pálido en el instar prepupal, llegando a medir 25 mm.

Al finalizar el último instar larvario, las larvas disminuyen su actividad y sus glándulas labiales segregan un receptáculo sedoso o capullo en el que quedan envueltas, iniciándose su periodo pupal, previo a los procesos metamórficos que culminan en la emergencia del adulto. Externamente las pupas de E. pinguis son de color marrón, obtectas y suelen estar localizadas en las salidas de las galerías.

Observaciones sobre el ciclo estacional

Diversos autores (TOUZEAU 1961 Y ARAMBOURG 1986) indican la existencia de dos generaciones anuales. La ausencia de estudios relativos a la fenología de insecto en nuestras latitudes, nos hace ser prudentes en cuanto a confirmar ese número de generaciones, aunque los datos de monitorización de los vuelos que hemos recogido en el intervalo 1997-2003, indican que los adultos de E. pinguis presentan a dos picos de vuelo a lo largo del año.

El primer periodo de vuelo abarca desde mediados de marzo a finales de junio, iniciándose a finales de agosto el segundo periodo que suele concluir a principios de octubre; si bien estos periodos suelen presentar un elevado grado de solapamiento, que parece está condicionado por las temperaturas del verano. Así, a principios de marzo se inicia la emergencia de los primeros adultos, cuyo número aumenta el mes siguiente y dependiendo de las condiciones climáticas, se alcanza el máximo anual de adultos presente en los olivares infestados.

Durante este periodo se pueden observar los primeros huevos, que suelen aparecer aislados, o más frecuentemente agrupados en un número, raramente superior a 4-5. A continuación se inicia una disminución progresiva en la presencia del número de polillas hasta finales de primavera o principios del verano. Durante el periodo estival, se mantiene un vuelo residual, más numeroso en zonas de olivar, con temperaturas extremas no tan acusadas (zonas de Málaga o Tarragona).

A finales de Agosto, se inicia el segundo periodo de vuelo que suele tener un máximo a mediados de septiembre, si bien el número de polillas es mucho menor a las presentes durante el primer periodo. En el Gráfico 1 podemos observar el vuelo de Euzophera pinguis en una de olivar en la provincia de Jaén durante el año 2000. Este prolongado vuelo de los adultos, implica la presencia simultánea de este insecto en distintos estadios de su desarrollo. Un dato indicativo de ello es que, durante la primavera, es fácil encontrar el mismo día y en el mismo pie de planta, adultos capturados en trampas, larvas en todos los distintos instars de desarrollo, además de huevos.

Por ejemplo, las larvas que eclosionan en septiembre, finalizan su ciclo en la primavera del año siguiente. De ahí que corresponda a este intervalo de tiempo, cuando Euzophera causa los daños más graves en su planta huésped. Las larvas de E. pinguis excavan galerías (Fotos 2 y 3), cuya longitud puede superar los 20 cm, que suelen anillar las ramas, que quedan envueltas por una oquedad que provoca la desecación y muerte de todas las zonas superiores.

Por lo tanto, aunque la sintomatología se inicia por la pérdida de color de las ramas apicales, el daño real se encuentra en la zona basal y puntos de unión de las ramas principales. Y además, es a principios de primavera, coincidiendo con la mayor circulación de floema en el olivo, cuando los síntomas de Euzophera se perciben con mayor frecuencia. Especialmente grave, es la infestación de olivos jóvenes o de un solo pie, cuando unas cuantas larvas pueden causar la muerte total del árbol.

Lucha contra sus poblaciones

La particular biología de este pirálido, con largos periodos como larva o pupa, ambas de vida endófita y cuyos imagos van emergiendo de forma contínua, es uno de los puntos críticos que determina la extrema dificultad, para el control de sus poblaciones. La poca efectividad de tratamientos a calendario fijo, sin información previa de la evolución de los vuelos de los adultos, queda fuera de toda duda y además, si se aborda el tratamiento de las polillas, habría que cubrir un intervalo temporal muy amplio.

El control de E. pinguis con insecticidas, ha de estar dirigido contra los estadios larvarios del insecto. Pero al ubicarse las larvas dentro de las galerías bajo la corteza, requiere que el insecticida sea capaz de penetrar dentro de la zona vascular del árbol, requiriendo una acción pseudosistémica. El tratamiento recomendado (DURÁN y col., 1998) para el control de E. pinguis consiste en la aplicación directa a baja presión sobre el tronco y ramas principales, de una mezcla al 4% de fenitrotión y 66% de aceite de verano.

Pero además de la dificultad para su aplicación, la acción fitotóxica del aceite mineral implica un riesgo adicional a la hora de decidir el tratamiento. En los últimos años, a la hora de planificar una estrategia para el control de las poblaciones de insectos perjudiciales, se aborda el manejo de las plagas mediante una combinación de todas las tácticas para el control de las poblaciones objetivo.

Con esta filosofía, se introduce el término control integrado de plagas, mediante el cual se trata de minimizar el impacto ambiental, reducir los riesgos sobre la entomofauna beneficiosa y sobre la salud humana. Y con este fin, disponemos de herramientas tales como el control biológico, la mejora de la resistencia de las plantas, la adecuación de las técnicas agrícolas o el uso de semioquímicos. Siendo esta última técnica, hacia la que hemos orientado nuestro trabajo.

Feromonas sexuales

Se denominan semioquímicos a compuestos químicos que son utilizados por organismos vivos para comunicarse entre sí. Cuando los individuos que establecen la comunicación son de la misma especie, esos compuestos se denominan feromonas. Son muy diversos, los comportamientos regidos por sustancias químicas en la clase de los insectos. Desde el agrupamiento de los coleópteros (Scolytidae) en árboles recaídos, hasta el comportamiento gregario de las hormigas, están regulados por componentes químicos.

Durante el crepúsculo y las primeras horas de la noche, las hembras adultas de Euzophera pinguis, emiten una mezcla de sustancias químicas que inducen, un comportamiento de aproximación a distancia a los machos de la misma especie. Al originar un estímulo sexual, a esta mezcla de compuestos orgánicos, se les denomina feromona sexual. Desde un punto de vista ecológico, la utilización de feromonas sexuales por parte de los insectos, permite optimizar su gasto energético, ya que focalizan el punto de cópula y aseguran la continuidad de las especie.

La importancia del estudio de atrayentes químicos, y de feromonas en particular, viene constituyendo durante los últimos años, uno de los capítulos más interesantes a la hora de abordar el Control Integrado de plagas. Si conseguimos interferir la comunicación química entre individuos de una población de insectos, podemos modificar su comportamiento, con el objetivo preciso de disminuir esa población. Estas técnicas son herramientas cruciales en la implantación de sistemas de Manejo Integrado de Cultivos a escala mundial.

Desde el año 95, en el Departamento de Química Inorgánica y Orgánica de la Universidad de Jaén, ha venido desarrollando una investigación relativa al aislamiento e identificación de la feromona sexual de E. pinguis. A la hora de iniciar los primeros trabajos, nos encontramos con una plaga extendida por amplias zonas del olivar andaluz y con una biología, prácticamente desconocida. Si bien, las expectativas que se podrían cubrir, justificaban la aceptación de esta investigación. Una vez confirmada la existencia de un sistema de comunicación sexual, mediante una mezcla de compuestos químicos (ORTIZ, A., 1996), se determina su composición química (ORTIZ Y col. 2003) y se inician los primeros ensayos de campo relativos a la monitorización de la plaga utilizando su feromona sexual (ORTIZ Y col. 1997 y 2001).

Además de su disponibilidad comercial, los ensayos previos relativos a la aplicación de técnicas de control, tal como confusión sexual (ORTIZ Y col. 2003 y 2004), están en un estado muy avanzado de investigación. Pero estos, serán los contenidos del siguiente artículo.  

Agradecimientos: Los autores quisieran agradecer al Programa de Mejora de Calidad de la Producción de Aceite de oliva (Proyecto CAO 01- 026) de la Consejería de Agricultura y Pesca de la Junta de Andalucía, por el apoyo económico a la consecución de parte del trabajo de investigación.

 

BIBLIOGRAFÍA

ALVARADO, M., 1985. "Plagas del olivo". Jornadas de aceituna de mesa. E.U. de Ingeniería Técnica Agrícola. Sevilla

ARAMBOURG, Y. 1986: Traité d?Entomologie oleicole. Conseil Oleicole International. Ed., Madrid, 80-83.

DURÁN J.M., ALVARADO M., SERRANO A. Y DE LA ROSA A. 1998. "Contribución al conocimiento de Euzophera pinguis (Haworth, [1811]) (Lep.: Pyralidae), plaga del olivo". Bol. San. Veg. Plagas 24: 267-278.

ORTIZ, A. 1996. "Semioquímicos del Lepidóptero Euzophera pinguis Haworth". Tesis Doctoral. Universidad de Jaén.

ORTIZ, A., MELGUIZO M. Y NOGUERAS, M. 1999. "Hacia el control integral de una plaga del olivar en la provincia de Jaén: Euzophera pinguis Haw." IEG Ediciones. Jaén.

ORTIZ A., NOGUERAS M., ROUSSIS V., MELGUIZO M., Y SÁNCHEZ, A. "Identification of sex pheromone components of the olive pyralid moth, Euzophera pinguis Haw. (Lepidoptera: pyralidae), and a field sex attractant blend for adult males." J.Chem.Ecol. 2ª Revisión

A. ORTIZ , A.QUESADA Y A. SÁNCHEZ. 2004. "Potential of the synthetic sex pheromone for mating disruption of the olive pyralid moth, Euzophera pinguis" J. Chem. Ecol. 32.

TOUZEAU, J. 1961. Cr. Act. Exp. Def. Cult. Tunisie. Repport 34-38

TOUZEAU, J. 1965. Inf. Oléic. Int. NS., 32-33.

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