Las prácticas utilizadas por los agricultores y agricultoras en el control de plagas y enfermedades han evolucionado positivamente en los últimos tiempos, puesto que un mayor conocimiento por parte de los productores/as y el asesoramiento de servicios técnicos de las Asociaciones de Defensa Vegetal (o ATRIAS en otras partes del Estado) y de la administración han llevado a una mejor utilización de los productos fitosanitarios, en el marco del manejo integrado de plagas, enfermedades y malas hierbas. En este contexto, los productores/as debemos hacer frente a los problemas derivados de la armonización europea de las materias activas fitosanitarias, que comportan nuevas e importantes dificultades.

La revisión de materias activas y la armonización de Límites Máximos de Residuos a nivel europeo conllevan oportunidades, como facilitar el comercio interior de productos vegetales en la UE y disminuir las diferencias de disponibilidad de recursos fitosanitarios entre los productores y productoras de diferentes Estados.

Sin embargo, a nivel de agricultor/a las dificultades son mayores que las oportunidades, dado que en este proceso de revisión, los criterios agronómicos pesan poco frente a los medioambientales y de respeto a la salud, y existe poca sensibilidad hacia los productores/as, que se enfrentan a una reducción drástica de disponibilidad de formulados fitosanitarios.

Principales problemas para el agricultor/a

En primer lugar debe destacarse la reducción de fitosanitarios, que deja al productor/ a con menos herramientas para hacer frente a plagas, enfermedades y malas hierbas. Si esta reducción se produce en un contexto en el que se han desarrollado alternativas de control (culturales, biológicas o químicas), y su adopción no supone un sobrecoste inasumible para el agricultor/a, no hay problema. Ahora bien, existen casos en que las alternativas no están suficientemente desarrolladas e incluso no existen, por lo que el productor puede resultar muy perjudicado.

Si a esto se añade la poca comprensión de la realidad agrícola mediterránea que se desprende normalmente de las medidas tomadas en Bruselas, las perspectivas para los cultivos intensivos del sur de Europa son complicadas. Por ejemplo puede citarse la inminente prohibición de comercialización de la materia activa Amitraz, muy utilizada para el control de psila en peral, que dejará un profundo hueco en el control de esta plaga difícil de llenar mediante otros métodos o productos.

Es también destacable que, dado que las empresas del sector fitosanitario defenderán aquellos productos que les reporten beneficios, algunos formulados banales y comunes pueden caer del registro único europeo aunque sean efectivos y puedan ser susceptibles de superar la revisión europea. El interés comercial puede poner de nuevo de relieve que el agricultor/a es el elemento más débil de la cadena, al sustituirse productos de poco coste en los que hay mucha competencia entre fabricantes y distribuidores por otros más caros patentados por las grandes multinacionales.

En esta misma línea, el interés comercial de I+D de estas multinacionales puede dejar de lado aquellos cultivos que aun siendo intensivos, cuenten con menor superficie y peso específico. Nuevamente el resultado es una menor disponibilidad de productos fitosanitarios para cultivos como los hortícolas, ornamentales, frutales o aromáticos entre otros.

Propuestas para minimizar el impacto negativo de la revisión

En primer lugar debe mejorar la sensibilidad hacia los agricultores/as, para evitar que materias activas fitosanitarias caigan del registro único cuando no hay alternativas viables e asumibles. En este sentido, las autoridades competentes deben velar por una aplicación de los usos fundamentales y los usos menores que minimice el impacto negativo para los productores/as.

En segundo lugar debe potenciarse la investigación, el desarrollo y la transferencia tecnológica de posibles alternativas, que permitan que los agricultores/ as dispongamos de recursos para poder optar por la opción de control adecuada, en el contexto del control integrado de plagas, enfermedades y malas hierbas. Finalmente, debe velarse por el cumplimiento de las buenas prácticas fitosanitarias también en los productos agroalimentarios que proceden de países terceros, puesto que en caso contrario, los agricultores/as europeos sufrimos nuevamente competencia desleal.

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