La Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos de Madrid cumple 150 años. Una escuela que durante más de un siglo fue la depositaria de las enseñanzas agronómicas de España. A lo largo de todos estos años la escuela, las enseñanzas y, sobre todo, las necesidades del sector, han evolucionado. En ese sentido se está definiendo el Espacio Europeo de Educación Superior, un ambicioso
proyecto educativo básico para afirmar la integración europea. En este marco, la Universidad española en su conjunto tendrá que evolucionar hasta alcanzar los criterios de dicho espacio en 2010.

A lo largo de todos estos años la Escuela se ha enfrentado y se ha adaptado a numerosos retos generales y particulares. Los primeros son, sencillamente, los que ha afrontado el conjunto de la sociedad española. Sin querer hacer un análisis histórico riguroso, en esta entrevista al Director de la ETSIA de Madrid, D. Jesús VázquezMinguela, la revista PHYTOMA-España ha pretendido dar unas pinceladas de cómo surgió, cómo evolucionó y hacia dónde va la Ingeniería Agronómica en España.

 

Hace 150 años se creó la que actualmente se denomina Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos, la primera de España, ¿cómo ha ido consolidándose y transformándose a lo largo de estos años?

La Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos nació como una sección de la Escuela Central de Agricultura creada por Real Decreto dictado el 1 de septiembre de 1855 por la Reina Isabel II, a propuesta de su Ministro de Fomento D. Manuel Alonso Martínez. La Escuela Central de Agricultura tuvo su sede en una casa de campo denominada "La Flamenca", del Real Heredamiento de Aranjuez y fue el primer centro español dedicado a la enseñanza de la Ingeniería Agronómica.

Algo más de trece años después, se cerró la Escuela Central de Agricultura y se trasladó a Madrid, con la denominación de Escuela General de Agricultura, ubicándose en la finca denominada La Moncloa o también La Florida, que contaba con más de 500 hectáreas para desarrollar sus actividades.

En La Moncloa ha permanecido desde entonces hasta nuestros días, con diversas denominaciones hasta la actual.

A lo largo de todos estos años la Escuela se ha enfrentado y se ha adaptado a numerosos retos generales y particulares. Los primeros son, sencillamente, los que ha afrontado el conjunto de la sociedad española. Sin querer hacer un análisis histórico riguroso, en estos 150 años la historia de España ha estado plagada de más etapas turbulentas que tranquilas, con raros periodos de excepción entre los que hay que destacar nuestra aún joven democracia.

En cuanto a los retos particulares, destaca la simple supervivencia en algunos años, con graves problemas de presupuesto; la lenta pero imparable transición desde una Universidad de élite, al alcance de muy pocos, hasta la Universidad actual, que bien pudiera llamarse "de masas"; la adaptación a una sociedad en continuo cambio y los sucesivos esfuerzos por mejorar y actualizar la formación de nuestros alumnos a través de diversos planes de estudio.

 

¿De qué forma va a conmemorar la Escuela este aniversario?

La Escuela ha preparado diversos actos conmemorativos y diversas actividades paralelas para celebrar su 150 aniversario. Se ha establecido cierta colaboración con la Escuela Universitaria de Ingeniería Técnica Agrícola de Madrid, pues se trata de una Escuela hermana, que nació junto a la nuestra en la Escuela Central de Agricultura de Aranjuez. Ambas instituciones hemos programado un concierto en el Auditorio Nacional bajo el lema "150Años de la creación de las enseñanzasde Ingeniería Agronómica y de IngenieríaTécnica Agrícola en Madrid", que se celebrará el 19 de mayo. Antes, el día 13 de mayo, muy cerca de San Isidro, se producirá otro evento más "simbólico", consistente en que los alumnos de ambas Escuelas recibirán sus títulos en un acto conjunto, hecho que creo no tiene precedentes y que ha sido muy bien acogido por profesores y alumnos de ambas Escuelas.

También se está colaborando con el Ministerio de Agricultura, con el Colegio Oficial de Ingenieros Agrónomos de Centro y Canarias, así como con la Asociación Nacional de Ingenieros Agrónomos (ANIA), que impulsa a nivel nacional una celebración de la efeméride con el lema "Sesquicentenariode Ingenieros Agrónomos", que estamos apoyando plenamente.

España ha sido durante décadasun país eminentemente agrícola, ¿nole parece sorprendente que durante 104años en España sólo hubiera una escuelade Ingeniería Agronómica?

Francamente no me parece sorprendente en absoluto. Teniendo en cuenta el verdadero peso económico de la Agricultura durante gran parte de esos años, su desarrollo tecnológico y lo que se demandaba de los Ingenieros Agrónomos, junto a la existencia de hecho de una Universidad difícilmente accesible a muchos españoles, puede llegar a entenderse lo que en principio pudiera causar cierta perplejidad.

Hay que esperar al año 1959 para que se cree en España la siguiente Escuela de Ingenieros Agrónomos, la de Valencia, y a 1963 y 1968 para que se inauguren, respectivamente, las de Córdoba y Lérida. Estas Escuelas se crean en una etapa de desarrollismo, crecimiento económico y de transformaciones sociales, con una progresiva incorporación de sectores sociales modestos a la Universidad, que experimenta un crecimiento general. Hay que esperar al nacimiento de nuestra democracia y a la consolidación del Estado de las Autonomías para ver la creación de la siguiente Escuela de Ingenieros Agrónomos, la de Lugo, en 1986. Posteriormente se ha producido una clara apuesta de muchas Autonomías por crear Escuelas de Ingeniería Agronómica, de forma que ahora somos 15 Escuelas públicas. También hay 2 privadas. Durante estos años se ha consolidado finalmente una Universidad Pública a la que han accedido todas las clases sociales.

 

¿Cómo valora en estos momentos la enseñanza de Ingeniero Agrónomo en España?. ¿Hacia dónde deben encaminarse dichas enseñanzas en el futuro en su opinión?

 

Actualmente se está definiendo el Espacio Europeo de Educación Superior, un ambicioso proyecto educativo básico para afirmar la integración europea. En este marco, la Universidad española en su conjunto tendrá que evolucionar hasta alcanzar los criterios de dicho espacio en 2010.

Las enseñanzas técnicas se encuentran inmersas totalmente en dicha evolución. Contamos ya con dos Reales Decretos muy importantes. El primero de ellos establece la estructura de las enseñanzas universitarias y regula los estudios universitarios oficiales de grado. El segundo regula los estudios universitarios oficiales de postgrado.

En principio, en los próximos meses contaremos con un catálogo de titulaciones oficiales de grado, y posteriormente se definirán las directrices de cada título, bases de los futuros planes de estudio.

En mi opinión tenemos que ser capaces de hacer un esfuerzo colectivo de integración y de optimización de nuestros recursos humanos y materiales.

A mi juicio, este esfuerzo de integración es necesario tanto en el aspecto docente como en el de investigación, para poder realizar proyectos modernos y de envergadura en ambos campos.

 

El número de Ingenieros Agrónomos ha ido aumentando de forma considerable en los últimos años, ¿qué enfoques profesionales tienen en una Europa cada vez más unida?

 

Efectivamente, el número de ingenieros agrónomos ha crecido mucho, y de manera sostenida, en los últimos años. El crecimiento del número de Escuelas es una razón para ello, pero también, a mi parecer, la buena respuesta profesional que han dado nuestros titulados, y que están dando, en un mercado profesional en continuo cambio. Actualmente, según algunas estimaciones, contamos en España con unos 9.000 alumnos y una población total de unos 16.000 Ingenieros Agrónomos. Según un estudio del Colegio de Ingenieros Agrónomos de Centro y Canarias, los datos actuales indican que un 15% trabaja en el ejercicio libre de la profesión, un 42% en empresas privadas y un 30% en Administraciones Públicas. El 13% restante se encontraría en expectativas de destino, jubilado o en paro.

La sólida formación en las disciplinas básicas que confieren personalidad propia a nuestra carrera ha permitido, a mi juicio, que nuestros titulados hayan mantenido su presencia en los campos clásicos de nuestra carrera a la par que hayan mostrado sus aptitudes en campos emergentes, como el medio ambiente en su concepto más amplio, la obtención de energías alternativas, los distintos desafíos del rápido progreso de la industria agroalimentaria y de la biotecnología, etc. En este hecho baso mi opinión y mi convicción de que el futuro dentro del Espacio Europeo de Educación Superior será tanto mejor cuanto más mantengamos la idea de dotar a nuestros alumnos de una formación básica consistente, sin huir de cierta especialización, pero sin caer en la tentación de trazar atajos hacia ella. Afortunadamente, el Real Decreto de Grado dice claramente que las enseñanzas de Grado deben proporcionar este tipo de formación, dejando la formación especializada para el postgrado, junto con la formación de investigadores. También se recoge en el Real Decreto de Postgrado la posibilidad de diseñar Máster multidisciplinares junto a otros más especializados.

 

En otros países, sobre todo en EE UU, la colaboración o el mecenazgo de la empresa privada y la Universidad es algo habitual, ¿cómo se traduce esa colaboración de la empresa en la ETSIA de Madrid?

 

Una de las tareas a la que hemos dedicado más tiempo en el marco de la preparación del 150 aniversario es establecer vías de mecenazgos puntuales, pero con proyección hacia el futuro, con vocación de estabilidad.

Estamos muy contentos con la respuesta dada por las empresas que colaboran con la ETSIA, algunas de las cuales han llamado a nuestra puerta antes de que hiciéramos lo propio en la suya. Sin embargo, puedo decirle que en mi opinión la cultura de mecenazgo es, en España, muy débil y en general hay que hacer un gran esfuerzo de gestión y de paciencia para ir obteniendo resultados.

Una vez haya pasado el 150 aniversario voy a proseguir intentando establecer vías de colaboración según la filosofía del mecenazgo, basándome en la idea de que la enseñanza pública es un pilar esencial de la democracia, pues es la base de la igualdad de oportunidades, y que todos tenemos la responsabilidad de contribuir a mejorar su calidad. Cada vez los esfuerzos presupuestarios oficiales son mayores, pero siempre será bien recibida la colaboración, que yo entiendo, francamente, bajo el concepto de corresponsabilidad.

 

¿Qué aportaciones de la Ingeniería Agronómica española son las más destacadas, según su opinión?

 

Es difícil resumir y seleccionar las aportaciones más destacadas de la Ingeniería Agronómica española a lo largo de estos 150 años, pero voy a intentarlo.

En primer lugar, quisiera decir que los logros, que han sido muchos, se han debido fundamentalmente a un esfuerzo colectivo de los técnicos (Peritos Agrícolas, Ingenieros Técnicos Agrícolas e Ingenieros Agrónomos) y de los agricultores españoles, cuyo tesón, inteligencia y capacidad creativa son extraordinarios. Determinadas políticas y determinados políticos han sido también claves. Durante estos 150 años se ha pasado de una agricultura de subsistencia a una agricultura plenamente desarrollada, vanguardista en algunos campos.

En segundo lugar, me voy a centrar, permítamelo, en aportaciones globales, no personales. Así, destacaría la notable mejora de nuestros secanos, la ampliación de nuestra superficie de regadío, los sucesivos esfuerzos de reforma de las estructuras agrarias, las aportaciones científicas en múltiples campos (edafología, viticultura y enología, biotecnología, producción animal, agroenergética, mecanización agraria, economía agraria, etc.), la definición y desarrollo del concepto moderno del desarrollo rural, la inapreciable consolidación del cooperativismo agrario, la estructuración de planes de desarrollo agrícola de gran envergadura en España y en Iberoamérica, etc. No debe olvidarse tampoco el servicio que han prestado a España instituciones como el Instituto de Reforma Agraria (1932), el Instituto de Colonización (1947, posteriormente IRYDA), el Servicio de Concentración Parcelaria (1953, posteriormente, en 1963, Servicio de Concentración Parcelaria y Ordenación Rural), el Servicio de Extensión Agrícola (1956, posteriormente Servicio de Extensión Agraria en 1961, que desarrolló una extraordinaria labor de divulgación científica y técnica), etc.

 

Teniendo en cuenta la evolución que se ha producido en torno a la profesión de Ingeniero Agrónomo, y los cambios que previsiblemente se desencadenaran, ¿cómo ve su futuro en el marco de la UE?

 

Soy totalmente optimista acerca de esta cuestión, y este optimismo no se basa tan solo en una impresión personal, sino en datos contrastados, entre los que quisiera destacar algunos. Recientemente se ha elaborado un magnífico trabajo por el grupo de Escuelas del Área Agroforestal, que ha recogido abundantes datos de encuestas realizadas a egresados de la Universidad y empleadores, entre otros, para estudiar la situación de las distintas titulaciones del área. En este estudio se muestra la magnífica implantación de todas ellas y hay numerosas referencias a la solidez y prestigio que tiene en nuestro país el título de Ingeniero Agrónomo, indicándose por ejemplo, que es el titulado con menor nivel de desempleados, el que antes accede al empleo, que su formación integral es muy valorada por los empleadores, y que el 54% de los Ingenieros Agrónomos trabaja en puestos directamente relacionados con sus estudios.

Este último dato es más importante de lo que parece, pues debe compararse con los datos medios del conjunto de las Ingenierías en Europa, que muestran que tan solo un 33% de los ingenieros europeos consideran que se encuentran trabajando en materias propias de las carreras que han estudiado.

He de decirle también que el prestigio del Ingeniero Agrónomo español en Europa es un hecho tangible, que se debe al extraordinario papel de los alumnos que participan en programas Europeos de educación, de nuestros investigadores, cuya participación en programas internacionales es cada vez mayor y más valorada, y de nuestros técnicos, cuya presencia en Europa en los ámbitos profesionales es también cada vez más importante y prestigiosa.

Ciñéndome, para finalizar, a las expectativas de la Escuela que tengo el honor de dirigir, las razones para el optimismo son también objetivas.

Sirvan para contagiarle mi optimismo dos buenas noticias que hemos recibido en los últimos días. La primera de ellas es que en la relación provisional de Grupos de Investigación de la UPM, la ETSIA figura en segundo lugar, con 23 grupos de investigación, junto a la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales y tras la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Telecomunicación, con 26. La segunda de ellas es que estamos culminando el informe de Autoevaluación de la Escuela según los criterios de la ANECA, habiéndose constatado datos muy positivos, entre los que destacan dos: una valoración positiva de los alumnos acerca de las enseñanzas recibidas y una nota media del profesorado, obtenida de encuestas al alumnado, de 3?85 sobre 5. Estos datos de fortaleza de la ETSIA, de fortaleza docente e investigadora, no deben encauzarnos hacia la más mínima euforia, pero animan mucho a continuar mejorando y a sentirse seguros ante el futuro. Yo veo en ellos, por extensión, una afirmación nítida de la Ingeniería Agronómica y de la profesión de Ingeniero Agrónomo.

 

En algunas escuelas españolas se está produciendo un descenso en el alumnado, ¿qué consecuencias cree que puede tener esta situación de mantenerse?

 

En realidad se está produciendo un descenso general de alumnos en varias Universidades, y en concreto en varias de las enseñanzas de Ingeniería.

Frecuentemente se debate acerca de las causas. Algunas parecen ser aceptadas generalmente, como el descenso demográfico, otras no tanto, como una menor valoración social de las enseñanzas universitarias o del esfuerzo que supone superar una carrera universitaria.

Según algunos estudios, dentro de 5 o 6 años, dejará de notarse el efecto demográfico. Las cifras de matriculación de la ETSIA en los últimos años parecen mostrar una estabilización del número de alumnos de nuevo ingreso en un valor muy aceptable. Espero que los datos del próximo curso ratifiquen esta impresión. En cualquier caso, no creo que haya que alarmarse ni precipitarse ante lo que de momento es, estrictamente, una situación coyuntural de conjunto. Por otro lado, tenemos que ver la parte positiva de un descenso coyuntural en el número de alumnos (siempre, claro está que no se produzcan descensos dramáticos). En la Universidad Pública siempre hemos reclamado disponer de mayores recursos materiales y humanos por alumno, para dar un gran salto en la calidad de la enseñanza. Quizás el descenso de alumnos sea una oportunidad para conseguir ese objetivo al que nunca hemos podido llegar por razones presupuestarias, pese al gran esfuerzo de las distintas Administraciones. Un argumento se suma a esta visión. Si en los próximos años nos hemos de incorporar plenamente al Espacio Europeo de Educación Superior, tendremos que modificar nuestro sistema de enseñanza, según los criterios de dicho Espacio, lo que exigirá una atención más personalizada a los alumnos, y, de forma clara, un menor número de alumnos por profesor.

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