Ante el inicio de una nueva campaña de tratamientos en los invernaderos del Sureste español, principalmente en las zonas de Almería y Murcia, no podemos olvidar lo que pasó hace un año: detección de partidas de pimientos españoles tratados con fitosanitarios ilegales, cierre de mercados europeos a nuestras producciones, cierre de invernaderos, multas millonarias para los infractores y, lo que es más grave, una caída de las exportaciones de casi un 30% (como consecuencia, este año se ha plantado un 20% menos de pimiento en la zona) y un descenso importante a lo largo de todo el año del precio del pimiento para el productor.

Esto es lo que pasó y se ha hablado mucho de las razones por las que se llegó a esta situación, de las culpas y los culpables, de quién advirtió a quién, de las responsabilidades de unos y otros, etc. Sin embargo, desde la Asociación Empresarial para la Protección de las Plantas (AEPLA) creemos que, si siempre es bueno analizar las causas profundas de una crisis de este tipo para atacar el problema desde su raíz, lo más importante en este momento es pasar a la acción para que esta crisis no se repita.

Y el primer paso para ello es concienciar a agricultores, distribuidores de productos fitosanitarios, comercializadores, exportadores de productos hortícolas y a todas las administraciones (locales, autonómicas y nacionales) de que este es un problema de todos, que puede ser el principio del fin de uno de los sectores más importante de nuestra agricultura: la horticultura intensiva.

Poniendo un símil deportivo, muy pocos dieron importancia a los primeros casos de doping en el ciclismo (unos pocos tramposos, se decía) y hoy en día, por esos pocos que usan sustancias ilegales, el ciclismo profesional está en peligro, sin patrocinadores importantes que quieran apostar por este deporte para no dañar su imagen, perdiendo audiencias y extendiendo entre la opinión pública la falsa idea de que todos los ciclistas profesionales están en el mismo saco: el de los tramposos que se dopan.

No es difícil imaginar que esto le puede ocurrir a nuestro sector en caso de que se vuelva a repetir una crisis como la del pasado año. Que se pierda definitivamente la confianza del consumidor europeo, que las grandes cadenas de distribución de alimentos busquen otros proveedores (que los hay y de forma creciente en nuestro entorno), que todos los productores españoles caigan en ese mismo saco del productor tramposo, que busca la salida fácil y pone en peligro la salud de aplicadores y consumidores y se juega su negocio y, lo que es peor, el negocio de todos.

Por ello, para concienciar a todos de este problema, hemos lanzado una campaña de comunicación en las zonas productoras (Almería y Murcia), junto a ECPA, nuestra homóloga europea, para que todo el mundo piense que usar productos ilegales condena a nuestras producciones y tiene graves consecuencias para el futuro. Nuestra campaña es sencilla y quiere apostar por un cambio de filosofía que acorrale al que engaña (muchas veces parece que el más pillo es el más listo) y nos lleve hacia la seriedad y cumplimiento estricto de la Ley (como exige el mercado europeo): por ello pedimos "no uses productos fitosanitarios ilegales, denuncia a quién los use". La idea no es otra que defender lo nuestro y destapar a las redes que comercializan productos ilegales y a esos pocos que los usan y que nos ponen a todos en el punto de mira.

Por otro lado, además de esta campaña de concienciación, AEPLA está trabajando en contacto directo con la Junta de Andalucía, con el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, con la Agencia de Seguridad Alimentaria, con el SEPRONA, con los distribuidores y con las organizaciones agrarias para que se tomen las medidas necesarias para desarticular a las redes de traficantes que venden estos productos ilegales y para aumentar al máximo los controles que eviten que un solo pimiento tratado con fitosanitarios ilegales llegue a los canales de distribución de alimentos. Es un trabajo silencioso y que está dando sus frutos (algunos muy positivos), ya que la crisis del pasado año demostró que existe una falta de coordinación entre administraciones, que los controles a veces no son eficaces y que en ocasiones se ha reaccionado tarde (como refleja el propio informe de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria).

Para que las cosas vayan a mejor y se sigan consiguiendo resultados, será necesario tomar medidas como agilizar los juicios por estos delitos, endurecer las penas y dar más medios al Seprona para que los que trafican y usan productos fitosanitarios ilegales sientan el peso de la Ley y sufran sus más duras consecuencias por infringirla.

En tercer lugar, las empresas que integran AEPLA siguen invirtiendo miles de millones de euros en I+D para ofrecer más y mejores productos al agricultor; siguen apostando por la Producción Integrada (combinar la lucha biológica con la química es la opción más eficiente y segura para mantener las producciones sin elevar los precios de cara al consumidor y respetando siempre los LMRs fijados por la Ley) y siguen difundiendo y apoyando los códigos de Buenas Prácticas Agrícolas y de Uso Seguro de sus productos. También en este campo sería necesario agilizar por parte de la UE el proceso de registro de nuevos productos que son demandados por el mercado y que están pendientes de autorización.

Desde AEPLA estamos convencidos de que un sector tan dinámico y puntero como el de la horticultura intensiva española tiene la suficiente capacidad de reacción y de adaptación al mercado como para entender el mensaje a la primera y no repetir los errores del pasado. En nuestras manos está seguir de forma firme por el camino de la calidad, la trazabilidad y la seguridad para aplicadores y consumidores, sacando del mercado a todos aquellos que quiera tomar atajos.

Comprar Revista Phytoma 194 - DICIEMBRE 2007