Nuestro Planeta es único y constituye un sistema cerrado. Existe por tanto una total interdependencia en las actuaciones sobre el mismo, que además se rige por unas normas naturales innegociables. En los últimos 50 años del siglo XX asistimos al crecimiento desmesurado de la población, pasando de los 2.000 millones de habitantes de 1950 a los 6.000 millones del año 2000. Este crecimiento, lejos de aminorarse, se ha incrementado, y en los últimos siete años la población mundial ha crecido en casi 1.000 millones de habitantes.

Este crecimiento poblacional va acompañado también de un notable y deseable crecimiento económico, que se ha apoyado en el petróleo como fuente universal de energía, prácticamente exclusiva y excluyente en el sector del transporte, lo que ha provocado la multiplicación exponencial de las emisiones de CO2, causantes del calentamiento global de la atmósfera y desencadenantes del temido cambio climático. Un fenómeno de efectos globales, que ha incrementado las tradicionales sequías y provoca catástrofes naturales absolutamente imprevisibles (Figura 2).

La demanda de petróleo de esta población creciente está por encima de las reservas de crudo, lo que ineludiblemente terminará por agotarlas. Además el 60% de las reservas están localizados en el triángulo conflictivo de los Emiratos Árabes, lo que complica aún más su extracción y su aprovechamiento.

Por tanto, es necesario conseguir que la dependencia del petróleo disminuya, sustituyendo esta materia prima por energías limpias, no sólo por su próximo agotamiento, sino por el daño a la naturaleza que produce esta energía fósil. La era del petróleollega a su fin y querámoslo o no hay que buscar energía alternativas renovables (Figura 3).

Por tanto, tenemos que aplicar alternativas energéticas limpias si queremos mantener nuestro nivel de desarrollo: atómica, eólica, fotovoltaica, biomasa. Pero no todas estas fuentes energéticas pueden emplearse en el sector de los transportes, el más contaminante de todos, el único que sigue emitiendo cada vez más CO2 y que además, como consecuencia del propio crecimiento y de la globalización de los mercados, crece imparable.

¿Qué tienen que ver los transportes con la agricultura? El nexo en común está en el CO2, la reducción drástica de las emisiones de gases de efecto invernadero es el objetivo para minimizar las consecuencias del cambio climático y para ello hay que incidir básicamente en el transporte, primera fuente de emisión de CO2, así nos encontramoscon que la agricultura aparece enlas dos partes de la ecuación y es la piezaclave para solucionar el problema y de camino su propio problema, pues esta actividad también se ve afectada por el cambio climático.

Por una parte, queda claro que para conseguir la reducción de emisiones, el transporte debe utilizar biocombustibles u otra energía limpia como el hidrogeno o la energía eléctrica (menos avanzadas técnicamente). Los biocombustibles tienen su origen en el sector agrario y forestal e incluso en las algas marinas. De las producciones agrarias y forestales y de sus subproductos es de donde se obtiene la biomasa necesaria para fabricarlos. Por otra parte, la propia actividad de las plantas, que necesitan CO2, para completar su desarrollo vegetativo, constituye el primer sumidero de CO2 del planeta, por lo que la contribución de la agricultura es básica para frenar el cambio climático. La agricultura crea empleo, fija población -evitando el éxodo rural, que es el peor enemigo de la biodiversidad-, mantiene la cubierta vegetal evitando la erosión, la desertización y de los incendios forestales.

El desarrollo de los biocarburantes como combustibles alternativos a los derivados del petróleo es una clara prioridad política para la UE y en especial para España, al contribuir eficazmente a cumplir los compromisos de reducción de gases de efecto invernadero (GEI), derivados del Protocolo de Kioto.

Por este motivo, la UE ha promulgado diferente normativa para incentivar su uso, entre la que destaca la Directiva 2003/30/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 3 de mayo de 2003, que fomenta la utilización de los biocarburantes en el sector del transporte fijando cuantías que el año 2010 deberían llegar a un 5,75% del consumo de la energía en dicho sector.

Con respecto a España, el Plan de Energías Renovables 2005-2010 (PER), aprobado el 26 de agosto de 2005, ajusta lo objetivos previstos europeos, en todos los campos de las energías renovables y, muy especialmente, en lo referente al uso de biocarburantes para el transporte. Es más ambicioso y obliga a que en el 2010 el 5,85% del consumo de la energía en el sector trasporte sea renovable (Figura 4).

Para conseguir los objetivos previstos de dicho PER hay que considerar muchas variables, entre las que ocupan un lugar preferente, desde nuestro punto de vista, los costes de producción de las materias primas, la cuantificación de la superficie agraria nacional requerida para su producción y los mecanismos de fijación de precios agricultor-industria.

En definitiva que sea rentable la siembra de estos cultivos energéticos para el agricultor.

Desde la Administración Europea a través de la Política Agraria Común, se viene prestando en los últimos años un apoyo financiero a los agricultores para que los cultivos energéticos sean una realidad en la agricultura europea. En definitiva que la rentabilidad sea positiva para el agricultor. Simplificando, podemos decir que este apoyo de la PAC a los biocombustibles, hasta el momento, ha tenido dos etapas: por un lado el sistema que regía antes de la reciente reforma de la PAC (2004) donde se articuló un sistema de fomento de cultivos energéticos sin respaldo presupuestario, permitiendo a los agricultores destinar estas superficies que obligatoriamente debían retirarse de la producción, a los denominados cultivos Non Food -No alimentarios- y, por otro, las novedades introducidas con la reciente reforma. Así, desde 2004, existe una ayuda de 45 Euros /ha, limitada a una superficie máxima de 1.500.000 ha para el conjunto de la UE. En el año 2006 se amplió la superficie a 2 millones de ha. En caso de rebasamiento, se aplicaría una reducción proporcional en la prima.. Esta ayuda CONVIVE con la posibilidad de sembrar estos cultivos en tierras de retirada. En el 2007 se ha rebasado la superficie máxima garantizada, por lo que la ayuda recibida por el agricultor se ha visto reducida proporcionalmente.

Las perspectivas actuales en España de la producción de este tipo de combustibles renovables, no son optimistas. Y no solo por la pobre producción nacional de este tipo de cultivos sino en la mínima producción y en el escaso consumo.

Desde el punto de vista de ASAJA, pensamos que hay que tomar medidas concretas que posibiliten que sea una realidad y una auténtica alternativa para el sector agrario el denominado sector bioenergético. Entre otras citaremos las siguientes:

 

1.- La existencia de un verdadero y efectivo sistema de establecimiento de precios entre el agricultor y la industria. En la Mesa de los Biocarburantes presidida por el Director General de Desarrollo Rural del Ministerio de Agricultura se acordó en este año un Contrato Marco para los cultivos con destino Biodiesel. No así con el Bioetanol, aunque las posiciones se están acercando.

 

2.- Fiscalidad y empleo de producciones interiores. Hasta ahora varios países, incluido España aplican exenciones. Esta exención debeasegurarse y prolongarse en el tiempo,pero siempre ligada al empleo de produccionesinteriores.

 

3.- Obligación de mezclas tanto en Bioetanol como en Biodiesel.

 

4.- Investigación y mejora genética. El desarrollo de variedades mejor adaptadas para estas producciones y nuestro clima, incluyendo líneas de investigación en mejora tradicional y en los denominados cultivos lignocelulósicos, o de 2ª generación, debe ser también una preocupación y directriz de trabajo.

 

5.- Investigación y Desarrollo no sólo de variedades y nuevos cultivos para uso energético sino su mecanización. En Europa, y en España la mano de obra es escasa y con niveles salariales altos con respecto a terceros países.

 

6.- Investigación y desarrollo tanto de cultivos tradicionales como de segunda generación biotecnológicos.

 

Esta última medida sería la más eficaz para el cumplimiento real de los objetivos europeos en el 2020 de consumo de Biocarburantes. Desde distintos foros académicos, empresariales y políticos además de las Directivas europeas y españolas se nos indican que la TECNOLOGIA es fundamental para lograr los retos energéticos que se nos avecinan.

Y la tecnología no sólo se aplica en el ámbito industrial sino también en el agrícola. Y dicha tecnología es la Biotecnología agraria, permitida en todos los países menos en la Unión Europea.

Si queremos que la Materia Prima sea europea y no procedente de terceros países es fundamental que dicha TECNOLOGIA agraria sea aprovechada para fines agroenergéticos. Estamos en el momento de hablar, debatir y diseñar nuevas estrategias para que la actividad agraria y la sostenibilidad ambiental de gran parte de nuestro territorio andaluz no tenga un futuro incierto. Estamos obligados a dar alternativas reales tanto desde el punto de vista empresarial como social a nuestros agricultores y por ende a todo nuestro campo andaluz.

Y una de estas alternativas son los cultivos energéticos para la producción de Biocarburantes.

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