La agricultura y la ganadería europea en general y la española en particular han experimentado una profunda transformación en estos últimos veinte años. Desde la década de los 90, las distintas reformas de la PAC han ido cambiando no sólo las reglas del juego, sino también la propia filosofía de la Política Agraria. Y todos estos cambios han sido asumidos de forma progresiva, y no sin esfuerzos, por los productores agrarios españoles que han modificado tanto sistemas de producción como estructuras y cultivos, para así adaptarse a las nuevas exigencias tanto del mercado como de la sociedad.

Es innegable que España se ha modernizado enormemente en estos años de pertenencia a la Unión Europea y que nuestro país ha resultado muy beneficiado por la solidaridad europea, tanto en fondos de cohesión, como estructurales o sociales, por lo que el balance sólo puede ser positivo.

Sin embargo, debemos reconocer que la agricultura fue la que pagó en buena medida estos grandes beneficios para la sociedad en general. No hay más que recordar los larguísimos periodos transitorios para que nuestros productos mediterráneos alcanzaran niveles de precios europeos, o las tasas y supertasas, las penalizaciones por una sobreproducción de la que no éramos culpables o la reestructuración forzada y forzosa de la cabaña ganadera porque no habíamos negociado bien nuestro derecho a producir la misma cantidad de leche que consumíamos.

Desde 1986 a hoy, la agricultura europea, y por tanto también la española, han vivido una serie de cambios que las han transformado radicalmente. Las distintas reformas de la PAC que se han sucedido en estos años, han hecho desaparecer las famosas montañas de mantequilla y los ríos de leche excedentaria, que tanta tensión provocaban en los mercados internacionales, y ahora la

Unión Europea es la principal importadora mundial de productos agrarios y es la única que ha propuesto en la OMC la eliminación de todas las formas de subvenciones o apoyos a la exportación.

Los cambios adoptados en las distintas reformas hacen que los pagos compensatorios por la bajada de los precios institucionales de los productos agrarios hayan pasado de ir directamente a la tonelada, cabeza de ganado o hectárea, a un sistema desligado del precio o del producto, para evitar distorsiones en el mercado.

En los últimos años, y especialmente desde la crisis de las vacas locas, el objetivo exclusivo de la política agraria de la UE ha dejado de ser la producción en si misma. Las normas europeas de producción son las más estrictas que existen en materia de seguridad, calidad, trazabilidad, bienestar animal, respeto medioambiental, etiquetado etc. Así lo ha querido el consumidor y nosotros estamos dispuestos a ofrecérselo.

Por otra parte, el medioambiente, el desarrollo rural, la vertebración del territorio, la diversificación de la actividad y la consolidación del medio rural como un espacio dinámico y generador de empleo y riqueza sigue siendo en estos años motivo de especial atención y de políticas especificas que necesitan un presupuesto adecuado y especifico, ya que es el conjunto de la sociedad la que se beneficia de estas medidas y de sus resultados.

En efecto, las actividades agrícola, ganadera y forestal son garantía de gestión del territorio, contribuyendo al equilibrio medioambiental, evitando abandono, despoblamiento, desertización, riesgo de incendios o de erosión.

Además, la actividad agroforestal supone por si misma una contribución indispensable en la absorción de CO2, responsable de la desaparición de la capa de ozono y del efecto invernadero.

La "Revisión Médica de la PAC", que la Comisaria de Agricultura de la Unión Europea, Mariann Fischer Boel, presentó el pasado 20 de noviembre y que marcará el debate agrario durante el año 2008, supone un nuevo paso más en la desaparición de los mecanismos de la antigua Política Agraria, concebida a comienzos de los años 60, a la vez que propone una serie de medidas de cara a la revisión del paquete presupuestario europeo en 2008-2009.

En una primera lectura, se podría pensar que las propuestas de la Comisión son continuistas con la filosofía hoy vigente. Supondría avanzar en los principios ya adelantados en la revisión intermedia y en la reforma de 2003, en el sentido de alcanzar el máximo nivel de desacoplamiento de los pagos de la PAC y de reducir a su mínima expresión los mecanismos de control de la producción y de gestión de los mercados. La desaparición de las cuotas lácteas es un ejemplo muy grafico de este proceso.

Pero la propuesta va más allá con su pretensión de simplificación de la PAC, de alcanzar el objetivo de la Comisaria de una Organización de Mercado Única, lo que equivaldría a una "tarifa plana" de los pagos de la PAC. ¿Hasta dónde podrá llegar la Comisaria en este objetivo? Esta tarifa plana debe servir para acercar las distintas agriculturas europeas, no para cristalizar diferencias.

Todo lo que sea alejarse de un único parámetro para toda Europa significa ceder en este objetivo de culminar el desacoplamiento de la PAC como herramienta de simplificación, de equilibrio entre territorios, de adaptación al mercado y de afirmación de nuestra agricultura en la OMC.

Si el segundo pilar, esto es, la Política de Desarrollo Rural, fue iniciativa del anterior Comisario Fischler, elevada a categoría oficial en Cork en 1996, la revisión medica de la Comisaria danesa pretende darle aun mayor alcance.

De hecho, propone que sea esta política una especie de "cajón de sastre" en donde tengan cabida acciones que antes eran de la competencia de la política de mercados, así como nuevas competencias en materia de Bioenergia, retiradas de tierras, gestión del agua o lucha contra el cambio climático, amén de servir como campo de pruebas para herramientas complementarias como la gestión de riesgos.

La lógica más sencilla impone que a nuevas acciones, a nuevas medidas, deben acompañarse nuevos fondos. Como la Comisaria no consiguió hacer valer esta necesidad en 2005, cuando Tony Blair impuso su criterio de congelar los gastos, de cara a la revisión presupuestaria de 2008-2009 la Sra. Fischer vuelve a resucitar viejos tópicos para justificar nuevos recortes en las rentas de los agricultores y ganaderos.

De esta forma plantea la posibilidad de ampliar los recortes obligatorios ya existentes y propone introducir unos límites a los pagos, con una vara de medir excesivamente simplista y que no conoce la realidad del sector ni de las aportaciones positivas al empleo, a la biodiversidad, al medioambiente, a la lucha contra el abandono social y cultural o la desertización y deterioro medioambiental.

Y esto sin todavía conocer cuales han sido los resultados de la Política de Desarrollo Rural planteada en la reforma de 2003, algunos de cuyos Planes de Desarrollo Regional no solo no están aplicados, sino que ni siquiera están autorizados.

Una verdadera "revisión médica" debería preocuparse por los síntomas que aquejan a su paciente. Perdidas de activos, escasa incorporación de jóvenes, falta de defensas ante la gran distribución, cada vez más concentrada y monopolística, debilidad de posición negociadora, desfase entre precios pagados y precios percibidos, renuncia a las nuevas tecnologías, y lo que es más grave si cabe, perdida de reconocimiento ante la opinión publica.

Una verdadera "revisión médica" debería buscar y sacar a la luz las potencialidades de la agricultura; sus facultades, que hacen de la agricultura un sector estratégico y de futuro. En definitiva, una verdadera "revisión médica" debería prestar más atención al paciente que a su cartera.

Un "paciente" que ofrece alimentos sanos en cantidad y calidad, una actividad que además ofrece soluciones alternativas a las energías fósiles y contaminantes, contribuyendo de forma muy activa a la lucha contra el cambio climático, siendo principal agente a favor de la biodiversidad, consumidor y transformador responsable de recursos como el agua y garante de la sostenibilidad y vida del medio rural, que significa el noventa por ciento del territorio europeo.

A lo largo de éste artículo he tratado de reseñar lo que hasta aquí han supuesto veinte años de aplicación de la PAC y de avanzar lo que la llamada "Revisión Médica" puede suponer para nuestra agricultura a partir de ahora. Solo me queda, por tanto, felicitar a la revista PHYTOMA por su 20 aniversario y desearle los mayores éxitos en el futuro.

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